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Mal Madrid, peor Cristiano

El Córdoba merece la victoria, pero sucumbe ante un equipo blanco impotente Ronaldo es expulsado por patear con saña a Edimar

José Sámano
Crisitano le da una patada a Edimar, por la que vio la roja.
Crisitano le da una patada a Edimar, por la que vio la roja.C.QUICLER (AFP)

El único Madrid que hubo en El Arcángel fue el Córdoba, que se ganó todos los honores. Goleó a su imponente rival en actitud y aptitud, pero perdió por uno de esos milagros que depara el fútbol, tan escurridizo a veces. Un juego en el que, en ocasiones, el resultado es una ganga inmerecida. Un córner y un penalti ya a punto de bajar el telón, le permitieron al peor Madrid en meses cantar un bingo tan inmerecido como inesperado. Hasta el gol de Bale, nadie simbolizó mejor la insuficiencia visitante que Cristiano Ronaldo, el póster de la impotencia. Con el fútbol en curso no dijo ni mu, pero a diez minutos del final, el portugués pateó con saña a Edimar y fue expulsado. Si el gesto fue reprochable, lo de su salida del campo no tuvo nombre. Lejos del arrepentimiento, CR tuvo otro brote de vedetismo extremo y se fue del campo mientras sacaba brillo al escudo de la FIFA que distingue al Madrid como campeón del Mundial de Clubes. Un brillo que el luso y sus compañeros no esparcieron sobre el césped. Mal el Madrid, peor aún su estrella. El estrellato es otra cosa, la humildad debiera ser esencial.

Córdoba, 1-Real Madrid, 2

Córdoba: Juan Carlos; Gunino, Pantic, Crespo, Edimar; Deivid, Rossi; Bebé, Fede Cartabia, Ghilas, Florin (Fede Vico, min.79).

Real Madrid: Casillas; Carvajal, Varane, Sergio Ramos, Marcelo (Coentrao, min.71); Kroos, Khedira (Illaramendi, min.63), James Rodríguez (Jesé, min.79); Bale, Benzema y Cristiano Ronaldo.

Goles: 1-0, M.02: Ghilas, de penalti. 1-1, M.26: Benzema. 1-2, M.88: Bale, de penalti.

Arbitro: Alejandro Hernández Hernández (Comité Las Palmas). Expulsó con roja directa al visitante Cristiano Ronaldo (m.82) y por doble amarilla al local Fede Cartabia (m.60 y m.87). Además, amonestó por parte del Córdoba a Rossi (m.56) y por el Real Madrid a Sergio Ramos (m.1), Khedira (m.62) y Carvajal (m.74).

Aforo lleno en el Nuevo Arcángel de Córdoba (más de 21.000 espectadores).

En Córdoba, el supuesto Madrid fetén fue un cero, un páramo. La nadería absoluta, ni chiribitas, puro fogueo ante un Juan Carlos al que solo tiró de la hamaca a balón parado. Aburguesado, el líder no tuvo una pizca de fútbol, compitió mal y se paseó a ratos. Por mucha que sea la brecha entre su rango el del Córdoba, todo partido exige unos mínimos. Algo de ánimo, por ejemplo, el que tuvo el loable conjunto andaluz desde su traca iniciática. Un discutible penalti de Sergio Ramos, extraviado en los últimos tiempos, en el primer minuto. El centro de Bebe dio en una mano del madridista, pero más bien pareció de rebote. Los brazos de Ramos cubrían su tronco, sin molinillos. Lo denunció un asistente, no el árbitro, y el argelino Ghilas anotó de maravilla.

Un gol casi desde el calentamiento al que el Madrid apenas ofreció respuesta hasta que Bale compró lotería y expió a Cristiano en el ocaso del encuentro. Mientras, el equipo estuvo momificado, sin gancho, flácido en todos los asaltos con los blanquiverdes. El grupo de Djukic impuso su entusiasmo, con el “sí se puede” grabado a fuego, con el alma en cada disputa. Lo contrario que su oponente, tan chato para todo, desconectados unos de otros todos sus futbolistas, sin nadie inspirado. Ramos y Varane con la caraja, los laterales contenidos, Khedira dispersado y con la cabeza lejos de Madrid, Kroos bajo de depósito, James a la sombra y Cristiano y Bale fuera de foco, dimitidos, solo activados con la pelota detenida. Tan solo Benzema, tantas veces señalado por su aparente aflicción, se dejaba ver. El caso de James resultó significativo. Khedira no es Isco, ausente por molestias, pero el colombiano sí tiene duende. Sin el malagueño, y con Modric aún convaleciente, el Madrid precisaba como nunca a un James ilustrado. No fue así, y el cafetero se perdió en el barbecho general. Nadie borró la huella de Isco y la rutilante BBC se sintió aislada.

Con júbilo y mucho orden táctico, el conjunto local fue un equipo con suelas desgastadas, firme para no conceder más que un par de ocasiones y sin complejos para dar la lata a la zaga madridista. Al Madrid le cayó del cielo un gol de Bezema tras una pelota peinada por Bale después de un córner ejecutado por James. Ningún otro dictado tuvo el líder, que las pasó canutas con los acelerones de Bebe, el forcejeo perpetuo de Andone, las embestidas de Ghilas y las sutilezas de Cartabia. Todos estuvieron a un pelo del gol, sobre todo Andone, que remató al larguero tras una pifia de Varane. No había rastro del Madrid, al que los cambios en nada mejoraron.

El gigante era el Córdoba, aún más aliviado tras la expulsión del cortocircuitado Ronaldo. 43 años esperando el regreso del Madrid y tenía el paraíso a la vista. Entonces, Bale tuvo una falta a favor, lo que ya de por sí es motivo de inquietud para cualquiera, lo mismo da que el galés haya estado ausente. Su disparo se estrelló en el codo de Cartabia, incrustado en la alambrada de la barrera. Al contrario que Ramos, el cordobesista cubrió parte del perímetro de su cuerpo con el brazo. Penalti y expulsión. Bale alivió al Madrid en un día espantoso y redimió a Cristiano. La ley de los grandes, pero salves al Córdoba.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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