El Madrid mejora con cuatro volantes
La baja de Cristiano estabiliza tácticamente al equipo de Ancelotti, que crece ante la Real
La política deportiva del Madrid esconde una paradoja. La versión más competitiva del equipo suele coincidir con la baja de una de sus dos superfiguras porque solo así se pueden alinear cuatro centrocampistas. En octubre faltó Bale. Ahora es Cristiano quien miró el partido desde su palco particular. El adversario, una Real sin delinear, mermada por la lesión de Vela, opuso una breve resistencia. El Madrid jugó con cuatro volantes, como mandan los cánones más tradicionales, y con dos puntas. Uno, el promocionado Bale; el otro, Benzema, el impopular francés que jornada a jornada es capaz de obrar maravillas que al día siguiente nadie parece recordar. Benzema puso el broche genial a un partido encauzado gracias a la solvencia de Ramos, Isco y Marcelo.
R. Madrid, 4-Real Sociedad, 1
Real Madrid: Casillas; Carvajal, Varane, Sergio Ramos, Marcelo; Illarramendi, Kroos (Khedira, m.81), Isco; James (Jesé, m.74), Bale y Benzema (Chicharito, m.80). No utilizados: Navas, Arbeloa, Nacho y Coentrão.
Real Sociedad: Rulli; Aritz (Bergara, m.63), Mikel, Iñigo Martínez, Yuri; Elustondo, Rubén Pardo; Granero, Xabi Prieto, Canales (De la Bella, m.46); y Vela (Agirretxe, m.17). No utilizados: Zubikarai, Castro, Zaldua, Finnbogason.
Goles: 0-1. M.1. Aritz Elustondo. 1-1. M.3. James. 2-1. M.37. Ramos. 3-1. M.52. Benzema. 4-1. M.77. Benzema.
Árbitro: Álvarez Izquierdo. Amonestó a Illarramendi, Marcelo, Khedira y Yuri.
71.653 espectadores en el Bernabéu.
El anuncio de la muerte de un seguidor de la Real en accidente de tráfico cuando viajaba hacia Madrid precipitó un homenaje en el campo, en donde los equipos guardaron un minuto de silencio. La tarde se había oscurecido repentinamente y caía una lluvia fría. Por primera vez en la temporada se veían asientos vacíos en la grada baja del Bernabéu. El tema central de Hasta que llegó su hora, de Ennio Morricone, acentuó el carácter lúgubre del momento. Pero el partido arrancó desatado. Pardo lanzó un córner desde la derecha de Casillas y Elustondo dejó en evidencia a toda la defensa del Madrid con una carrera y un cabezazo pleno que estrelló el balón en la red. No habían transcurrido ni dos minutos cuando Marcelo replicó driblando a Prieto y Aritz, y poniendo un centro exacto a la cabeza de James. El colombiano colocó el balón en la escuadra sin despegar los pies del suelo, ante la mirada atónita de los centrales vascos. En tres minutos, 1-1. En tres y medio, Canales tuvo el 1-2. Pero el balón se fue rozando el palo.
El partido empezó sin que muchos jugadores se percatasen. Nadie defendía. Nadie robaba un balón. Cada jugada acababa en el área rival. En un remate, en una falta, o en un córner. La situación solo se estabilizó cuando Vela pidió el cambio, al cuarto de hora. El balance fue claramente perjudicial para la Real. Sin el delantero mexicano, que abandonó la cancha cojo, su equipo perdió la referencia. Moyes se equivocó metiendo a Agirretxe porque privó a sus futbolistas de una salida rápida que atacara la espalda de Kroos. Agazapados en su campo, cada vez más replegados, tampoco supieron agruparse con la pelota para evolucionar tocando. Optaron por cerrar los espacios colaborando entre todos mientras el Madrid se reponía del desconcierto inicial adueñándose de la situación.
Ancelotti formó una línea de cuatro centrocampistas con Kroos en el mediocentro, Illarra descolgado en un plano superior, James a la derecha e Isco a la izquierda. Arriba, Benzema acompañó a Bale, el jugador en quien la directiva deposita la pesada carga de suceder a Cristiano. El tema tiene miga y la hinchada, que lo intuye como un artificio administrativo, no dejó de inspeccionarlo. En mala hora, puesto que durante la primera parte la Real negó los espacios a su rival y el futbolista más incómodo en la cancha fue el que más cancha necesita para brillar. Bale precisaba tirar desmarques y no hizo el primero hasta el minuto 23, cuando Isco lo habilitó con uno de sus múltiples pases filtrados. El tiro se fue muy desviado.
Los cambios de orientación a Carvajal y los desbordes de Marcelo fueron los recursos más utilizados por el Madrid para abrir la defensa rival con jugadas elaboradas. Sin fortuna. El partido acabó decidiéndose como suele suceder últimamente, en un córner y sus derivadas. Frustrado el primer centro, Marcelo volvió a colgar un balón y Benzema lo empalmó. Rulli, que le había parado un tiro antes, se lo volvió a despejar. Pero esta vez el rechace cayó a los pies de Ramos, que fulminó con convicción. El 2-1 encauzó el trámite para el Madrid, que a partir de entonces exhibió toda su potencia. Antes del descanso, sin embargo, la fiesta se interrumpió con una oleada de pitos a Bale. El púbico le reprochó haberse apropiado de un balón que Benzema le había entregado a James para que marcara sin oposición, en la culminación de un gran contragolpe. Bale envió el tiro contra la valla publicitaria.
Bale se reivindicó en el principio de la segunda parte asistiendo a Benzema desde la posición de extremo izquierda, única franja en la que se le vio suelto. El francés, verdadero genio de la tarde, marcó el tercero sin aparentar esfuerzo. Fue el anticipo de su gran obra de la jornada, que también fue la culminación del partido. Benzema buscó la asociación con Jesé y con Isco en el flanco izquierdo de la defensa de la Real antes de abrirse camino por donde nadie le marcaba. En el pico del área. Allí, sin levantar la mirada, cruzó un derechazo medido que envió la pelota a la escuadra opuesta.
Benzema buscó a sus compañeros con el gesto transfigurado por la risa. Se abrazaron mientras la multitud celebró la proeza con la poca energía que le quedaba después de dos horas en las que el cielo había deparado lluvia, nubarrones negros, cielo azul, sol y nieve. Momentos vibrantes en la atmósfera y en el césped. Tarde de transición hacia el miércoles que viene, cuando el Sevilla someterá al Madrid a un examanem mucho más profundo.
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