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historias de un tío alto
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La elegancia y los Cavaliers

Los Cavs abandonarán su mediocridad cuando LeBron deje de buscar la perfección y se limite a esperar a que llegue

LeBron James, en un partido con el Cavaliers, el viernes.
LeBron James, en un partido con el Cavaliers, el viernes.Gary A. Vasquez (USA Today Sports)

En algún lugar de Cleveland, alguien ha tenido un mes difícil. Pienso en el encargado de bordar los nombres de los jugadores en las camisetas de los Cavaliers. El director general del equipo se ha pasado los primeros días de enero imitando a los caprichosos emperadores, negociando traspasos y opciones en el draft a cambio de los antojos de cualquiera con un mínimo criterio. Adiós al quejumbroso Dion Waiters, a algunos jugadores del banquillo y a un par de opciones de futuro. Hola a la estrella de las redes sociales J.R. Smith, al especialista defensivo Iman Shumpert (ninguna relación con la esposa de David Bowie) y al pívot Timofey Mozgov, quien, en un detalle que ha fascinado a los periodistas americanos, jugó en la selección rusa del hoy entrenador de los Cavs, David Blatt (esos mismos periodistas asumen que ese periodo juntos les convirtió en una suerte de mejores-amigos-para-siempre).

La mayoría de los analistas coincide en que esas incorporaciones devuelven al equipo a la lista de favoritos en la que estaba a principio de temporada. Smith es una versión mejorada del miserablemente horrible Waiters (en parte porque no le importa irse al banquillo y tener más tiempo para tuitear). A Shumpert le da igual si le llega la bola, buenas noticias en un equipo en el que juegan Kevin Love y Kyrie Irving. Y Mozgov es mejor que cualquier selección del draft que haya podido costar. La mayoría jamás alcanzará sus cifras de 8,5 puntos y 7,8 rebotes por partido (con un acierto del 50%).

Los Cavs abandonarán su mediocridad cuando LeBron deje de buscar la perfección y se limite a esperar a que llegue

Pero tengo la impresión de que sigue sin ser suficiente porque el problema no era la plantilla sino la búsqueda de la belleza de su estrella, LeBron James.

A lo largo de mi formación como ingeniero mecánico sobreviví a clases de matemáticas que habrían hecho llorar al mismísimo Arquímedes. Aprendí que para solucionar un problema siempre hay distintos caminos y que el mío era utilizar los trucos de trigonometría del instituto, un método mal visto por mis profesores porque normalmente era una vía más complicada que requería de más papel. Su opción era la solución elegante, también conocida como la respuesta en menos pasos.

LeBron tiene su misma actitud. Él también quiere ganar con elegancia. Es una postura loable porque, al fin y al cabo, ¿a quién no le gusta la belleza? Lo malo es que mi experiencia como estudiante de ingeniería me enseñó que la elegancia es impredecible. Surge donde menos te lo esperas y en muchos casos sólo aparece cuando dejas de buscarla.

El frenesí en las oficinas de los Cavaliers probablemente sea bueno para apuntalar las opciones del equipo esta temporada, pero sigue siendo insuficiente. La única manera de que abandonen su actual mediocridad pasa porque LeBron deje de buscar la perfección (y se limite a esperar a que ésta llegue).

Sólo así los Cavs ganarán más partidos y él volverá a parecer el jugador genial que es. Y sólo así, ese pobre hombre que borda los nombres en las camisetas volverá a tener tiempo libre.

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