Pau Gasol, en plan Michael Jordan

Pau Gasol está curado de espantos. En febrero de 2007, en uno de los momentos más frustrantes de su larga etapa con los Grizzlies, un locutor de una radio de Memphis, compuso una canción titulada Oda a Gasol. Entre otras lindezas le tildaba de “mercenario” y se las apañaba para entonar unas estrofas en las que proclamaba: “Solo juega bien la primera mitad” y “defiende clavado en el barro”, antes de preguntar, “¿quién quiere a un español llorón?”.

En 2008, al final de su primera media temporada con los Lakers, la prensa le buscó las cosquillas calificándole de soft (blando). No tuvieron bastante con el giro que Gasol les dio a los Lakers, que pasaron de no tener la más mínima opción, a la final contra los Celtics. La perdieron, y de mala manera, abrumados en el sexto partido (131-92). Aquel día, Gasol lloró en el vestuario del Garden de Boston. Pero un año después fue clave su poderío en el interior de la zona y barrió a Dwight Howard en la final contra Orlando.

En 2010 repitió el anillo y se desquitó de Garnett y los Celtics. No fue suficiente. Cuando la crisis devastó el proyecto de Phil Jackson, y ya en plena descomposición con Mike D’Antoni, siguieron sin descolgarle de la diana. Por fin, el pasado verano, cerró la puerta de los Lakers y el director deportivo, Mitch Kupchak, ya no tuvo que enredar más, como en diciembre de 2011 cuando tuvo cerrado su traspaso a Houston, luego anulado por la NBA. Las críticas no cesaron cuando firmó por los Bulls. “Está viejo y acabado”, sentenció Shaquille O’Neal en un análisis, en conversación con Charles Barkley, en octubre.

Gasol ha contestado en la cancha. A sus 34 años, su carrera, en lugar de declinar, remonta. En Chicago ha vuelto a demostrar su talento y su liderazgo. “Es una máquina de hacer dobles dobles”, señala su compañero Hinrich, algo palpable en la estadística, en la que Pau ha recuperado la excelencia con promedios de 18,7 puntos y 11,3 rebotes. Pero es mucho más que eso. “Es el tipo de persona que se compromete. Es especial. Es muy bueno y juega para ganar. Por eso era una buena opción para nosotros”, explica el entrenador de los Bulls, Tom Thibodeau. Pese a sus cualidades, a su capacidad de intimidación en la zona, a su magnífica mano y visión, no acapara el juego y, como se dice en el argot, no se las tira todas. Pero el sábado, ante Milwaukee, los Bulls no pudieron contar con su puntal, Derrick Rose, ni con Dunleavy, lesionados, y el prometedor Butler no atraviesa por su mejor momento. El equipo había perdido los dos partidos anteriores. Pau tenía que tirar del carro. Y vaya si lo hizo. Anotó 46 puntos (17 de 30 en tiros de campo y 12 de 13 en tiros libres) y capturó 18 rebotes. Una actuación primorosa. Su récord de anotación en la NBA, superando los 44 que obtuvo siendo jugador de los Grizzlies, contra Seattle, en marzo de 2006. Más que eso. Igualó la mejor anotación esta temporada en la NBA, los 46 puntos de Carmelo Anthony contra Utah. Y se convirtió en el primer jugador de los Bulls que suma 46 puntos y 18 rebotes desde que Michael Jordan totalizó 69 puntos y 18 rebotes en un partido con prórroga, en Cleveland, en 1990 (113-117).

“Me halaga que me comparen con Jordan”, señaló Pau, al que la afición coreó el célebre “¡MVP!”. “No sé si volveré a anotar 40 puntos, probablemente no. Me enorgullece ser perseverante y estar jugando bien a estas alturas de mi carrera. Empiezas anotando tus primeros tiros (20 puntos en el primer cuarto), tus compañeros te empiezan a buscar... Fui capaz de encontrar buenas posiciones para ejecutar los lanzamientos y coger ritmo. Le doy mucho mérito al trabajo de mis compañeros; hicieron muchas jugadas para mí y me buscaban todo el rato”, concluyó. Luego, envió un mensaje a través de las redes sociales. “¡Noche inolvidable! ¡Muy feliz por la victoria y por haber jugado a tan alto nivel! ¡Muchas gracias a todos por vuestro continuo apoyo!”. Firmado, Pau Gasol.