El centrocampista por excelencia
No se ganó la Copa con Belauste ni con Butragueño, ni con Raúl, sino que los títulos se conquistaron con timones del juego a partir del balón
La selección española conquistó el mundo cuando dejó de apelar a la furia de los defensas y a la pillería de los delanteros para encomendarse a la sabiduría los centrocampistas como Xavi. No se ganó la Copa con Belauste ni con Butragueño, ni siquiera con Raúl, porque siempre había un zaguero más alto y fuerte y un ariete mucho mejor, sino que los títulos se alcanzaron con futbolistas que organizaban el juego a partir de la pelota. No es casualidad que el único Balón de Oro español sea Luis Suárez. Ni tampoco que el seleccionador responda al nombre de Vicente Del Bosque, sustituto a su vez de Luis Aragonés, contemporáneo de Javier Clemente. La mayoría de aficionados retiene en su memoria a un volante o interior favorito que ha sido redimido en el tiempo por la figura de Xavi.
La Quinta del Buitre no sólo es célebre por la pluma de Julio César Iglesias y los goles de Butragueño, sino por los pases de Martín Vázquez y los centros de Michel de la misma manera que el Dream Team de Johan Cruyff en el Barcelona se vertebró desde la figura del 4 encarnada por Luis Milla y posteriormente por Pep Guardiola, arquitecto después del gran Barça campeón de Europa y de la Copa del Mundo. Las grandes revoluciones del fútbol español han sido protagonizadas por centrocampistas, la última por Xavi, un jugador que ha marcado el estilo con la misma suavidad y elegancia que un Rolls Royce. Aunque pueda ser oportunista no está de más recordar que Pelé insiste en que Brasil no volverá a ser Brasil hasta que encuentre a su Xavi. O Rey al fin al cabo jugó en un equipo con cinco dieces en el Mundial del 70.
Nadie se cortó las venas cuando no fue titular en el momento decisivo del último Mundial. Incluso hubo quien aplaudió a Del Bosque
Xavi hacía jugar a La Roja con y sin 9. El ascendente del futbolista azulgrana, coronado como el número 1 en el Europeo 2008, ha menguado con los años, hasta el extremo de ser considerado prescindible en la selección y en el Barça. Nadie se cortó las venas cuando no fue titular en el momento decisivo del último Mundial y de la Liga. Incluso hubo quien aplaudió a Del Bosque y Tata Martino. Hay una corriente mayoritaria que apuesta por la jubilación o retirada progresiva de Xavi. Ocurre que en su ausencia el equipo no sólo ha seguido sin ganar sino que nadie ha sido capaz de asumir el rol de metrónomo. Y es que, como buen centrocampista, Xavi es decisivo por lo que representa y sobre todo porque hace buenos a los demás, incluido Messi.
Xavi simboliza el culto al juego y el amor a la pelota en un deporte de equipo cada vez más canibalizado por los egos de los delanteros y porteros, nada que ver con los centrocampistas, protagonistas del fútbol español.
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