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¡No mire, son los Knicks!

El equipo de Phil Jackson se sume en el peor curso de una franquicia marcada por la nefasta gestión de su dueño, Jim Dolan

Aficionados de los Knicks, en el Madison.
Aficionados de los Knicks, en el Madison.ELSA (AFP)

Cuando los Knicks se enfrentaron a los Bulls de Pau Gasol en octubre de 2014 en la opening night de la actual temporada de la NBA, el debate que entretenía a los analistas era si el famoso triángulo del técnico Phil Jackson, el sistema de juego que le dio 11 títulos en Chicago y Los Ángeles, sería bien asimilado por los chicos del Madison Square Garden.

Nueva York perdió aquella noche ante un fantástico Gasol y ahora, 35 derrotas después, la orgullosa afición de los Knickerbockers se hace otras preguntas. ¿Sobrevivirá Jackson, el hombre con más campeonatos de la NBA, a la que ya se anuncia como la peor temporada del peor equipo pese a su título de presidente del club con un contrato de 60 millones dólares y cinco años?

Los Knicks llevan 41 años sin conquistar un título y tienen mucha obra publicada sobre expectativas frustradas, dinero despilfarrado y fiascos varios merced a la gestión de su polémico dueño, el magnate de la televisión por cable, el impulsivo emperador Jim Dolan. Para muchos, los males de los Knicks son los males de Dolan. Desde la marcha de Pat Riley en 1995, once directores técnicos y otros tantos gerentes han pasado por el equipo. El viento cambia en el Madison en función de quién aconseje a Dolan ese año. Ahora es Jackson; en su día fue Isiah Thomas. Hubo otros. Ni siquiera el respetado Donnie Walsh fue capaz de limpiar la casa. En el fondo, lo que le pasa al equipo es que no tiene talento.

No es la convicción de que este año tampoco será propicio lo que corroe al club y a su entorno, sino la sensación de ridículo.

Por ello, no es la convicción de que este año tampoco será propicio lo que corroe al club y a su entorno, sino la sensación de ridículo, algo insoportable para una ciudad que alardea de haber tenido, si no los trofeos (sólo ha ganado dos títulos), sí el mejor baloncesto jamás visto en EE UU. Nueva York es especial hasta para eso.

Las derrotas por menos de 10 puntos se celebran estos días como victorias (el promedio de los últimos pinchazos es de 18,8 puntos) y ni siquiera la excusa de las importantes bajas en enfermería (Carmelo Anthony, Stoudemire y Bargnani) sirve cuando todo el mundo recuerda que el desastre comenzó con ellos en la pista (la última victoria en casa fue el 22 de noviembre).

LAS PEORES TEMPORADAS DE LOS KNICKS

Temporada    G.     P.         G/P %    Entrenador

2014-2015      5     35       12,5%       Derek Fisher

1962-1963    21     59       26,3%       Eddie Donovan

1960-1961    21     58       26,6%       Carl Braun

1963-1964    22     58       27,5%       Eddie Donovan

1985-1986    23     59        28,0%      Hubie Brown

2005-2006     23    59       28,0%       Larry Brown

2007-2008     23    59       28,0%       Isiah Thomas

Los 42 partidos que quedan por jugar, la mitad de la temporada, hasta el 15 de abril se anuncian una pesadilla. Si los Knicks no se levantan podrían cerrar un registro vergonzante: menos de 15 victorias, algo nunca sufrido por un equipo de la NBA de la categoría de Nueva York en un campeonato de 82 partidos. En la temporada 1962-1963 fue cuando la franquicia obtuvo su peor porcentaje de victorias, el 26%. Ahora está en el 12%.

“Mea culpa. Me levanto por las noches pensando qué puedo hacer para ayudar a este equipo, pensando en qué podemos hacer distinto. Asumo mi responsabilidad”, entonó con gesto triste Jackson el pasado sábado en sus primeras declaraciones desde diciembre, antes de que su equipo cayera en el Madison ante los Hornets de Charlotte por 82-110. Vestía traje oscuro, chaleco a juego y corbata oscura: la indumentaria perfecta para un entierro.

El partido resumió todos los males del equipo, desde una alineación irreconocible a una impotencia insospechada en el juego, inmortalizada en una diferencia de 45 puntos en el tercer cuarto. En ese momento terrible, cuando parecía que los Knicks iban a batir su récord de puntuación más baja en un partido (58, en 2000), los abucheos recorrieron las gradas del Madison y no pocos aficionados se colocaron las ya habituales bolsas de papel en la cabeza para no ver lo que allí estaba pasando.

Jackson no se tapó la cabeza. Lo vio todo de cabo a rabo. Algunos niños le gritaron “¡¡Despide a Fisher!!”, en referencia al entrenador, Derek Fisher, jugador hasta la pasada temporada. Pero Jackson sabe que quien debe dar respuestas es él. Son los peajes de ser el mejor, el mago, el rey Midas de la NBA. Otros, con ironía, entonaron “¡¡MVP!!, ¡¡MVP!! [jugador más valioso del partido]”, cuando el pobre de Quincy Acy entró en los últimos segundos.

No es culpa de Fisher lo que sucede. El liderazgo es también eso. Hay que ser coherente cuando las cosas no van bien. Fisher es lo que el equipo necesita” Phil Jackson

La carnicería en Internet no se detiene. Como bien dijo Calderón a EL PAÍS la noche de su frustrado debut, por lesión, con los Knicks en octubre, “todo es diferente en el mejor pabellón del mundo”. Las fotos de los asientos vacíos del celebrity row, la fila dedicada a famosos en el Madison, recorren las redes sociales con comentarios de todo tipo, ninguno agradable. Los más sarcásticos recuerdan que el equipo está a salvo, que el peor partido que se recuerda fue contra Siracusa en diciembre de 1960. Los Knicks perdieron 162-100, así que, al menos, esa mancha seguirá en las camisetas de otros. O no.

Jackson ya habla de trabajar para la próxima temporada, de reiniciar el equipo, que entre bajas e incorporaciones temporales parece más un cuadro de pretemporada que un bloque dispuesto a competir por algo que no sea sobrevivir. Dos jugadores ya han sido traspasados a Cleveland, J.R. Smith e Iman Shumpert, y nadie descarta que haya más movimientos antes de que se cierre el mercado en febrero.

El presidente dijo que le gustaría incorporar a “cinco o seis” jugadores para la próxima temporada, convencido de que muchos hombres que acaban contrato y tendrán libertad para negociar su futuro podrían verse atraídos por el Madison. Marc Gasol es uno de ellos. Los rumores sobre el español, que está firmando su mejor temporada desde que llegó a la NBA, se suceden. Algunos le ven como el revulsivo necesario, otros como una falsa panacea para encandilar ingenuos en un equipo cada vez menos atractivo.

Gasol terminará este año su contrato con los Memphis Grizzlies y será uno de los agentes libres más cotizados. Sea cual sea la situación que atraviesen los Knicks, Nueva York es siempre una opción vital interesante para un hombre que, como su hermano Pau, no sólo valora las aspectos deportivos de sus decisiones.

El señor de los anillos no controla ya su destino. Para el próximo curso dependerá del ‘draft’, de la suerte y de que los jugadores libres sigan enamorados de su magia

Sobre el que no tiene dudas Jackson, a juzgar por sus palabras, es por su entrenador, Derek Fisher. “No es culpa suya lo que sucede. Está haciendo el mejor trabajo posible”, declaró el sábado. El dirigente elogió el temperamento tranquilo de su técnico, su paciencia, su estabilidad emocional. “El liderazgo es también eso. Hay que ser coherente cuando las cosas no van bien. Fisher es lo que el equipo necesita”, enfatizó.

Los Knicks juegan su próximo partido el jueves en Londres contra Milwaukee. Para la temporada más global de la NBA (101 jugadores extranjeros de 37 países), los partidos fuera de Estados Unidos son ya una necesidad. No se descarta que Anthony pueda reaparecer tras seis partidos ausente. Jackson reza para que sea así, aunque la opción del quirófano para la maltrecha rodilla del jugador está ahí. Pero el señor de los anillos no controla ya su destino. Para el próximo curso dependerá del ‘draft’, de la suerte y de que los jugadores libres sigan enamorados de su magia (dispone de unos 30 millones de dólares por debajo del tope salarial). No lo tendrá fácil. 60 millones de contrato le recuerdan cada día que llegó a Nueva York para ofrecer triunfos, no excusas.

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