El oportunismo de Baptistão anula al Athletic
Dos goles del delantero del Rayo dan la vuelta a un partido sin dueño pero con ocasiones
Con un doblete sencillo, de los que se consiguen más por avistar tierra que por remar, Baptistao acabó con un Athletic deprimido, que sigue sin encontrar su carnet de equipo solvente en Liga, y enchufó a un Rayo necesitado de una victoria para no empezar a darle demasiadas vueltas a la cabeza antes de tiempo. Los dos goles del brasileño sirvieron además para consumar una remontada que se sustentó en la mejor condición física de los de Jémez y en la falta de recursos de los rojiblancos, que siguen sin resolver la incógnita de su desdicha doméstica.
El Athletic tiene una pierna más larga que la otra. Su inclinación ofensiva le delata. La banda derecha es el lugar perfecto para apoyarse cuando se asoma al desequilibrio. Con De Marcos asentado como lateral, la pelota se asoma por esa ventanilla en la que aparece también Susaeta, e incluso Beñat, si le parece que no es suficiente con lo que observa. Esa tendencia a atacar siempre por el mismo lugar provoca un abandono de la zona contraria, la que trata de calentar Muniain aunque eso le cause más de un cabreo. Con un lateral más defensivo como Balenziaga, el extremo tiene que fabricarse el pase, el remate, el centro... y así hasta cumplir con todo el abanico. Sin embargo, esa soledad se llevó por delante a Quini, que con una tempranera tarjeta amarilla despertó la desconfianza de Jémez, que lo sustituyó antes de que se cumpliera la primera media hora de juego.
RAYO, 2-ATHLETIC, 1
Pocos minutos antes la fábrica de la margen derecha había producido una jugada en la que intervinieron De Marcos, Susaeta y Beñat, para que el primero entregara el balón a Aduriz, que sobre la línea de puerta envió para adentro. Se consolidaba de nuevo que la apuesta ofensiva del Athletic tiene cogido el gusto a eso de agarrarse siempre al mismo lado de la cama. Hasta entonces el Rayo había vuelto a demostrar que le gusta eso de tener el balón aunque cada temporada tenga que presentarle a más de media docena de nuevos amigos. Con Trashorras como anfitrión habitual, movía la pelota buscando a Licá, que puso en aprietos a Balenziaga en más de una ocasión. Sus centros trataban de encontrar a Baptistao, que se las veía y deseaba para deshacerse de la marca de Gurpegui.
Aunque en sus primeros intentos el delantero se fue de vació, un fallo inexcusable de Iraizoz, al que se le escurrió el balón entre los brazos cuando su enorme tronco yacía estirado sobre el césped, le dejó en bandeja el gol del empate. Un error que descolocó al portero rojiblanco, uno de los pocos jugadores que hasta el momento había mantenido un nivel ascendente desde el comienzo de temporada.
Sería por esas provisiones de confianza almacenadas hasta la fecha, al comienzo de la segunda parte una estirada de Iraizoz ante un remate a bocajarro de Licá desvió el balón cuando ya se cantaba gol en el Estadio de Vallecas. Un grito que se mantuvo unos instantes más ya que la pelota llegó a los pies de Kakuta pero su remate, flojo y demasiado elevado, no encontró portería para desesperación de la grada. Con esa ocasión, el Rayo empezó a sentirse más cómodo sobre el campo. A mezclar mejor en distintas zonas desubicando a un Athletic incapaz de aceptar el papel de coyote. Retrasó algo su posición Mikel Rico para ayudar a un Iturraspe sin demasiado protagonismo en la elaboración del juego de los bilbaínos.
El Athletic tiene una pierna más larga que la otra. Su inclinación ofensiva le delata
Poco a poco el Rayo se fue convenciendo de sus posibilidades aunque en una nueva internada de De Marcos, Toño, que había sustituido a Cristian Álvarez en el descanso, detuvo con estilo un buen remate de cabeza de Aduriz. Los centros al nueve donostiarra eran la única herramienta a la que recurría con insistencia el Athletic, que a medida que avanzaba el cronómetro perdía oxígeno a chorros. Algo que supo aprovecharlo el Rayo, asomando cada vez con mayor frecuencia por el área de Iraizoz. A los rojiblancos les quedaba la garra de Beñat, empeñado en encontrar un último pase que no terminaban de recibir ni Viguera ni Aduriz.
Apostaron por meter centímetros sobre el campo ambos equipos con la salida de Manucho y Guillermo, por aquello de intentar buscar por arriba lo que no termina de cuadrar por debajo. Y acabó por funcionarle a los locales. Cuando el partido parecía morir en una orilla sin demasiado oleaje, una jugada por banda izquierda acabó de nuevo en los dominios de Baptistao que volvió a enviar la pelota al fondo de la portería de Iraizoz. Otro motivo más para que la afición del Rayo se pusiese de pie, un partido más, para aplaudir a sus jugadores.
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