El reinicio de Breno
El São Paulo rescata para el fútbol al brasileño, que pasó dos años y medio en la cárcel por quemar su casa cuando jugaba en el Bayern
“Bebí y ocurrió. Pagué por mi error y a partir de ahora sólo quiero vivir cosas buenas”, anticipa Breno Vinicius Rodrigues Borges, presentado esta semana como nuevo jugador del São Paulo. Con 25 años aún es posible enmendarse, incluso después de haber pasado dos años y medio en la cárcel, casi la mitad sin disfrutar de régimen abierto, peripecia que remite a las dificultades de algunos futbolistas jóvenes para integrarse en entornos muy diferentes a los que se han criado. Breno, un corpulento central, firmó en diciembre de 2007 un contrato de cuatro años con el Bayern MÚnich tras ser elegido como el mejor zaguero del Brasileirao. Se instaló en Baviera el otoño siguiente tras colgarse la medalla de bronce de los Juegos Olímpicos de Pekín, pero apenas encontró minutos. “Mis agentes me habían dicho que iba a jugar, pero me encontré con el banquillo o la grada, con una cultura y un idioma diferente”. Llegó una cesión al Nuremberg, una grave lesión de rodilla y, al fin, el desastre: en septiembre de 2011, en un rapto de furia e inconsciencia, Breno plantó fuego a la casa en la que vivía alquilado en un exclusivo barrio de Múnich. Un tribunal le condenó a tres años y nueve meses de prisión. Su buen comportamiento le ayudó a salir antes de tiempo y el pasado 20 de diciembre regresó a su país.
El fútbol no se olvida, advierte Breno. Durante su estancia en la cárcel compartió celda con dos presos de origen español, trabajó en la lavandería, trató de mantener un cierto tono muscular y recuperar su maltrecha rodilla izquierda, la que, asegura, le llevó a cometer el mayor error de su vida. “Acababan de decirme que tenía que operarla por tercera vez”, recuerda. En agosto de 2013 logró un permiso para trabajar cinco horas al día como asistente en el equipo sub-23 del Bayern. Ya no le unía un vínculo como futbolista con el club, pero éste no tuvo dudas: “Es un miembro de nuestra familia y queremos darle otra oportunidad”, apuntó Uli Hoeness, entonces presidente y poco después también encarcelado, en su caso por cometer fraude con el fisco.
Tenemos que tener mucha calma con él Muricy Ramalho, actual técnico del São Paulo
“Tenemos que tener mucha calma con él”, receta Muricy Ramalho, actual técnico del São Paulo, el mismo que le dio la alterantiva en 1997 para darse a conocer en el equipo que entonces dominaba el fútbol brasileño, aquel grupo que logró tres campeonatos consecutivos y en el que Breno logró acoplarse al costado de André Dias y Joao Miranda, posteriormente traspasados a Lazio y Atlético de Madrid. Fue justamente el más joven el que se marchó primero. 12 millones de euros pagó el Bayern por él. Sufrió para adaptarse a la vida en Alemania, no logró aprender el idioma. Aquella tarde en la que supo que el bisturí debía asomarse de nuevo sobre su rodilla lesionada abrió varias cervezas, vació una botella de vino de Oporto y otra de whisky. Su mujer, sus tres hijos (dos eran de una relación anterior de su esposa) y su agente estaban en casa. Ya era de noche, miró un instante a su pequeño dormir y pidió a su esposa que cuidase de él, abrió una ventana y se tiró desde una altura de cuatro metros. “Sufría alucinaciones y estaba muy borracho”, explicó más tarde su pareja, a la que posteriormente la policía grabó conversaciones telefónicas en las que aseguraba que Satanás estaba dentro del cuerpo de su marido. Aconsejada por el agente del jugador, la mujer sacó a los tres chicos de la casa y los llevó de madrugada a su coche. Se fue a unas manzanas de distancia y en ese intervalo Breno, fuera de si, prendió fuego al hogar con todas las pertenencias de la familia dentro. Hasta allí llegó Rafinha, todavía lateral derecho del Bayern, que acababa de llegar al equipo tras pasar por Schalke 04 y Genoa. Todos pensaban que la casa ardía con Breno dentro, pero en realidad el futbolista estaba retenido en un vehículo policial. Acabó en un hospital donde pasadas las horas confesó a todo el que le preguntó que no recordaba nada de lo ocurrido.
Los daños causados superaban el millón y medio de euros, se detectaron varios focos que originaron el incendio y el dueño exigía una reparación
De inmediato comenzó la investigación y llegaron las contradicciones. Los daños causados superaban el millón y medio de euros, se detectaron varios focos que originaron el incendio y el dueño exigía una reparación. Breno estuvo tres días en el hospital y de ahí se fue a un calabozo. El Bayern pagó una fianza de medio millón de euros para que fuese liberado, un préstamo que tuvo que devolver el futbolista. Regresó a los entrenamientos y hasta firmó un precontrato con el Lazio para buscar un nuevo futuro en Italia, pero tenía un juicio pendiente fijado justo para la semana siguiente a la que finalizaba su contrato con el cuadro muniqués. Llegó la condena y una nueva vida. Lejos de villas lujosas, Renata Breno se acopló con sus niños en un pequeño apartamento de 50 metros cuadrados. Podía visitar a su marido cada quince días durante una hora. Una tarde que fue con su hijo, que por entonces tenía tres años, éste quiso regresar a casa con los dos. “Papá, ya has trabajado bastante. Ven con nosotros”, le dijo. Tampoco Rafinha dejó de ir por la cárcel a confortar a su amigo.
“Si voy a la cárcel, mi vida se acaba”, le había confesado Breno a su mujer. No fue así. Desde el 17 de abril de 2011 no juega un partido de fútbol, pero ahora dispone de otra oportunidad porque el São Paulo le dio un aliciente para luchar al comprometerse con él mientras estaba preso. Ha vuelto a ser padre. “Vuelvo con la cabeza alta”, apunta en su regreso. Acaba de sufrir una leve lesión muscular. “Nada que ya no pueda superar”, concluye. La experiencia también ha dejado alguna enseñanza en Múnich, donde en el Bayern se suscitó tras el fracaso con Breno un debate interno sobre la oportunidad de acudir al mercado latinoamericano a contratar futbolistas jóvenes y llevarlos a Alemania. No ha vuelto a hacerlo.
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