Bale, el superespecialista
El galés clausura el partido ante el Basilea en dos bellas conexiones con Modric El Bernabéu prolonga su morbosa relación con Casillas
En pleno verano de 2013, cuando se cocinaba el fichaje de Gareth Bale por cifras que anunciaban un traspaso récord, aparecieron en la órbita del Madrid noticias que calificaban al galés como al "futbolista total". No se sabe si aquellas versiones intentaban justificar los casi 100 millones de euros que costaría. Un año más tarde los aficionados que acuden a Chamartín ya saben que las hipérboles no coinciden con la realidad. Bale no es un polivalente. Es lo más específico que se puede ser en el juego. Un súper especialista. Un goleador magnífico. Lo sufrió Vaclík, el portero del Basilea, incapaz de evitar la definición del 2-0.
La conexión funcionó en San Sebastián, donde Bale hizo un gran gol a pase de Modric. Dos toques, un caño a Elustondo acariciando la pelota con el exterior y un disparo de una sutileza asombrosa en un futbolista tan pesado. Ayer fue Modric, su amigo, quien le asistió de nuevo en la jugada que quebró al Basilea. El mediapunta se descolgó por el carril central, recibió la pelota, levantó la vista y observó que la zaga rival tiraba el fuera de juego. Tarde. Bale se desmarcó por el medio con una sincronía perfecta al tiempo que Modric levantaba la pelota con el exterior de la bota derecha, por encima de los centrales. Pisó el área y según le llagaba el balón lo elevó en globito sobre Vaclík cuando salía. Fue el primer disparo del Madrid en el área del equipo suizo en jugada elaborada. Y fue a la red.
Sin Alonso, Ancelotti ha ordenado que los centrales adelanten la línea al círculo central
"Hemos sido valientes pero ingenuos", lamentó Paulo Sousa, el técnico del Basilea, recordando la jugada. "Cuando las líneas y los jugadores de una línea se separan tanto entre sí, los atacantes del Madrid encuentran los espacios para ser letales". El 2-0 resumió la nueva propuesta táctica de Ancelotti. El Madrid ha cambiado de jugadores y de hábitos. Como ya no tiene a Alonso, experto en regular los ritmos, en señalar cuándo salir, cuándo replegarse, y cómo ordenarse sin balón, Ancelotti ha ordenado que los centrales eleven la línea al círculo central para que el equipo procure defender en campo contrario, con y sin pelota. La intención es que Marcelo, James, Modric, Kroos y Benzema, verdaderos maestros en el arte de dar el último pase, se asocien para intentar buscar fisuras entre las líneas rivales. Si lo hacen, pueden aplastar a cualquiera. Si no están finos, o si los estorban y pierden el balón, el Madrid se expone a ser aplastado. La apuesta es obligada por las características de la plantilla pero no garantiza la estabilidad. Ayer la brecha la abrió Modric entre el minuto 30 y el 31. Dos veces. Y su socio fue Bale, a quien conoce desde hace años, cuando ambos coincidieron en el Tottenham.
La brecha la abrió el mediapunta croata entre los minutos 30 y 31
"Estamos buscando variedades en la solución de los problemas en ataque", reflexionó Ancelotti tras el encuentro. "Bale tiene costumbre de jugar por la izquierda, en donde es más sencillo centrar. Cuando lo hace por la derecha, a pierna cambiada, es mejor para la finalización vertical. Esta es la teoría. La práctica es que contra el Basilea, Bale marcó con un pase directo de Modric partiendo de la izquierda. ¡Pero teorizando podríamos hablar mucho tiempo!".
Modric encontró a Bale un minuto después del 2-0. De nuevo con el exterior. Una vez más, avanzando por el carril central. Vio a Bale desmarcándose por la derecha y le envió la pelota con efecto. El pase batió a Safari, el lateral zurdo del Basilea, y dejó a Bale solo ante la pradera para que explotara su velocidad. El centro del galés fue rematado por Cristiano en el área chica. Fue el 3-0 y así acabó la parte nuclear del partido. Más tarde, Benzema marcó el gol 1.000 del Madrid en las competiciones europeas que remató la novena victoria consecutiva de los blancos en el Bernabéu en la Liga de Campeones. Quedaron las anécdotas sociales. Quedó la morbosa relación que se ha establecido entre el público del Bernabéu y Casillas.
El caso es único en la historia del fútbol. No se conoce otra hinchada que penalice a su portero cuando no salva al equipo haciendo paradas extraordinarias. Esto es lo que le exige el público a Casillas a cambio de paz. Si toca la pelota, unos lo pitan y otros lo aplauden. Si le hacen un gol difícil de parar, como el que le metió Derlis González, la división se exacerba. Arrecian los abucheos. Si hace una buena parada, como la que le hizo a González, que le remató a bocajarro, entonces le ovacionan. La historia de la portería, lejos de cerrarse, se ha convertido en un reclamo. Un espectáculo de frivolidad.
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