Márquez júnior vuelve a dar un recital
El hermano pequeño de Marc repite victoria en otra carrera brillante que gana en solitario
Suelen ser una locura las carreras de Moto3. Esas motos menudas son como juguetes. Y ellos son como niños (y sin el como), así que puede pasar cualquier cosa. Puede pasar, incluso, que en la misma prueba, el mismo día, se vayan al suelo el primero y el segundo clasificado. Y eso ocurrió: cayó primero Miller y luego lo hizo Fenati. Y el terreno quedó abonado para una segunda victoria de Àlex Márquez, velocísimo, consistente, atrevido. Y el Mundial, que parecía cosa de dos, ahora está en un puño y puede ya ser una batalla a cuatro bandas (incluso a cinco si Vázquez sigue sumando). Parte de culpa la tiene Honda, que se empeñó en darle una buena moto al equipo de Emilio Alzamora y la máquina es hoy la delicia del pequeño de los Márquez. Ahora la lógica japonesa se impone en el trabajo diario de un equipo íntegramente español. Y los resultados, por fin, empiezan a caer.
Iba a tener el chico de Cervera huesos más duros que roer esta vez, pues a diferencia de lo que ocurrió en Montmeló hace pocos días, tenía a su lado al rapidísimo Miller, que se lanzó desde la pole a por el liderato. Pero fracasó. Intentaba abrir hueco en las primeras vueltas el australiano cuando, al inicio del segundo giro, se fue al suelo sin remedio (menos mal que no había hecho aparición la lluvia): perdió el control de la moto, se le escurrió el neumático delantero, y besó el suelo. Fin de la prueba. Y Márquez, que le perseguía con ganas, dispuesto para la batalla, recogió el regalo y no tuvo reparo alguno en volver a perderse en solitario para ganar una carrera –la segunda del año– en la que, de nuevo, no tuvo rival.
No lo tuvo porque, además de Miller, se cayó en los compases iniciales de la prueba Bastianini; porque se pasó de largo Fenati (también en el primer giro) y en la trabajada remontada terminó por los suelos para entrar en meta en el puesto 18. Accidentada carrera la suya. Y dura la de Àlex Rins que logró subirse al segundo escalón del podio por una genialidad. Otra. Había empezado su particular remontada (salía desde la sexta plaza) en el segundo giro. Y en un par de pestañeos ya perseguía a su compañero de equipo, el otro Àlex. Sin embargo, rodaba demasiado deprisa Márquez. Y se fue escapando. Solo. No hubiera sido posible volverle a alcanzar de no ser porque cometió un error a final de recta. Y le dio a Rins para algún adelantamiento que otro. Para flirtear con el triunfo. No fue posible.
El ritmo bestial de Márquez y las microfracturas en el pie derecho que martilleaban a Rins le facilitaron las cosas al primero, que volvió a alejarse. Y ya no le vio más el pelo. El barcelonés tuvo, incluso, que resitir el ataque de Oliveira, que fue llegando poco a poco, desembarazándose del grupo. Y lo hizo Rins a su manera, con toda la picardía de la que fue capaz. No se encontraba bien físicamente, así que prefirió estudiar al portugués y aguardar el momento preciso. Y el momento preciso en Assen es la chicane que precede a la recta de meta. Allí atacó. Y así se subió al segundo escalón del podio, al lado de su colega, Márquez junior, que ha presentado oficialmente su candidatura al título.
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