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La estrella perdida en el laberinto

España acabó mal 2013 y se desplomó en 2014 por el fiasco de Brasil y una transición lastrada por las lesiones. Se ha enredado el equipo y también la estructura federativa.

Los jugadores de la selección, comandados por Kiko Casilla, tras la derrota ante Alemania.
Los jugadores de la selección, comandados por Kiko Casilla, tras la derrota ante Alemania. Juan Flor (AS)

España no terminó bien el año 2013, perdiendo en Sudáfrica, el día que acudió a devolverle al pueblo sudafricano las gracias por tanto como les debía desde el verano del 2010, cuando se proclamó campeona del mundo. El equipo de Vicente del Bosque regresó muy tocado, en lo deportivo y en lo institucional, de aquel viaje a África, que incluyó la políticamente polémica visita a Guinea Ecuatorial y un partido que la FIFA declaró nulo en Johannesburgo por haber efectuado España un cambio más de los permitidos. Un año después, España sigue igual de atolondrada, tras un 2014 histórico, por malo, metido en un laberinto donde Del Bosque parece llevar linterna y el resto ve todo trampas.

“No, no ha sido un año bueno”, resumió lacónicamente el seleccionador bajo el aguacero de Vigo tras haber caído en un amistoso entre campeones (el de Europa contra el del Mundo) ante Alemania. No lo ha sido ni a nivel deportivo ni institucional. Fracasó el equipo en el Mundial y mientras busca Del Bosque una suave transición, en los despachos todo sigue estancado: el presidente, Ángel María Villar, sigue escuchando a Juan Padrón (vicepresidente), y el organigrama, en el que Jorge Pérez ha perdido poder a favor de su jefa de gabinete (Esther Gascón), está lleno de puñales.

Ha perdido España la estrella, la condición de número uno —que defendió durante 33 meses consecutivos—, y, si no ha perdido la cabeza, ha sido de milagro. Se enredó el equipo y lo hizo la estructura federativa, de manera que, al final, los mayores van de tropiezo en tropiezo, como en Brasil, y los sub-21 no irán a los Juegos de Río 2016 porque también este año se están acostumbrando a perder.

Una máquina de hacer dinero, se le olvidó a La Roja que la única hucha es la pelota

Solo le quedan a la federación las chicas, clasificadas por vez primera para el Mundial, en Canadá el próximo mes de junio. Convertida en máquina de hacer dinero, a la selección pareció olvidársele que la única hucha es la pelota. Defienden en la federación que todavía les queda el método y a eso se aferra también el seleccionador, a una manera de entender el juego, que no se toca: “Hasta que se demuestre lo contrario, esa manera de entender el juego es la que nos ha convertido en referentes mundiales en los últimos ocho años”, ha recordado recientemente Fernando Hierro, protagonista de buena parte de los éxitos de este grupo como director deportivo hace unos años, ahora segundo de Carlo Ancelotti en el Real Madrid.

“Siempre llevaremos el 2014 en nuestros corazones”, asumió Joachim Löw, seleccionador alemán, en Vigo, donde volvió a ser generoso con Del Bosque y con España, de la que la federación germana se guió para reconducir, hace diez años, una estructura deportiva que no funcionaba. No lo olvidará nunca Del Bosque, que ha visto caer a la selección hasta el décimo puesto en el escalafón de la FIFA. El salmantino, que se planteó renunciar al cargo al regreso del Mundial, asiste, a menudo sorprendido, a debates que surgen de la nada. “Sabía lo que le esperaba”, admiten en su entorno. “No le ha pillado nada de nuevo”, dicen sus colaboradores. “A veces creo que no os interesa escuchar”, se le ha oído decir a Del Bosque en la última concentración, en medio de una polémica que generaron las declaraciones de Sergio Ramos cuestionando el compromiso de Diego Costa.

Caída también la sub-21, solo la selección femenina ha dado una alegría

“Si no hubiéramos conseguido que jugara con nosotros, ¿qué estarías diciendo de la federación?”, se preguntaba Del Bosque hace un mes, cuando Diego Costa llegó a la concentración tras un impresionante arranque goleador con el Chelsea. Pero la maldición del delantero de Lagarto en la selección lo supera todo. Ya le costó horrores debutar, casi se pierde el Mundial por lesión, tardó cinco partidos en meter un triste gol a Luxemburgo y el día que los médicos de su club y de la federación acuerdan que le conviene descansar, Sergio Ramos, uno de sus capitanes, duda de su compromiso.

El regreso de Brasil se está haciendo eterno. Lo que tenía que ser una dulce transición está siendo un vaso de clavos y no han sido pocos los incendios que ha tenido que apagar Del Bosque, a veces a costa de Casillas, otras de Piqué, muchas por Costa. El cambio generacional está rebajando la media de edad —de 28 a 26 años, en la última convocatoria solo Iker Casillas, superaba los 30—, pero las prisas son malas consejeras y más si son los veteranos los que te complican las cosas. En esas, Alcácer e Isco aparecen chispeantes, liderando la nueva hornada en una reconstrucción a la que no han ayudado las lesiones.

Busquets, Juanfran, Koke y Pedro han jugado tocados, Iniesta se ha perdido dos de las tres convocatorias dobles, Piqué y Ramos se han reencontrado en la última tras haberse perdido una cada uno, Silva no ha podido participar contra Bielorrusia ni Alemania, como Fàbregas y Costa, y, desde hace meses, están de baja Javi Martínez y Thiago Alcántara. Además, por el camino se han quedado Xavi, Xabi Alonso y Villa, y se han perdido Reina, Torres y Mata. Y con ellos, la estrella en un laberíntico y desolador 2014.

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