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El carpintero que aprendió a volar

Klose se sacó el título de ebanista con 17 años para que sus padres le dejaran jugar al fútbol

GORKA PÉREZ
Klose celebra su gol a Ghana de manera acrobática
Klose celebra su gol a Ghana de manera acrobática EDDIE KEOGH (REUTERS)

Millones de personas han visto a Miroslav Klose boca abajo. También en otras posturas, pero esa en la que contempla el cielo entre sus piernas y la sangre se le acumula en la cabeza en un abrir y cerrar de ojos es por la que mejor se le reconoce.

Klose, futbolista alemán, de 36 años, tiene por costumbre jugar con la gravedad cuando celebra un gol completando un mortal hacia adelante, cosa que hace a menudo, sobre todo en los Mundiales. Su gol ante Ghana en el estadio Castelão de Fortaleza valió para que Alemania consiguiera el empate y a él para empatar con Ronaldo Nazário en la sala de los máximos goleadores en las Copas del Mundo: 15 tantos. El hecho de que el aterrizaje de la voltereta no fuera el más limpio de los que ha realizado hasta la fecha no empañó el récord.

“Veinte partidos y 15 goles no está mal, pero tenemos que jugar bien ante Estados Unidos”. Estas fueron las emocionadas palabras del jugador tras el encuentro. Una simple frase que resume de manera detallada el carácter de un hombre tímido, pero voraz.

Nacido en Opole, una ciudad de algo más de 150.000 habitantes del sur de Polonia, Klose es hijo de un exfutbolista y de una exjugadora de balonmano, los dos polacos. Su padre, Józef, hizo carrera en Francia, en el Auxerre, y su madre, Barbara, defendió la camiseta de Polonia en 82 ocasiones. Abandonaron su país natal en 1978, durante el régimen comunista, y, tras una breve estancia en tierras francesas, se instalaron en Alemania.

Allí, el espigado Klose (182 centímetros) comenzó su trayectoria como jugador, en el Kaiserslautern, y ha sido en los estadios germanos donde ha desempeñado casi toda su carrera (Werder Bremen 2004-2007, Bayern de Múnich 2007-2011), aunque acumule ya tres temporadas en el Lazio italiano.

Durante un partido con el Bremen en la temporada 2004- 2005 ante el Armenia Bielefeld, el árbitro señaló penalti por un derribo a Klose dentro del área. El jugador se levantó y fue donde estaba el colegiado para indicarle que no había sido falta. Aun así, la decisión se mantuvo y el jugador lanzó fuera el balón desde los 11 metros. Por esa acción recibió el premio al Fair Play en la Bundesliga. No se queda solo ahí. En 2012, ya en el Lazio, el árbitro concedió un gol a Klose con 0-0 ante el Nápoles. Pero este le indicó que lo había marcado con la mano. El árbitro rectificó y el tanto no subió al marcador. El Lazio acabó perdiendo 0-3.

Ha marcado 274 goles en 641 partidos; 70 de ellos con Alemania

Pero todo este recorrido no hubiera sido posible de no haber superado antes una premisa inquebrantable para su familia. “Mis padres solo me permitieron perseguir mi sueño de ser futbolista si me sacaba el título de formación profesional”, confesó en una entrevista para la FIFA antes del comienzo del Mundial. Y así lo hizo, obtuvo el título de carpintería, y de los 17 hasta los 21 años se dedicó a trabajar en el oficio. Una franja de edad en la que la mayoría de los jugadores se está formando.

Klose encontró la felicidad en un campo de fútbol. En los 641 partidos que ha disputado hasta la fecha durante 14 años como profesional ha marcado 274 goles. 70 de ellos con la selección de Alemania, lo que le ha valido para convertirse en el máximo goleador de la historia de la Mannschaft, a la que decidió representar en vez de a Polonia. Igual que su compañero de vestuario Lucas Podolski, lo que no gustó en su país de origen. Sin embargo, Klose hace vida de polaco. Su mujer Sylwia es polaca, y en numerosas ocasiones ha reconocido que en su casa no se habla alemán. Un idioma que sus hijos, los gemelos Luan y Noah, “están aprendiendo en el jardín de infancia”.

“Todo lo que tengo que hacer es estar en el lugar preciso”, reconoce el jugador

Pero, ¿cómo un jugador tan alejado del arquetipo de depredador ha conseguido superar, por ejemplo, a una leyenda como Gerd Müller? ¿O igualar los 15 goles mundialistas de Ronaldo (“¡bienvenido al club, imagino tu felicidad!”, le felicitó el brasileño)? Curiosamente, Ronaldo marcó su último gol con La Canarinha en un Mundial ante Ghana en Alemania 2006. Y ahora Klose lo ha logrado, también ante Ghana, pero en Brasil 2014.

GOLEADORES

Miroslav Klose (Alemania): 15 goles (Corea del Sur y Japón 2002, Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014).

Ronaldo (Brasil): 15 goles (EE UU 94, Francia 98, Corea 2002 y Alemania 2006).

G. Müller (Alemania): 14 goles (México 70 y Alemania 74).

Fontaine (Francia): 13 goles (Suecia 1958).

Pelé (Brasil): 12 goles (Suecia 1958, Chile 62, Inglaterra 64 y México 68).

Kocsis (Hungría): 11 goles (Suiza 1954).

Klinsmann (Alemania): 11 goles (Italia 90, EE UU 94 y Francia 98).

Rahn (Alemania): 10 goles (Suiza 54 y Suecia 58).

Lineker (Inglaterra): 10 goles (México 86 e Italia 90).

Lato (Polonia): 10 goles (Alemania 74, Argentina 78 y España 82).

Cubillas (Perú): 10 goles (México 70, Argentina 78 y España 82).

Batistuta (Argentina): 10 goles (EE UU 1994, Francia 98 y Corea 2002).

Desde que se vistiera la camiseta de Alemania por primera vez en un amistoso en 2001, Klose no ha dejado de marcar. A sus espaldas lleva ya cuatro Mundiales (2002, 2006, 2010 y 2014) y ha anotado en todos: cinco en Japón y Corea, otros tantos en Alemania, cuatro en Sudáfrica y uno (de momento) en Brasil. Algo que solo habían conseguido Pelé y Uwe Seeler en los Mundiales de 1958, 1962, 1966 y 1970.

Le diferencia principalmente del legendario Torpedo Müller, que sumó 14 dianas en total, su poderío en el juego aéreo. De los 15 tantos con la camiseta alemana, siete han sido de cabeza. Siempre bien colocado, funciona como un rematador. Un toque y gol. “Cuando no les das vueltas, los goles vienen solos. Antes grababa los partidos para verme en casa e intentar corregir mis movimientos. Ahora ya no lo hago. Todo lo que tengo que hacer es estar en el lugar preciso”, sentencia con parsimonia. Como quien golpea un clavo sin mirar el martillo porque se sabe seguro de sí mismo.

Único delantero centro en la plantilla confeccionada por Joaquim Löw para este Mundial, Klose sigue demostrando que para eso de marcar tiene una facilidad asombrosa. “Le he dicho al entrenador que estoy contento en cualquier posición”, dijo tras el encuentro. Toda una declaración de intenciones. Más complicado tendrá evitar el impulso de volar tras marcar un gol. “Un día, mi hijo Noah trató de imitarme después de verme por televisión y se lesionó. Me he dado cuenta de que debo parar por temor a que suceda una desgracia en mi casa el día menos pensado”, prometió días antes de viajar a Brasil. Y ya en el segundo partido ha roto la promesa para la alegría de la tricampeona del mundo.

Si el gol es algo que le sale con naturalidad, las volteretas van en el mismo paquete. Y es probable que todavía le queden unas cuantas en la caja de herramientas. Esa de la que sacó el martillo para meter las botas.

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Sobre la firma

GORKA PÉREZ
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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