Imposibles, racismos y adrenalina
16/02 Lunes
Lunes de espíritus satisfechos. La foto de los Gasol Brothers acaparando el protagonismo inicial del All Star de la NBA provoca una oleada de entusiasmo y orgullo. No es para menos, pues la cima alcanzada lo merece con creces. El éxito traspasa las barreras del baloncesto e incluso del deporte, pues sin tener que cogerlo por los pelos, explica el cambio dado por este país en las últimas dos décadas. Aunque no vivamos buenos tiempos, en algunas cosas solo hace falta echar un poco la vista atrás para darnos cuenta de todo lo que hemos avanzado.
De entre todo lo dicho o escrito, me quedo con una frase de Pau al terminar el partido. “Que los niños vean que no hay nada imposible”. Precisamente aquí se encierra una de las grandes claves del cambio dado por el deporte español. Hasta la llegada de algunos pioneros en los años 80 como Severiano Ballesteros, Perico Delgado, Fernando Martín o la selección de baloncesto, los niños crecían (crecíamos) conviviendo con la derrota. España era un país acomplejado social y deportivamente y afrontábamos cualquier reto encogidos, sabedores que estábamos más cerca del fracaso que del éxito, siempre reservado para otros. Llegaron los Juegos de Barcelona, las 22 medallas, el espaldarazo definitivo. Millones de niños españoles pudieron ver casi por primera vez que los que se subían al pódium eran los suyos. Cada triunfo era una telaraña quitada, una liberación para hacer volar los sueños de los que por aquel entonces comenzaban a practicar deporte. Liberados de la pesada carga del pesimismo, destruidos poco a poco los complejos de inferioridad, el deporte español despegó como un cohete. Lo imposible comenzó a ser real.
Año 2008. España juega los cuartos de final de la Eurocopa futbolera ante Italia. Nos reunimos amigos e hijos de amigos para ver el partido. Llega la tanda de penaltis. Los padres lo tenemos claro: nos van a eliminar otra vez. Mi hijo no entiende nuestro fatalismo y me pregunta: ¿por qué no vamos a ganar? Cuando voy a explicárselo con unos cuantos ejemplos de situaciones parecidas que terminaron mal, me doy cuenta el abismo que nos separa. A sus nueve años ha visto más triunfos españoles que yo en mis primeros 40 de vida. Y no tiene barreras psicológicas. ¿Por qué no vamos a ganar nosotros?
Es la mentalidad del “nada es imposible” de Gasol, que afortunadamente se renueva constantemente. Ahí queda ese salto inicial, dedicado a todos los niños que con ejemplos como este, cuando llegue la hora de competir, se sentirán capaces de todo.
17/02 Martes
Con la compra de partidos pasaba como dicen en Galicia de las meigas. Yo no creo en ellas, pero haberlas, haylas. Sin haberse podido documentar adecuadamente, existían sospechas y circulaban rumores suficientes como para pensar que algo sucio se suele cocer en esas últimas jornadas donde muchos equipos se juegan casi su supervivencia. Cuando en unos pocos días van a comenzar a desfilar hasta 42 involucrados en el caso del partido entre el Levante y el Zaragoza, ahora le toca el turno al Osasuna. Ángel Vizcay, su antiguo gerente ha reconocido que destinaron 2,4 millones de euros para amañar partidos en la recta final de la pasada temporada. “En un momento determinado, haces lo que sea” ha dicho crudamente Vizcay. Hay jugadores del Betis señalados, se mira con lupa lo ocurrido en un Espanyol-Osasuna y seguro que irá apareciendo más porquería.
Con estas noticias me pasa como con otras que nos llegan del universo político o económico. No me sorprende que haya gente que amañe partidos, reciba sobres, tenga contabilidades B, salga a bolsa mintiendo como un bellaco o saque humo a una tarjeta black sin preguntarse nada. Ya lo suele decir Luis Piedrahita: "Dios hizo el mundo en seis días, y se nota". No es que no seamos perfectos, sino que estamos bastante lejos de serlo. Pero lo que me sigue sorprendiendo es la falta de eficacia de los mecanismos de control. Sí, ya sé que se puede dar el caso que cuatro tesoreros de un partido político mangoneen durante más de veinte años y nadie a su alrededor sepa nada. Pero eso solo puede ocurrir en los mundos de Mariano. En el real, resulta casi imposible mantener en el secreto total situaciones en las que interviene un buen número de gente, alguna no especialmente discreta. Estoy convencido que hasta ahora, se han hecho ojos ciegos y oídos sordos a un buen número de situaciones como las que ahora se investiga y que debieron ser perseguidas y castigadas desde hace tiempo. Pero bueno, seamos positivos. Más vale tarde que nunca.
La estupidez del día ha llegado desde Italia y ha corrido a cargo de Arrigo Sacchi. “Hay demasiados negros en las categorías inferiores de Italia. Se está perdiendo el orgullo y la identidad nacional” ha declarado el entrenador de aquel maravilloso Milán de Gullit, Van Basten o Baresi, uno de los mejores equipos de la historia del fútbol. Y se ha quedado tan ancho. Como en otras ocasiones parecidas, me pregunto si Sacchi sabe en qué mundo vive y el significado que tiene una frase de este tipo, más tratándose de un personaje con una repercusión mediática como la que tiene. Si tiene claro que el orgullo y la identidad nacional no tienen que ver con el color de la piel. Si es sensible al grave problema que existe hoy en día en Europa con la utilización de la inmigración por parte de personas y partidos políticos xenófobos o directamente fascistas. Si no entiende que por mucho que quisiese decir otra cosa y posteriormente afirmase rotundamente que por supuesto que él no es racista (lo hacen todos) su frase lo es y mucho. Si no se acordaba de lo que dijo hace un año en entonces presidente de la Federación Italiana. Aquello de “aquí [en Italia] llega un cualquiera que hasta ayer comía plátanos, y le ponemos de titular en el Lazio”. Desde luego parece que no, y de ahí su sorpresa ante el lógico revuelo causado. Una cosa más: soltar una perla de esta y no considerarla racista, es síntoma de que algo de racismo anida en tu organismo.
18/02 Miércoles
Parece que esta semana vamos de italianos diciendo cosas inapropiadas. Ayer fue Sacchi, hoy le ha tocado el turno a Fabio Capello. “El Atleti no es un equipo violento, el fútbol no es para mariquitas”. No es la primera frase, y sospecho que tampoco será la última, donde se utiliza ese término para ensalzar la supuesta hombría que debe reinar en el universo futbolístico. Y no sé si me preocupa más la frase en sí o que en todos los sitios que la leo la frase, nadie diga nada sobre el desprecio hacia la homosexualidad que subyace en la frase. El futbol es de machotes, de gente de pelo en pecho, no para débiles mariquitas. En fin…..
Ha vuelto la Champions y el Madrid se alivia un poco en Alemania ganando con facilidad a un discreto Schalke 04. Hasta el atormentando Cristiano mete un gol, que es recibido con alegría pues puede ser el principio de su recuperación. Entiendo que para un delantero, y más si eres un depredador de primera categoría como Cristiano, la falta de puntería resulte desmoralizadora. Pero en las últimas semanas me han parecido excesivos su frustración, sus indisimulados aspavientos, el convertir su problema en EL problema. Pasan los años y sigo sin desvelar una duda que ya he tenido con otros jugadores. Si Cristiano juega para el Madrid o para el propio Cristiano.
Mientras tanto, todo está ya preparado para vivir el fin de semana más excitante de la temporada baloncestística. Se disputa la Copa del Rey en Las Palmas, donde acuden los ocho mejores equipos de la temporada regular dispuestos a hacer honor al prestigio que tiene esta competición. Si algo ha caracterizado a los primeros meses del curso ha sido una gran igualdad, reflejada, por ejemplo, en las cuatro derrotas que lleva el Real Madrid o las seis del Barcelona. La clasificación la lidera el Unicaja y Joventut y Bilbao Basket se han incrustado en la parte noble de la liga. Todo hace pensar en un torneo vibrante e igualado, aunque la inercia y la historia siguen apuntando a los dos de siempre, ya que a la hora de llevarse trofeos a sus vitrinas, el talento, experiencia y solidez del binomio Barça-Madrid les sitúa un peldaño por delante del resto.
Sea como sea, a pocas horas del comienzo de los partidos con dos atractivos Barcelona-Valencia y Unicaja-Bilbao Basket, la ilusión y confianza en que pasemos cuatro buenos días de baloncesto es grande. Los equipos parecen preparados y el formato es ideal por su sencillez, y dramatismo que provoca la falta de segundas oportunidades. Si la temporada regular se hace cansina en algunos momentos, la Copa, como dice su eslogan, rebosa adrenalina. Pues bienvenida sea.
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