Vitolo vuelve a exhibirse
El extremo canario del Sevilla sentencia a un Deportivo muy permeable
No deja de llamar a las puertas de la selección Vitolo, exuberante y acertado, decisivo en las últimas fechas para el Sevilla, vital para que el equipo de Unai Emery dejase atrás una racha de cuatro desplazamientos ligueros sin puntuar. Venció en Riazor con un póker realizador en el que fue protagonista el extremo canario, que anotó los dos goles que remontaron la ventaja inicial del Deportivo, provocó un penalti que ejecutó Gameiro y sentenció en una contra que golpeó en Sidnei para envenenarse hacia la red. Demasiado futbolista, demasiada velocidad y potencia para el cristalino armazón defensivo del Deportivo, que camina hacia los puestos de descenso con la peor de las sensaciones para navegar por ellos, la de haber regresado a la fragilidad.
Deportivo, 3 - Sevilla, 4
Deportivo: Fabricio; Juanfran (José Rodríguez, m. 80), Insua, Sidnei, Luisinho; Bergantiños, Borges; Cuenca (H. Costa, m. 73), Lucas Pérez, Cavaleiro (Fariña, m. 61); y Oriol Riera. No utilizados: Lux, Laure, Lopo y Juan Domínguez.
Sevilla: Sergio Rico; Diogo Figueiras, Parejo, Kolodziejczak, Navarro; Krychowiak, Iborra (Mbia, m. 60); Aleix Vidal, Banega (Denis Suárez, m. 78), Vitolo; y Bacca (Gameiro, m. 60). No utilizados: Barbosa, Coke, Reyes y Deulofeu.
Goles: 1-0. M. 28, Oriol Riera. 1-1. M. 32. Vitolo. 1-2. M. 51. Vitolo. 1-3. M. 64. Gameiro, de penalti. 2-3. M. 73. Oriol Riera. 2-4. M. 82, Sidnei (pp). 3-4. M. 90, Lucas Pérez, de penalti.
Árbitro: J. A. Teixeira. Amonestó a Iborra, Krychowiak, Banega y Figueiras Riazor. 21.555 espectadores
Ocurre que el combo que prepara Víctor Fernández, tan esforzado y mejorado como está respecto a la primera vuelta, se mostró demasiado permeable. Hay una sensación ambivalente en A Coruña respecto al equipo. Por una parte hay un temor reverencial al descenso, que se percibe con el pavor de una afición que ha sufrido sendas caídas en las dos últimas campañas que el equipo ha jugado en Primera en el epílogo de la presidencia de Augusto César Lendoiro; por otra se tiene la impresión de que nada malo va a pasar, de que hay tres o más equipos manifiestamente inferiores al suyo. Puede ser así, pero el Deportivo tiene varios problemas, sobre todo uno que ha reaparecido tras unas semanas y que le puede mandar de nuevo al hoyo si no encuentra una solución: tiene una querencia a ser demasiado accesible, con un punto de juvenil atrevimiento ante rivales con los que, vistos sus recursos, no es aconsejable intercambiar guantes. El Sevilla le marcó cuatro goles como quien lava y le pudo marcar cuatro más sin tener más control del partido que el de buscar la contra y lanzarse hacia la meta.
Los hispalenses pudieron golear simplemente esperando a la contra
No hubiera sido justa más diferencia en el marcador de la mínima que marcó al final porque el Deportivo mostró y encontró más recursos en ataque de los que acostumbra, pero se abocó a un partido que se rompió de inicio y lo pagó. No pareció la mejor de las soluciones para un equipo que tiene mucha menos pegada que el rival. Se expuso a un pulso en el que era más débil y del que salió indemne en la primera mitad de partido porque al Sevilla le faltó resolución en los metros finales. No atinaron los chicos de Emery de inicio en los últimos metros, bien porque los pasadores estaban imprecisos, bien porque los que recibían perdían la paciencia y se iban tras la línea trasera del Deportivo, que se puso en ventaja, pero no dejó de estar en el alambre. Marcó Oriol Riera, que ya le tocaba tras tanto trabajo. Lo hizo en dos ocasiones, lo merecía el ariete y las encontró en dos de jugadas similares a las que había repetido sin acierto la semana pasada en el inocuo bombardeo deportivista de Almería: desmarque al primer palo, toque leve y gol. Dos veces le enviaron la pelota en tiempo y hora primero Cavaleiro para adelantar al Dépor en el marcador, luego Luisinho para soñar con una remontada contra el reloj. Anotó con guante de seda el delantero, lo hizo también al final del partido Lucas Pérez, que encontró antes cuatro opciones muy claras y envió una falta al larguero. Volvió a producir en ataque el Deportivo, pero el problema lo tenía más atrás.
El roto lo gestionó con acierto incomparable Vitolo, pero lo trabajaron todos sus compañeros, que entendieron el partido que le planteaba el Deportivo y le sacaron fruto en cuanto ajustaron sus acometidas. El empate que frustró en cuatro minutos la ventaja local alertó sobre la facilidad del Sevilla para llegar a la red. Marcó en acciones resueltas con tanta facilidad y precisión, sin aparente oposición, que pareció hasta sencillo. Se evidenció entonces lo que era el partido, un ir y venir en el que disfrutaban los que golpeaban y padecían los que se defendían. Blando como fue, al menos nunca dejó de disputarlo el Deportivo, magro consuelo cuando la permanencia depende, antes que nada, de que el rival no marque gol.
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