El Espanyol juega a contracorriente
Stuani firma el triunfo local sobre la bocina
Ya no se debate el Espanyol con el estilo, sino que ha entendido que por la vía del pragmatismo se diluyen los miedos y los fantasmas al tiempo que se alcanza antes el resultado exigido y, de paso, la comunión con una grada destemplada desde el principio del curso porque apenas se daba pie con bola. Pero el aficionado del Espanyol gusta del jolgorio –así lo expresaron esta semana al aceptar de buen grado la invitación del club a animar y no a insultar al rival ni al Barça por defecto- y tiene callo para los sobresaltos, acostumbrado como está a pasear por la cornisa. No hubo mejor ejemplo que frente al Granada, equipo que ofreció más y mejor fútbol de remate tuerto hasta que el Espanyol dijo lo contrario a falta de media hora, equipo de juego a contracorriente. Y con eso y el remate oportuno de Stuani sobre la bocina le valió para el triunfo, para alejarse de la zona de la quema.
ESPANYOL, 2-GRANADA, 1
Espanyol: Casilla; Arbilla, Álvaro, Colotto, Fuentes (Víctor Álvarez, m. 53); Lucas Vázquez, Cañas, Víctor Sánchez, Salva Sevilla (Montañés, m. 74); Sergio García y Caicedo (Stuani, m. 62). No utilizados: Pau; Moreno, Eric Bailly y Javi López.
Granada: Roberto; Nyom. Babín, Murillo, Juan Carlos; Fran Rico, Javi Márquez (Riki, m. 55), Iturra (Yuste, m. 75), Piti; El Arabi y Córdoba (Mainz, m. 84). No utilizados: Oier; Nounkeu, Sissoko e Isaac.
Goles: 1-0. M. 34. Caicedo desde dentro del área. 1-1. M. 61. El Arabi. 2-1. M. 91. Stuani.
Árbitro: Jaime Latre. Amonestó a Cañas, Juan Carlos, Murillo, Víctor Sánchez, Yuste, Piti y Mainz. Expulsó a Juan Carlos por doble tarjeta amarilla (m. 82).
Power8 Stadium. 18.400 espectadores.
No hay equipo de Caparrós que no priorice la defensa sobre el ataque, el estar abrigados atrás para luego salir a la contra. Táctica que le va de perilla a Córdoba, espigado delantero de pasado blanquiazul que devora metros con zancadas de sprinter. Aunque le ató en corto Álvaro, por lo que el Granada, que evidenció tener más recursos que el rival porque aceptó la racanería y los metros que le ofreció el Espanyol, adelantó las líneas y actuó de surtidor desde los costados. Si bien no hay mejor portero en el juego aéreo que Casilla, la insistencia dio sus frutos, sus oportunidades. La tuvo Murillo en un córner y también Piti tras un rechazo, ambas ocasiones escupidas por el portero. Pero la más clara la disfrutó El Arabi, que se despegó de Arbilla con un simple paso hacia atrás y que remató a contrapié de Casilla, estupendo en la corrección. Incluso Piti aprovechó un terrible despeje de Fuentes para montar el contragolpe y plantarse ante el meta, de nuevo estupendo porque sacó las piernas a tiempo. Suficientes ocasiones para festejar un gol negado; suficientes errores que valieron una condena.
No propuso de inicio el Espanyol nada mejor, o más bien nada, fiado a su enclenque ejercicio defensivo para buscar el pelotazo al generoso pecho de Caicedo. Pero al delantero le encimaron bien y no ofreció solución alguna. Sólo Lucas Vázquez se rebeló al tedio, empecinado en recibir por cualquier parte del campo, bien en la banda o por dentro. Aunque, convencido como está el Espanyol de su ‘clásica’ propuesta, sacó rédito para sorpresa general. Fue Salva Sevilla quien lanzó un centro a Sergio García, control con apuros e intervencionismo de Caicedo que la engatilló a gol, ya dentro del área.
El tanto no pareció un acicate, abrigados ambos equipos en su casa y citados en el ring de la medular, donde Víctor Sánchez y sobre todo Cañas corrieron por cuatro, desprendidos en las ayudas y confortables con el juego de choque. Aún así, el Espanyol empezó a jugar, sobre todo porque conectó de una vez por todas con Sergio García, que soltó un zurdazo después descartado por el larguero. Era el momento del Espanyol pero también el momento de Riki, que salió al césped para sacudir al Granada. Resulta que un centro suyo, mal defendido por la zaga blanquiazul y por Casilla, lo cazó de refilón El Arabi para instaurar el empate. Las tablas, sin embargo, agitaron al fin al equipo blanquiazul, por más que pareciera que el gafe del remate era contagioso; Sergio García marró una ocasión ante Roberto como después le imitaría Arbilla, rémora agrandada con un remate de cabeza torcido de Salva Sevilla cuando tenía toda la portería para él. Ocurrió, sin embargo, que Juan Carlos se pasó de frenada y vio la segunda amarilla, excusa perfecta para que el Espanyol estirara las líneas y, ya en el descuento, Lucas Vázquez sacara un centro que encontró a Stuani, cazagoles del área, que envió el balón a la red y al Espanyol a la zona confortable.
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