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Alejandra cambia de arena

Ciganda ficha a una jugadora de voley-playa para mejorar su preparación “Me siento como la apoderada de un torero”, asegura

Alejandra Simón y carlota Ciganda.
Alejandra Simón y carlota Ciganda.

“Nos conocimos hace algo más de cinco años, en los Juegos del Mediterráneo de Pescara de 2009. Estaba en la Casa de España jugando a cambiar las tallas de la ropa, y Carlota se reía mucho, aunque era muy tímida”. Alejandra Simón (Vigo, 29 años) es un terremoto, puro entusiasmo. Cada vez que hace o dice algo, parece que sea la primera vez que lo hace. De hecho, la primera vez que alguien lo hace. “Las chicas de golf competían por la mañana, pero por la tarde venían a ver los partidos de voley-playa. Cuando ganamos la final a Italia, entre la montaña de gente que se nos echaba encima para felicitarnos, pude ver los ojos de Carlota, muy emocionada. Nos hicimos muy buenas amigas”.

Carlota es Carlota Ciganda (Pamplona, 24 años), una de las golfistas más talentosas de su generación. Ganadora del British Amateur a los 17 años; en su primera temporada completa en el circuito europeo, en 2012, termina líder de la lista de ganancias pero como tantas otras jóvenes golfistas, sufre con el salto a la LPGA, el competitivo circuito americano, la NBA del golf femenino. Es ahí donde, hace unos meses, se acuerda de su amiga Alejandra, más dedicada a la fisioterapia y a una carrera como entrenadora personal que a la competición.

“Me siento como la apoderada de un torero”, dice Simón de su nueva etapa

“La llamé el año pasado para que se viniera a Naples, Florida. Me gusta mucho la energía que transmite. Me está ayudando mucho con el tema mental”, explica Carlota. “La pasada temporada, las jugadoras empezaron a llevar a las fisios a los torneos, y ella me preguntó si vendría. Y le dije que sí, porque me encanta viajar y la competición”, recuerda Alejandra.

Los resultados fueron inmediatos. En el CME Group Championship, la auténtica final de la LPGA a finales del mes de noviembre, la navarra exhibió lo mejor de su juego y sólo en el cuarto hoyo de desempate cedió ante la número uno del mundo, la neozelandesa Lydia Ko. “Tierna como las magdalenas, fiera como un oso panda”, escribió entonces Alejandra en redes sociales.

Este año, repetirán en 15 torneos más. “Trabajamos el físico, pero también ejercicios mentales. Muchas estabilidades, abdominales, espalda”, detalla Ciganda; “pero por encima de eso, estamos creando buenas rutinas de trabajo: comer bien, descansar, ejercicio tres días por semana, soltar la espalda. Estamos probando, pero estoy muy contenta”.

La combinación parece funcionar. El talento de Carlota, un swing completamente natural, la pegadora más larga del circuito con el driver encerrada en la fragilidad de una chica muy tímida, unido al carácter avasallador de Alejandra, acostumbrada a encender al público en la arena playera. Ahora lo hará desde el búnker: “Me siento como la apoderada de un torero. Aparte del trabajo físico y la nutrición, intento ser un trocito de su casa que se lleva con ella. Su juego está a un nivel muy alto, pero para ser top-ten mundial, que es el objetivo que nos hemos marcado, tiene que creérselo. Ella es muy humilde, y aunque se suele confundir la confianza con la soberbia, mi trabajo es que crea que es capaz. Su potencial es maravilloso”.

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