Otra barrera superada
Torrijos, de 22 años, salta 16,66 metros y logra ser el primer español en una final de triple desde Areta en 1971.
En el hotel desayuna, solo en su mesa, Teddy Tamgho, quien, lesionado y sancionado por incomparecencia en tres controles, está en Zúrich por Eurosport. El mejor triplista de las últimas décadas, el único atleta en activo que ha saltado más de 18 metros, explica que no, que su pupila Rouguy Diallo, recién campeona del mundo júnior, no está en los Europeos. “En Francia estamos a otro nivel”, dice en castellano con su cálido acento cubano pegado de tantas horas pasadas con su entrenador, Iván Pedroso. “Necesitaba más de 14,20 metros para estar...” A Pablo Torrijos, que acaba de aprovechar un día soleado en Zúrich (no se esperan muchos más esta semana) para saltar como quien no quiere la cosa 16,66 metros a su segundo intento y se ha clasificado para la final del jueves, le ilusiona pensar que Tamgho, un mito, está en Zúrich, pero no le emociona. “A mí quien me emociona de verdad, a quien admiro, es Fabrizio Donato, quien lleva años y años en esto y se mantiene por encima de los 17 metros”. Y como por encanto, precedido por sus arrugas y con las patillas bien delineadas, aparece a su lado Donato. Y Torrijos, que solo tiene 22 años (un tauro pleno de 12 de mayo, y Jonathan Edwards, el más grande, es de un 10 de mayo, que acaba de convertirse en el primer español que se clasifica para una final europea de triple al aire libre después de Luis Felipe Areta, el pionero del que, como dice Ramón Cid, el director técnico nacional, las fotos que existen no son en blanco y negro, sino casi “en sepia”) continúa hablando de su Donato. “Ya le he dicho que el día de la final cumple años, que cumple 38, que lo celebrará ganando, ¿no? Sí, soy un poco Donato, pero a otro nivel, claro, él es un atleta de 17,60 metros...Me saca un metro casi”.
En la final, Torrijos, que no piensa que pueda ganar ni siquiera una medalla (“andará eso por encima de 17,20 metros”, dice), tampoco piensa pasar inadvertido. “Tiene una doble misión”, dice, medio en broma medio en serio Cid, triplista en su juventud. “Acabar entre los ocho primeros y saltar por fin más de 17 metros, ser el primer español que lo consiga”. Y Torrijos asume esa necesidad con tranquilidad, con la misma calma con que reaccionó cuando se calificó para la final. “Es que estaba seguro de que lo conseguiría”, dice. “He saltado mucho (16,87m) hace muy poco tiempo, hace dos semanas, cuando gané el campeonato de España, así que no clasificarme habría sido una catástrofe. Y 17 metros... también estoy seguro de que los saltaré. Sé que los valgo y ya los he saltado en entrenamientos”.
El atleta, y proyecto de criminólogo, según su perfil de Twitter, tan brillante es de Castellón, y forma parte del grupo único organizado por el técnico italiano Claudio Veneziano. “Y yo no soy ni el más rápido, ni el más técnico, ni el más nada del grupo”, dice. “pero este año he mejorado mucho en técnica. Antes era un poco desastre, me dejaba el pie en la tabla, acortaba los pasos, entraba descoordinado... Ayuda, por supuesto, la competencia interna con gente como Docavo, el más crack, que seguro que sale de la lesión y vuelve a ser grande, o Gimeno, ayuda mucho”.
“Es, en efecto, un poco Donato”, dice Juan Carlos Álvarez, el entrenador de las triplistas Peleteiro y Sarrapio. “Con un primer salto muy largo y muy buen ritmo, muy rápido, para el segundo, aunque no tan exagerado como Donato. La fuerza de Torrijos es que ha alcanzado una tremenda estabilidad física y técnica que ha alcanzado. Y su estabilidad mental es fruto de ello. Se puede decir que es un saltador de triple estándar, mide casi 1,90 metros y pesa setenta y poco. Y lo tiene todo, todo lo que compone el salto, muy bien empaquetado”.
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