Las Palmas, Qatar y Melbourne

19/01 Lunes

¡Qué bien se vive a 20 grados! Y más en invierno. Te cambia hasta el carácter. Estoy en el avión que me devuelve a Madrid desde Las Palmas, donde esta mañana se ha celebrado el sorteo de la Copa del Rey de Baloncesto, y me siento bien. No solo porque voy cómodamente sentado en salida de emergencia y la sobrecargo ha tenido a bien invitarme a una cervecita en honor a los viejos tiempos, sino porque eso de salir de un sitio lloviendo y con el termómetro rondando los cero grados y pasar un día donde te da un poquito el sol y comes en una terraza viendo el mar, alegra la vida a cualquiera.

Me siento bien. No solo porque voy cómodamente sentado en salida de emergencia y la sobrecargo ha tenido a bien invitarme a una cervecita en honor a los viejos tiempos...

Del sorteo, pues poco que decir salvo que todo el mundo parecía satisfecho con su suerte. Salen los emparejamientos y los representantes de cada equipo repiten tópicos. Es una competición difícil y todos los rivales son respetables. Por supuesto nadie habla de buena suerte, que en el fondo esconde un cierto desprecio. Los que parecían más felices eran los anfitriones, no solo por el hecho de recibir a lo más granado del baloncesto español, sino porque entre los cuatro posibles rivales del Herbalife Gran Canaria, les tocó el aparentemente más accesible, el Joventut. Tienen su parte de razón, aunque por otro lado ese supuesto guiño de la fortuna sea un regalo envenenado, pues incrementa su responsabilidad, el mayor enemigo de los equipos que ejercen sobre local. A la necesidad de responder la ilusión de sus aficionados se une el que te toque un rival supuestamente más accesible que si el emparejamiento hubiese sido con Barcelona, Real Madrid o Unicaja, los tres equipos más poderosos de la competición. En fin, tiempo habrá de hablar de este torneo cuyo sorteo envió a los dos grandes por diferentes zonas del cuadro, lo que posibilita que una vez más la final termine siendo la más clásica y mediática posible.

Casi en las antípodas de las islas Canarias, más concretamente en Australia, comienza el Open y Nadal tiene una puesta en escena convincente. No despeja todas las dudas que se ciernen sobre él después de tantos meses sin competir, pero el buen rendimiento tranquiliza un poco su espíritu y el de todos sus seguidores. El camino es largo, pero cada victoria no solo le acerca a las rondas definitivas, sino que le da el tiempo de juego suficiente como para poder ir cogiendo el toque, temple, confianza y sensaciones necesarias como para poder competir con garantías.

Mientras tanto, la selección de balonmano sigue su puesta a punto de cara a los cruces. Las sensaciones ante Chile fueron mejores que en los dos primeros partidos, pero estas cosas hay que pasarlas por el tamiz de la fortaleza del rival, que en este caso no era mucha. Algo más de sustancia parece tener el siguiente partido, el miércoles ante Qatar, una selección hecha al estilo emirato, o sea, a base de pasta gansa. Malos tiempos para los sentimentalismos nacionales….

20/01 Martes

“Yí gè Zhōngguó rén jiào Wang Jianlin mǎi 20% Madrid de Atlético. Wang hěn yǒu qián suǒyĭ Cerezo he Gil hěn gāoxìng”. O dicho en castellano. “Un chino llamado Wang Jianlin compra el 20% del Atlético de Madrid. Wang es muy rico, por eso Cerezo y Gil están muy contentos”. No, si al final el haber aprendido algo de chino me va a servir hasta para ir al fútbol. Anda feliz la parroquia atlética, como hace unos meses lo estuvo la valenciana con la llegada de Peter Lim. La compra total o parcial de los clubes anuncia la llegada de dinero en carretilla, y los seguidores lo traducen en sueños de grandes jugadores vistiendo sus camisetas. No siempre se cumplen estas ilusiones, pues hay deudas que se lo comen casi todo y generosos magnates dispuestos a todo que luego no lo son tanto. Pero ante el riesgo real de asfixia económica, estos millonetis son vistos como flotadores que no solo la evitarán, sino que colocarán al club en destacadas posiciones deportivas. Si los chinos se están haciendo con medio mundo y la mitad del otro medio, no debe extrañar su llegada al universo deportivo. Como seguro que en el próximo partido del Atleti en el Calderón habrá una pancarta tipo “Wang Bienvenido a Madrid” sugiero que sea en su idioma, que igual se emociona y deja propina. Y una propina de un tipo que tiene 15.500 millones de euros de fortuna personal, lo mismo te vale para renovar al Cholo. Wang, huānyíng nĭ lái Madrid.

Este martes ha sido el día de Wang y también el día de Luis. No Luis Aragonés, alias el zapatones, santo y seña de los colchoneros (habría que ver qué hubiese dicho don Luis del advenimiento de los compatriotas de Confucio) sino Luis Bárcenas, otro millonario, pero este con dinero ajeno. 200.000 euros le separan de la (temporal) libertad y el pobre se afana en conseguirlos a base de donativos, que sus cuentas están más bloqueadas que Luis Enrique cuando le preguntan por Messi. Yo le sugiero un crowdfunding. Aunque ya le advierto que muchos de los que se proclamaron compañeros, amigos y lo defendieron a muerte, ahora no le quieren ni nombrar. Cruel destino el de este mago de las finanzas.

21/01 Miércoles

Me paso la mañana trabajando y con un ojo puesto en el partido de Nadal. Uffff, ha sido una tortura. Con final feliz, eso sí, pero sudando tinta. No me extraña que ganado el último punto, se haya arrodillado como si hubiese conseguido el título. No sé si es cierto eso de que lo que no mata engorda, pero sí que el sufrimiento hace más dulce el triunfo. Y Rafa ha sufrido de lo lindo, deshidratación inesperada y vómitos incluidos. Hay cosas que no cambian, independientemente del estado en el que se encuentre, y la capacidad de Nadal para dejarse hasta el último aliento en cada partido ha quedado de nuevo demostrada. Habrá que ver si en enfrentamientos más exigentes como los que le esperan, será suficiente, pero cada partido que gana, cada paso que da, es una garantía para confiar en él. Por de pronto le espera el viernes en tercera ronda el israelí Dudi Sela, número 106 de la ATP. Pero como demostró el correoso Smyczek, 112 del ranking, Melbourne no siempre es respetuoso con las clasificaciones.

Sin llegar a la extenuación como Nadal, tampoco lo ha pasado bien la selección de balonmano en su partido contra Qatar, una selección donde conviven ocho jugadores oriundos del emirato con otros nacidos en Bosnia, España, Montenegro, Cuba o Francia. El más letal, Markovic, un armario de tres cuerpos que más que un brazo tiene una catapulta. Una ONU balonmanística cuyo potencial se anunciaba grande y que lo demostraron poniendo en serios apuros a los apodados Hispanos. España aguantó embestidas y ambiente caldeado para terminar con un nuevo triunfo, lo que le acerca a su primer objetivo de este Mundial, el acabar líder de grupo para tener el mejor camino posible en las eliminatorias. Además, que haya sido exigida al máximo siempre viene bien en esta primera fase de puesta a punto y ubicación para el sprint final.

La intensa jornada deportiva ha terminado con los cuatros de final de la Copa del Rey de fútbol, donde todo se ha quedado pendiente para la semana que viene, que para eso se le da valor lo de jugar el partido de vuelta en terreno propio. Mucha intensidad, mucho ida y vuelta, pero de goles, la cosa ha ido un poco rácana. En estos tiempos tan de estrategia, los equipos afrontan la primera cita más con la mentalidad de no perder la eliminatoria que con la de ganarla, lo que hace muy factible resultados tipo 0-0 o 1-0 que posibilitan que se produzca esa cuadratura del círculo donde todos salen satisfechos con el marcador.

Antes de irme al sobre, se anuncia que Bárcenas, o "ese señor sobre el que usted me pregunta", como se refieren a él sus excompañeros, ya tiene los 200.000 euros y que su salida de la cárcel es inminente. Le esperan fuera un montón de cámaras de televisión y un absoluto rechazo social. Lo mismo en unos días y agobiado por el seguimiento mediático y el desprecio de la ciudadanía, pide que le devuelvan a su celda.