El paso al frente de Busquets
El centrocampista del Barça gana peso en el vestuario y versatilidad en el campo
Sergio Busquets (Badía del Vallés, 26 años) suma 299 partidos en el Barça y se le nota. “Soy más completo que cuando debuté”, reconoce el mediocentro, al que en Valencia Luis Enrique usó de interior para, según explicó, “controlar las transiciones”. No pareció cómodo, no se quejó —“juego donde me dice el míster”—, y se trabajó el partido tanto que se convirtió en el héroe al marcar el gol. Su último tanto, selección española al margen —anotó contra Bielorrusia en Huelva hace dos semanas— lo firmó el 5 de febrero de este mismo año, contra la Real Sociedad, en semifinales de la Copa del Rey. Con el de Mestalla, lleva 12 en el primer equipo, pero reconoce que el último es, de largo, “el más importante, porque es el primero que marco que sirve para ganar”.
Busquets crece a cada partido, a cada pase que da y a cada balón que recupera. Con un promedio superior al 90% de acierto en las entregas y una media de cinco recuperaciones en los doce partidos de Liga, puede que por el estilo de Luis Enrique haya perdido presencia en el centro del campo, pero la ha ganado en el camerino. En verano fue elegido cuarto capitán —Xavi, Iniesta y Messi le preceden— porque los veteranos le respetan y los jóvenes le miran con devoción. Jugador de pocas palabras y muchos gestos, acumula lecciones para cuando le llegue la hora de ejercer de capitán.
Cuarto capitán, ha perdido presencia en el centro del campo por el estilo de Luis Enrique, pero la ha ganado en el camerino
“No tengo dudas de que tarde o temprano el brazalete será suyo”, admite Xavi, el espejo en el que se mira el de Badía. Lo mismo ocurre en La Roja, donde también ha ganado galones después del Mundial. Sin Xavi, Villa y Alonso, y con Torres y Reina lesionados, se ha convertido en el cuarto capitán, por detrás de Casillas, Iniesta y Ramos. “Es solidario; piensa más en el compañero que en él, hasta el punto que pudiendo hacer muchas más cosas, se limita a jugar favor del equipo”, afirma Del Bosque, uno de sus fans. “Yo lo que hago es ver donde se me necesita y ahí voy”, dijo para definir su fútbol que, acepta, “no es vistoso para el aficionado, pero creo que es necesario en un equipo”.
Ni tiene cuenta en Twitter ni página en Facebook —“eso sólo da problemas”, se le ha escuchado decir— y sabe que sus mejores partidos pasan desapercibidos a la sombra de Messi, Iniesta o Neymar. Ni se preocupa. Del heredero del 5 de Puyol, toda una declaración de respeto, se dice que es un hacha jugando al ping-pong.
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