Agüero, de principio a fin
El argentino, autor de los cuatro goles del Manchester City frente al Tottenham (4-1), logra su récord realizador e iguala a Diego Costa como máximo artillero de la Premier League
Ya lo advertía Mauricio Pochettino, técnico del Tottenham, en la previa del duelo de su equipo frente al Manchester City: “Cuando le veo jugar suena música clásica en mi cabeza. Es como Mozart, porque Beethoven estaba demasiado loco. Es el mejor delantero del mundo, el mejor. Ni Messi ni Cristiano son arietes puros. Me encanta Agüero. Tiene todo lo que debe tener un goleador”. No le hicieron demasiado caso al técnico sus jugadores, o más bien, no tuvieron más remedio que rendirse a la evidencia y la sentencia demoledora de su preparador. Solito, al ritmo del swing que desprenden sus quiebros de cadera, con reminiscencias a aquellos regates secos y plásticos que dibujaba Romario, el argentino despedazó a un Tottenham (4-1) demasiado timorato, resquebrajado por las pinceladas del Kun. Firmó cuatro goles, un póquer, y pudieron ser cinco si no llega a errar un penalti en un duelo en el que el árbitro señaló hasta cuatro.
Consciente de la trascendencia del duelo europeo del próximo martes en Moscú, ante el CSKA, y agarrado a un fondo de armario envidiable, Manuel Pellegrini optó por reservar a algunas piezas ante los spurs. No alineó en su once a Touré Yaya, capital en los citizen, ni a Dzeko ni Jovetic. Refrescó el equipo el chileno con la inclusión de Lampard, siempre digno, traicionado por su musculatura a los 20 minutos de juego, y Jesús Navas, un cohete que desnudó una y otra vez a Rose en el flanco derecho. Un aliado perfecto para Agüero, gambeteador y potente en la arrancada, un lujo para la vista siempre que su fisionomía, tan potente como quebradiza, no le juega una mala pasada y le permite enlazar un puñado de partidos consecutivos.
Al ritmo del 'swing' que desprenden sus quiebros de cadera, el argentino despedazó a un adversario timorato
Se divirtió El Kun a costa de un adversario dubitativo, desde hace años ciclotímico, empeñado en traducir sus partidos en una ruleta rusa de la que habitualmente sale muy mal parado. Deshilachado en la retaguardia, donde Kaboul y Fazio las pasaron canutas para frenar a un diablillo de color celeste, el Tottenham se agarró al buen hacer de Soldado y la calidad de Erikssen. No bastó ese doble argumento, sobre todo porque Agüero se había levantado revoltoso y tenía ganas de armar el taco. Y así lo hizo. Primero fabricó un cañonazo en una baldosa y después de que Erikssen aprovechase un mal control de Fernando para empatar, ejecutó con frialdad una pena máxima.
Contestatario, dispuesto a evitar un sonrojo excesivo, el meta Lloris adivinó un poco más tarde su intención en otra pena máxima, cometida sobre Silva. Disparó al centro, templado, y el francés repelió con el botín; en el rechace posterior, su volea se perdió en la grada, pero no desistió el pequeño Kun, agigantado para medir una y otra vez a los defensas –propició la expulsión de Fazio–, punzante e incisivo como en sus mejores días. Privado del gol por el portero tras otra magnífica cabalgada, sí acertó desde el punto fatídico en el segundo acto, después de que, curiosamente, Soldado errase desde el círculo de cal. Tuvo el español el empate, pero Hart desplegó sus 1,93 metros a ras de césped, a la derecha, para desviar el tiro.
Firmó su noveno gol en la Premier, en cinco partidos como titular; nunca había firmado un póquer
Desatado y hambriento, como queriendo dar fe de su verdadero calibre, por si se le olvidaba a alguno, Agüero redondeó su exhibición con una última dentellada. La asestó en forme de recorte y zarpazo, con una finta hacia la izquierda y un disparo angulado y preciso con su pierna izquierda. Era su cuarto gol, el noveno en este curso de la Premier –en cinco partidos como titular–, rubricado bajo las hermosa notas de los pentagramas de Mozart. Nunca había marcado tantas dianas. Una cifra que le equipara con Diego Costa como máximo artillero en Inglaterra. Hasta ahora, su mejor registro como citizen apuntaba al hat trick que le endosó al Wigan en 2011 y otro triplete al Watford en la FA Cup, la temporada pasada.
En el fondo, puede que el bueno de Pochettino tenga razón.
El Chelsea no cede y Xabi Alonso marca en la goleada del Bayern
El Chelsea, líder de la Premier, sigue gobernando con mano de hierro el campeonato inglés. En esta jornada venció a domicilio al Crystal Palace (1-2) merced a dos dianas de Oscar, de falta, y de Cesc Fàbregas, que se estrenó como goleador con los blues. El navarro César Azpilicueta fue expulsado por una dura entrada sobre Jedinak. No cede el equipo de José Mourinho, que mantiene su renta de cinco puntos en la tabla sobre el City.
Quien comienza a perder el tren de cabeza es el Arsenal. Arañó un punto en el descuento frente al Hull City (2-2) y gracias. El conjunto de Arsène Wenger está ya a 11 puntos del Chelsea y, de momento, apeado de los puestos que dan acceso a la Liga de Campeones. Y eso que la cosa pudo ser peor. Alexis, autor del primer gol de los gunners, asistió a Welbeck para que el exdelantero del Manchester United evitara la derrota.
En Alemania, el Bayern volvió a darse un festín. Esta vez a costa del Werder Bremen, al que le endosó un 6-0. Lahm (2), Götze (2), Müller y Xabi Alonso fueron los autores de los tantos. En el caso del centrocampista vasco, al igual que Cesc con el Chelsea, su primero con la elástica del Bayern. Lo hizo mediante un disparo raso de falta por debajo de la barrera.
Si el Bayern carbura a todo gas, el que no despega y pierde comba a marchas forzadas es el Borussia Dortmund. Los de Jürgen Klopp perdieron contra el Colonia (2-1) y avistan ya desde la lejanía a los bávaros: a 13 puntos. El Borussia Mönchengladbach es el que está a rebufo del cuadro de Guardiola. Segundo, doblegó al Hannover con solvencia (0-3) y achucha a cuatro puntos.
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