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Una derrota épica

Una conmovedora Argelia fuerza la prórroga ante una Alemania al límite y a la que espera Francia

José Sámano
Schürrle, en el momento de marcar con la espuela izquierda.
Schürrle, en el momento de marcar con la espuela izquierda.J. F. (Getty)

Si el fútbol es mundial es por partidos como el despachado por alemanes y argelinos. Si el cartel podía hacer pensar en que Alemania se daría un paseíllo con el abanico, solo era un espejismo. El desparpajo de Argelia fue conmovedor. Un desacato en toda regla. La selección africana aceptó cada reto que le propuso su hidalgo rival, al que tuvo en vilo hasta la prórroga tras un encuentro repleto de intrigas, con los dos porteros a destajo, sin tiempos muertos ni zarandajas. Un modesto gigante como Argelia fue un hueso para una superpotencia forzada a apretarse las clavijas para avanzar por los pelos a unos cuartos de final donde le espera Francia. Para Argelia, el reconocimiento y admiración general. El fútbol también se reserva honores para los vencidos con gloria.

Alemania se vio ante calvario que no esperaba. Su técnica y distinguida columna de centrocampistas no era capaz de dar geometría al juego. Argelia era un avispero, todos picaban a quien pretendía anudar la pelota. Futbolistas de pincel como Lahm, Schweinsteiger, Kroos, Özil y Götze estaban neutralizados, borrosos como nunca con el balón. No había respiro ni para los centrales germanos, porque el equipo africano tuvo hasta el descaro de imponer una presión alta. Sin Hummels, con gripe, Mertesacker y Boateng son de los que se defienden a palos con la pelota, más si se les acogotan.

Conmocionada Alemania, la fresca selección argelina iba de cara y de cara, sin trampas ni miramientos. Un do de pecho. Amenazaba Slimani, al que anularon bien un gol por media uña en fuera de juego, y Feghouli, que se nubló cuando tenía a un compañero solo para dejar el balón en la red, y Ghoulam, que despegó por su lateral izquierdo y su disparo cruzado peinó el poste izquierdo de Neuer, y Sbaa, al que le desviaron un pase a gol desde fuera del área. La gente se frotaba los ojos y para el meta alemán no había descanso, obligado a plantarse como defensa libre una y otra vez. Hace tiempo que en Alemania ya es historia el poner a un defensa escoba como en su día se buscaron el retiro Beckenbauer, Matthaeus o Sammer. La figura reapareció con Neuer.

En el primer tramo, Alemania solo era capaz de dar con una pócima. El bombardeo lejano era su único remedio. La defensa adversaria era impermeable, pero M'Bolhi, su guardameta, no blocaba del todo y concedía segundas jugadas. Un alemán tras otro le puso a prueba. El grupo de Löw no encontraba otra hoja de ruta, el área le estaba vedada. El técnico alemán tomó buena nota y al descanso relevó a Götze por Schürrle. Un delantero por vocación en vez de uno ocasional. Con el cambio, los germanos mejoraron en pujanza, en cargas al área, donde fueron ganando metros y oportunidades. Ni así se aflojó Argelia, que, en el segundo acto, sí tuvo una gran respuesta de su portero. Sobre todo, tras un zapatazo de Lahm y un cabezazo a bocajarro de Müller, protagonista de la cantinflada del Mundial al caer solo de rodillas en una jugada de estrategia.

De principio a fin, el conjunto de Halilhodzic fue gremial para el ataque y la defensa. Cerraban todos los que podían y se desplegaban cuantos resistían el trajín, que eran un pelotón. Nada de cicatería, nada que ver con esos equipos que disimulan su inferioridad con un delantero abandonado a su suerte. Nunca especuló, ni si quiera hizo lo posible porque el tiempo menguara hacia una prórroga o los penaltis. Se vio tan capaz del triunfo como la imponente Alemania. Los de Löw no pudieron resoplar ni con el gol de Schürrle al inicio del tercer tiempo, pues Sbaa estuvo luego cerca del empate. Aún quedaba trama.

El tanto alemán estuvo a la altura de un muy buen partido: un fenomenal taconazo cuando el balón asistido por Müller ya le había superado. Parecía que solo ante un gran golazo se doblegaría esta estremecedora Argelia, a la que a pecho descubierto también se daba por sentado que había remachado Özil. No señor. Djabou hizo sufrir a Alemania hasta la última centésima. Con equipos así, hay derrotas épicas.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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