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Barbarie en el fútbol argelino

Ebossé, jugador de 24 años, muere tras recibir una pedrada de su propia hinchada

Alejandro Ciriza
El camerunés Albert Ebossé.
El camerunés Albert Ebossé.

En ocasiones, la línea que divide el sueño y el abismo es ínfima. Y en África, continente en permanente estado de convulsión, esa distancia es muchas veces imperceptible. Allí, de norte a sur del continente, el fútbol es caótico y descarnado. Se desarrolla, casi siempre, en escenarios excesivos. También en Argelia. Si hace dos meses sus habitantes tomaron las calles para celebrar con júbilo el éxito de su selección, que alcanzó por primera vez en su historia los octavos de un Mundial, el pasado sábado vivió una jornada truculenta, saldada con un futbolista muerto.

Albert Ebossé, delantero camerunés del JS Kabylie, el club más laureado del país, perdió la vida tras recibir el brutal impacto de un objeto lanzado desde las gradas del Estadio 1 de Noviembre, bautizado así en honor de una fecha histórica de la revolución argelina.

El Kabylie había caído en casa (1-2) ante el USM Alger, el otro clásico argelino, y la ira se apoderó de la hinchada al término del encuentro. Enfurecidos, los aficionados arremetieron contra los futbolistas, que enfilaban ya el túnel de vestuarios. Algunos de ellos consiguieron esquivar los palos, piedras y otros proyectiles que llovían desde la tribuna. No así Ebossé, alcanzado por uno de ellos. Cayó a plomo sobre el césped y de inmediato fue trasladado al hospital universitario de Tizi-Uzu, una región bereber ubicada en la Gran Cabilia, al norte de Argelia. Pese a los intentos por reanimarle, falleció como consecuencia del traumatismo craneoencefálico, que a su vez le originó una lesión irreversible en el cuello.

Máximo goleador del último campeonato local, fue padre el mismo día en que perdió la vida

Se había casado recientemente. Tenía 24 años y un porvenir futbolístico que invitaba al optimismo. Antes de caer en Argelia había jugado en tres equipos de Camerún y había tenido una aventura de un año en Malasia. También había defendido a su selección en las categorías inferiores. Artillero de olfato, el curso pasado se proclamó máximo goleador del campeonato con 17 dianas en 31 partidos. En el presente contabilizaba dos. Una de ellas, la última, la endosó precisamente en la noche que volvió a descubrir el reverso más trágico del fútbol africano. La celebró con efusividad, puesto que en las horas previas, antes de calzarse las botas, había sido padre de un niño.

La muerte de Ebossé, aleatoria, fría y cruel, ha provocado una fuerte conmoción en Argelia. Un elevado número de seguidores y sus compañeros de equipose agolparon en el hospital nada más conocerse el fallecimiento. Ahora, el Ministerio del Interior y la Administración Local han abierto una investigación con el objetivo de localizar al autor de la pedrada y la Federación Argelina de Fútbol (FAF) anunció el aplazamiento de todos los partidos de campeonatos profesionales y aficionados previstos para el próximo 29 y 30 de agosto. Además, el recinto del JS Kabylie, con capacidad para 20.000 espectadores, ha sido clausurado hasta nueva orden.

En 2012 fue asesinado un policía y hace un año, 45 personas resultaron heridas en una invasión de campo

“Es un desastre para nuestro deporte”, lamentó el presidente de la Liga, Kerbadj Mahfoud. “El fútbol no puede ser el caldo de cultivo para el gamberrismo de ningún tipo. Esperamos sanciones ejemplares contra este grave acto de violencia. La violencia no tiene cabida aquí”, agregó Issa Hayatoy, presidente de la Confederación Africana de Fútbol. El lamento llega a las más altas instancias del fútbol mundial. Este lunes, el presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, publicó en su cuenta personal de Twitter el siguiente mensaje: "Es intolerable que un espectador cause la muerte de un jugador. ¡Detengan la violencia! Mi más sincero pésame a la familia de Albert Ebossé. RIP".

El episodio supone un duro revés para Argelia. Después de que Libia renunciase a la organización de la Copa de África 2017, debido a la inestabilidad del país, se había postulado como sede para albergar este torneo o bien las ediciones de 2019 o 2021. Pero el de Ebossé no es el único episodio con un desenlace siniestro en este país. En 2012, un policía fue asesinado durante un partido y un año después, 45 personas fueron heridas tras una invasión de campo en Meridja durante un duelo entre el JS Saoura y el El Harrach.

Como Europa, Sudamérica o Asia, como tantas otras naciones, no se libran África ni Argelia de la lacra. En el recuerdo aún perduran el ataque armado contra el equipo nacional de Togo, cuyo autobús fue tiroteado hace cuatro años durante un desplazamiento hacia Angola, y los innumerables problemas de seguridad. En un giro fatal de destino, a manos de su propia hinchada y el mismo día en que nacía su hijo, el joven Ebossé se convirtió en la última víctima.

Irrumpe la barbarie. Otra vez.

* VÍDEO: El último gol de Albert Ebossé.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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