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Gayà mete el turbo

El lateral del Valencia se subraya por la banda izquierda para desgajar al Espanyol

Jordi Quixano
Gayà llora abrazado por Gomes y Piatti, autor del primer gol.
Gayà llora abrazado por Gomes y Piatti, autor del primer gol.Josep Lago (AFP)

Tiene un tesoro el Valencia en la retaguardia izquierda, un digno sucesor de Jordi Alba. Ese es Gayà, que se come la banda a mordiscos y al sprint, que pisa la línea de fondo y surte de balones a quien se lo pida, además de corregir a tiempo los descalabros de su zaga. Y con eso le valió al Valencia para descascarillar a un Espanyol de lo más incómodo, incapaz de hacer su fútbol ni de conectar con su faro Sergio García, santo y seña blanquiazul.

Persiguió el Valencia jugar un fútbol de salón, con tres en la raíz del juego para proyectarse por los costados, alternándose los laterales en su función de carrilero. No salió la apuesta por el ala de Barragán, pero sí que ofreció soluciones Gayà por la izquierda, aunque sus centros no encontraran de inicio otra prolongación que las cabezas de los centrales rivales o los puños de Pau, portero que jugó con chicle y con demasiados nervios aunque su papel en la Copa le define como un joven valor de guantes fiables. Así, sin demasiada paciencia porque al equipo se le exigen resultados fuera de casa —sumaba 13 puntos de los últimos 30—, cuestionado a más no poder Nuno, el Valencia tiró por la vía del medio. Pelotas largas y resoluciones rápidas. Como ese zapatazo del portero Alves, control de primeras de Rodrigo, giro y disparo. O ese otro chut de Alcácer, que tras un pase por encima de la zaga golpeó de primeras y torcido.

De nada sirvió la nueva pillería de Sergio García, que le volvió a ganar la partida a Mustafi

Menos catapultado al ataque jugó el Espanyol, conforme con los contragolpes, fútbol de abordaje. Pero no le salió la apuesta, pendientes como estaban los extremos del retrovisor, de las infatigables carreras de los laterales opuestos. Aunque tiene recursos el conjunto blanquiazul, sobre todo los que ofrece Sergio García y su chistera. Atado en corto por los centrales, el 9 se guardó sin embargo una travesura de las suyas, un pase a Caicedo que resolvió con un eslalon delicioso para descontar a tres rivales. Pero no pudo con Alves, que sacó la mano a tiempo y evitó un gol ya cantado por el Power8 Stadium, una parada antológica que a buen seguro Caicedo repasará con pena durante alguna noche.

Espanyol, 1-Valencia, 2

Espanyol: Pau; Arbilla, Álvaro, Héctor Moreno, Duarte; Lucas, Cañas, Víctor Sánchez (Salva Sevilla, m. 70), Víctor Álvarez (Montañés, m. 78); Sergio García y Caicedo (Stuani, m. 69). No utilizados: Prieto; Fuentes, Colotto y Javi López.

Valencia: Alves; Barragán, Mustafi, Orban, Gayà; Parejo, Javi Fuego, Enzo Pérez (André Gomes, m. 46); Rodrigo (Feghouli, m. 71), Alcácer (Negredo, m. 53) y Piatti. No utilizados: Yoel; Filipe, Vezo y De Paul.

Goles: 0-1. M. 62. Piatti remata un centro de Gayà. 0-2. M. 85. Parejo, de falta. 1-2. M. 90. Sergio García, a la contra.

Árbitro: Melero López. Amonestó a Enzo Pérez, Víctor Álvarez, Víctor Sánchez, André Gomes, Montañés y Orban.

Power8 Stadium. 18.752 espectadores.

Costaba mezclar, tocar y driblar sobre el tapete, con los equipos en combustión permanente. Una lucha por el balón con sucesivas faltas tácticas —el empeño pasaba por no regalar metros ni balones—, aunque estropeada por la entrada criminal de Enzo Pérez sobre Víctor Sánchez que el colegiado dejó en tarjeta amarilla y que sorprendentemente soportó el tobillo del blanquiazul. Y Pérez, también tocado de otras tarascadas, dejó el duelo en el entreacto. Poco después lo hizo Alcácer con una lesión muscular para dar cabida a un Negredo anónimo.

Poco le importó el trasiego del banquillo a Gayà, que siguió a lo suyo, ofensivo y sin corsés. Hasta que lo vio Rodrigo en una de esas y el lateral, estupendo, centró con tensión sobre Piatti, que puso la puntera y festejó el gol. No se acabó ahí, en cualquier caso, el espectáculo de Gayà, que apretó al botón del hiperespacio para recuperar la posición en una contra adversa, para desviar sobre la línea de gol un remate de Stuani. No era la noche del Espanyol y así lo certificó Parejo, que lanzó una falta lejana que apenas cogió altura y que se estampó en el palo. Para infortunio de Pau, el esférico le rebotó en su espalda y de ahí se alojó en la red.

Acostumbrado en las últimas fechas a las heroicidades, al Espanyol le sobra fe y orgullo propio. Pero en esta ocasión de nada sirvió la nueva pillería de Sergio García, que le volvió a ganar la partida a Mustafi —ya se la jugó en la Copa, expulsado el defensa por cometer una falta como último hombre— y dejó su marca y gol en el partido. Victoria del Valencia; victoria del fútbol y turbo de Gayà.

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