Elogio al control
Chelsea y Manchester City empatan un partido sin ocasiones y en el que ambos se dedicaron a proteger su portería Los blues siguen líderes con cinco puntos de diferencia
Que no hay buena relación entre ambos equipos es tan notorio como que en enero hace demasiado frío en Londres. Sus entrenadores, Mourinho y Pellegrini, apenas levantan la mirada para saludarse, y entre los jugadores se observa una especie de hastío por aquello de verse un parecido inquietante en determinados comportamientos. De ahí que un partido entre Chelsea y Manchester City sea lo más parecido a una partida de ajedrez, en la que pocas veces se zarandean las fichas. Ayer, el encuentro en Stamford Bridge terminó en tablas, lo que mantiene a los blues en lo más alto de la clasificación y a los citizen segundos, a cinco puntos de distancia.
CHELSEA, 1 - M. CITY, 1
Chelsea: Courtois; Ivanovic, Zouma, Terry, Azpilicueta; Ramires, Matic; Willian (Drogba, m. 80), Oscar (Loftus-Cheek, m. 92), Hazard; Rémy (Cahill, m. 86). No utilizados: Cech, Brown, Ake, Christensen.
Manchester City: hart; Sagna, Kompany, Demichelis, Clichy; Fernandinho, Fernando (Lampard, m. 76); Jesús Navas, Silva (Jovetic, m. 89), Milner; Agüero (Dzeko, m. 83). No utilizados: Caballero, Boyata, Zabaleta, Kolarov.
Goles: 1-0. M. 41. Rémy envía a la red un centro de Hazard. 1-1. M. 44. Silva desvía un remate cruzado de Agüero desde fuera del área.
Árbitro: Mark Clattenburg. Amonestó a Silva, Fernando.
Stamford Bridge, 41.620 espectadores.
Más que por insistencia, los goles aparecen a veces por naturaleza. Hasta la jugada más tímida puede cambiar de opinión con solo un mal gesto. No importa si por el camino hay unos cuantos toques de más y los metros ganados hacia el campo rival que desaparecen después por una mala entrega.
Sin Cesc, lesionado, Ramires y Matic, titulares en el centro del campo de los londinenses, saben mucho de instalar cerrojos pero poco de abrir candados. Sin embargo, ambos poseen un buen golpeo, especialmente el serbio de gigante sombra. Pero de entre todos los jugadores del Chelsea, Hazard es el único que observa el fútbol como un lienzo que colorear. Por eso, si recibe un pase por alto es capaz de ponerle el mejor de los lazos y entregarlo con delicadeza a un compañero ávido de correspondencia. El joven Rémy, sustituto del sancionado Costa por su pisotón a Emre Can, fue el destinatario de un centro que pedía a gritos una caricia que lo reuniese con la red.
Se adelantó así el Chelsea gracias a un gol en el ocaso de la primera mitad que despertó de la letargia a un City timorato hasta entonces, que, sin embargo, consiguió que en la primera jugada en la que intervinieron tres de sus jugadores el balón acabase en la espalda de Courtois. Agüero se encontró con la pelota en la frontal del área tras una internada de Jesús Navas por la banda derecha, y su zurdazo, excesivamente cruzado en origen fue desviado por Silva, que desde el suelo corrigió su trayectoria con un toque sutil.
Igualado de nuevo el marcador el partido volvió a ese mismo punto de control que no supo abandonar. Ni siquiera las internadas del extremo andaluz del City por la banda derecha, que generaron más de un problema a un sobrepasado Azpilcueta, acabaron con algún remate que comprometiera a Courtois.
Casi siempre, dos no se pelean si ninguno quiere. Lo más emocionante que ocurrió antes del pitido final fue la ovación que recibió Lampard en el regreso como visitante a la que fue su casa durante 13 temporadas.
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