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EEUU cumple con el trabajo

Los norteamericanos despachan a México con gran superioridad (86-63), pero sin magia

Juan Morenilla
Harden intenta anotar ante Ayón y Hernández.
Harden intenta anotar ante Ayón y Hernández.andreu dalmau (EFE)

Estados Unidos despacha cada victoria con una cadencia funcionarial, como quien va al trabajo. Gana porque no le queda más remedio, porque ningún equipo le ha puesto contra las cuerdas. Tampoco fue el caso de la orgullosa México, que aguantó en pie mientras Gustavo Ayón tenía fuerzas para levantar los puños.

Si alguien en el Sant Jordi esperaba ver algún resquicio nostálgico del mágico dream team, se volvió a casa con las ganas. Estados Unidos es un equipo de colosos que vence por machaque. No hay rastro de los malabaristas de otras épocas, y la baja de Kevin Durant acabó por despojar a la tropa de todo romanticismo. Ya le va bien sin embargo a Krzyzewski, poco amigo de los estrellatos. Al menos hasta que añore a esos jugadores que pueden decidir un partido por sí solos, como hizo Durant en 2010 para abrochar el oro.

La presión en la defensa, los altos vuelos de Faried y el turbo de los bajitos abrieron la primera brecha (13-2). Ayón chocaba sus doloridos hombros con Davis y culeaba para encontrar un metro en el que armar el brazo. Era el mejor recurso de México, superado al trote por unos chicos que juegan con otra marcha puesta.

EE UU, 86 - MÉXICO, 63

Estados Unidos: Irving (4), Curry (20), Harden (12), Faried (8), Anthony Davis (4) —equipo inicial—; Thompson (15), Rose, Gay (10), Derozan, Plumlee, Cousins (11) y Drummond (2).

México: J. Gutiérrez (7), Cruz (6), Ramos (4), Hernández, Ayón —equipo inicial—; Stoll (5), Martínez (7), I. Gutiérrez, Meza (2), Méndez (5), Zamora (2) y Parada.

Árbitros: Viator (FRA), Latisevs (LET) y Julio (ANG). Sin eliminados.

Octavos de final en el Palau Sant Jordi, en Barcelona, ante 10.938 espectadores.

Coach K fue maquillando el equipo a su gusto. En el segundo cuarto probó con Thompson de tres para dar relevo a Harden, con Irving y Curry en la sala de máquinas, y el descanso llegó con 42-27 y México sudando a chorros cada canasta.

Curry asomó la cabeza en la segunda parte. Tres triples sin fallo en el tercer periodo elevaron su nómina hasta los 20 puntos. Uno de ellos cayéndose de espaldas en un ejercicio de malabarismo que repitió poco después con un pase por la espalda a Faried. Los exteriores tomaron la palabra (13 triples) frente a los hombres grandes (solo tres rebotes más que México). Curry, Thompson y Harden fueron los máximos anotadores mientras Faried se estancaba en ocho puntos y Davis en solo cuatro. Los pívots norteamericanos tuvieron tajo con Ayón, quien con 25 puntos y ocho rebotes (los mismos que Faried, pero este jugó 16 minutos menos) dejó su tarjeta de visita para futuras aventuras en la NBA.

Los tres triples de Curry debieron de parecerle suficiente dosis de protagonismo a Coach K, que dejó con la toalla puesta al escolta en el banquillo todo el cuarto final. De hecho en ese tramo tampoco jugaron ni un segundo Harden, Faried y Davis. Cuatro de los cinco titulares a la sombra, cogiendo aire para otras citas que diviertan más a los estadounidenses. E Irving, el quinto, jugó apenas dos minutos y medio para que Rose tomara un poco de aire. No quiere excesos Coach K. Sabe que haciendo la guerra por su cuenta no tendrán muchas oportunidades si se topan con España, el rival al que no pueden quitarse de la cabeza por más que en el camino puedan aparecer Eslovenia o Lituania.

Sin los primeros espadas dando brincos y con el pase resuelto, Estados Unidos se dejó ir. Perdió el parcial del último cuarto (20-25) y registró su anotación más baja en este Mundial, 86 puntos cuando nunca había bajado de 95. Fue un encuentro de guante blanco, de poca gresca, con solo 12 faltas de México y solo cinco tiros libres lanzados por Estados Unidos. Novedad: convirtió los cinco.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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