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“Cambiamos el sentimiento por el fútbol global”

Jordi Quixano
John Barnes en el Mundial de 1990.
John Barnes en el Mundial de 1990.David Cannon (Getty Images)

Brasil no contaba con Zico, Sócrates ni Falcao, de vacaciones tras su extenuante temporada en Italia, pero sí estaban, entre otros, Aloísio y Roberto Dinamita (exjugadores del Barça), además del delantero Leandro. Maracaná no presentaba ni media entrada, con solo 56.000 espectadores. Pero lo ocurrido sobre el césped en ese amistoso de 1984 no se le olvida a ningún inglés, vencedores por primera vez ante la Canarinha con quizá el mejor gol de los pross en su historia. Uno, dos, tres y hasta cuatro recortes hacia dentro en carrera para descontar a otros tantos rivales, incluido al portero, y pase a la red. Genialidad de John Barnes (Kingston, Jamaica; 1963), futbolista negro que formó parte del legendario Liverpool del Boot Room —cuartucho donde el cuerpo técnico se reunía para discutir tácticas y entrenamientos, siempre con una pinta o una copa de whisky entre las manos— instaurado en su día por Bill Shankly.

Pregunta. ¿Es verdad que de niño empezó jugando al rugby?

Respuesta. A los 13 años, mi familia dejó Jamaica para ir a Inglaterra y en el colegio que estudiaba sólo había rugby. No me quedó otra. Pero llevaba el fútbol en el corazón y siempre jugaba en la calle con los amigos.

P. ¿Ya le dejaba jugar su padre, oficial del ejército jamaicano?

R. Sí porque él también fue futbolista amateur. Ya se sabe cómo son los militares y en mi casa había mucha disciplina, sobre todo si se comparaba con la vida relajada y tranquila propia de una isla caribeña. Pero nunca me castigó porque no le di motivos. Y fue él quien me dio permiso para fichar por el Watford, que me vio darle al balón en un parque, cuando la familia regresó a Jamaica.

P. Tras seis temporadas, firmó por el Liverpool, donde jugó con Rush, Beardsley, Aldridge…

R. ¡Menudo equipo y menuda delantera! Lástima que en pocos años se fueron muchos. Pero sumamos cinco años seguidos jugando la Champions a pesar de la presión que teníamos encima. Pero jugar para el equipo del Boot Room no tenía precio.

"Un día me tiraron un plátano al campo, como a Alves esta temporada. No me importó"

P. ¿Qué significaba para los jugadores el Boot Room?

R. Fútbol y Shankly por encima de todo. Era algo místico porque era una filosofía que nació con Bill y se extendió con Pasley, Fagan… Pero te hacía sentir especial porque era la historia del fútbol. Es como los jugadores que están o llegan al Barça, que no sólo tienen una manera de jugar, sino que tienen una filosofía, una comunión con la afición y el respeto mundial. Y en el Liverpool el respeto era lo máximo. Ahora la Premier ya no es lo mismo.

P. ¿Por qué lo dice?

R. Porque el dinero y la llegada masiva de extranjeros lo cambió todo. Ahora, en Inglaterra falta una idea, un modelo de juego. Muchos clubes han perdido su identidad. Y tomo de nuevo como ejemplo al Barça; Xavi, Iniesta, Messi… son jugadores que vienen de abajo, por lo que respetan a la comunidad, al club, a la hinchada, a la historia azulgrana. Y eso en Inglaterra no se ve por ningún lado. No sé si se puede volver atrás, si hay opciones de regresar al respeto. Ahora los propietarios son de Rusia, América, Tailandia, por lo que no existe vinculación alguna a la ciudad. Hemos perdido el sentimiento a cambio del fútbol global. Y yo creo en la relación equipo-afición-club.

P. Ustedes dignificaron esa frase tras la tragedia de Hillsborough, cuando 96 personas murieron aplastadas en la semifinal de la Copa ante el Nottingham Forest...

R. Lo intentamos. Los jugadores del Liverpool fuimos a los hospitales a ver a la gente, hablamos mucho con las familias de las víctimas, sufrimos mucho su dolor.

P. ¿Cómo lo vivió en el campo?

R. Es que no vimos mucho porque a los seis minutos nos hicieron ir al vestuario. No entendíamos nada. Pero cuando nos dijeron que se suspendía el partido, nos dimos cuenta de que era muy grave.

P. ¿Por qué no se ha cerrado todavía la herida?

R. Han habido historias terribles sobre las bandas de Liverpool robando a los cuerpos de los muertos. Era todo mentira. Incluso la policía mintió sobre los verdaderos responsables de la tragedia.

P. ¿También le afectó en su día los insultos racistas que recibió?

R. No, eso no. Desde el mismo Liverpool me dijeron que no fichara por mi color de piel. Pero ya se sabe cómo es esto. Si juegas bien, te adoran. Y eso ocurrió.

P. ¿Y los del Everton, rival acérrimo?

R. Un día me tiraron un plátano al campo, como a Alves esta temporada. No me importó. Sé que soy bueno como cualquier otro ser humano. Si otra persona me quiere ofender por el color de mi piel, no es una ofensa.

P. Jugando al fútbol, sin embargo, era diferente, técnico…

R. Sí, pero jugué en la época equivocada. Antes, al contrario que en la actualidad, los técnicos no éramos muy apreciados.

P. ¿La selección de Inglaterra es técnica?

R. Hay buenos jugadores, sí. El problema es que tras Gerard, Lampard, Beckham, Scholes… hemos estado dos décadas sin jugadores de primer nivel. Ahora hay hornada prometedora con Sturridge, Sterling, Wilshere… pero no hay jugadores de 26, 27 y 28 años capaces. No creo que tengamos realmente oportunidades de ganar el Mundial. Es verdad que la Premier es la mejor liga del mundo, pero es por los extranjeros. Quizá en la próxima cita sea distinto, cuando estos jóvenes hayan madurado su talento.

P. ¿Hodgson es el técnico adecuado?

"Nos faltan entrenadores jóvenes con experiencia al más alto nivel"

R. Si quieres un técnico inglés, con nuestra mentalidad porque somos un gran país, pues bien. Pero nos faltan entrenadores jóvenes con experiencia al más alto nivel. En Alemania y España sí se apuesta por ellos. Y nosotros deberíamos copiarlos. Hay que dar oportunidades al talento.

P. Para talentoso, su gol a Brasil. ¿Qué recuerda?

R. ¡Poca cosa! Sé que es uno de los mejores goles de la historia de Inglaterra, pero eso es gracias a la televisión. En el campo no me enteré de mucho. Sobre todo porque el árbitro señaló en ese instante el final de la primera parte y no dio tiempo ni a que los compañeros se me tiraran encima a abrazarme. Luego el técnico nos dio la charla y ya está. No lo saboreé.

P. Usted jugó los Mundiales de 1986 y 1990. ¿Con qué se queda?

R. En 1990 caímos en los penaltis en semifinales ante Alemania. Éramos muy competitivos. Y de México, Maradona. Todo el mundo vio que su primer gol fue con la mano. Pero el segundo fue increíble. Fue maravilloso poder verlo en directo.

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