_
_
_
_

México destiñe a Brasil

El 'Tri’ arranca un empate con un gran partido colectivo y el meta Ochoa como figura

Ladislao J. Moñino
Guillermo Ochoa detiene un remate de Thiago.
Guillermo Ochoa detiene un remate de Thiago.MIKE BLAKE (REUTERS)

Las calles atestadas de una población multirracial. Mulatos, blancos y negros bebiendo cerveza en quioscos donde retumba la pagoda y la samba. Una bandera de Brasil gigante que cuelga de la pluma de una grúa de construcción Un estadio que canta enfervorizado el himno a capela y una selección que viste con sus colores tradicionales: la verdeamarela sobre pantalón azul y medias blancas. Colores que siempre evocan recuerdos de fantasía en los Mundiales. Pero en el campo, Brasil no fue Brasil y empató a cero ante una selección mexicana recia, bien posicionada, con las ideas claras con el balón y un portero, Guillermo Ochoa, que dio un recital de reflejos cuando fue exigido.

Brasil fue ese sucedáneo desteñido, musculado y fabril, sostenido por el resultadismo, por aquella conquista del Mundial 94 celebrado en Estados Unidos que acabó por enterrar el fútbol arte. Por mucho que gane jugando así, ese fútbol sin apenas futbolistas virtuosos en su once es un manifiesto contra su tradición y contra la alegría de su pueblo, contra los virgueros que hacen las delicias de los turistas en cualquier espacio donde se juntan en la calle o en las playas.

Por momentos, México llegó a zarandear a la selección de Scolari, incapaz de armar juego desde una alineación en la que solo cabe el talento de Neymar y Óscar como representantes de otros tiempos, de una Brasil más romántica, genuina y entretenida. Las pocas veces que Neymar pudo bailar con la pelota, dignificó la historia, pero no fue suficiente. La otra seña de identidad, los laterales, no acaba de ser definitiva. No parecen pasar ni Alves ni Marcelo por su mejor momento. Lo intentan y de vez en cuando rompen, pero no terminan de imponerse.

Dio cierta grima en el primer tiempo ver los problemas de Brasil para construir juego con Luiz Gustavo, Paulinho y Ramires, un trivote disimulado. En ese primer tiempo oscuro solo pudo generar peligro desde jugadas primarias. Primero un centro de Alves, en el que Neymar voló sobre Márquez para conectar un cabezazo ajustado y a media altura que puso a Pelé en la memoria. Al testarazo respondió Ochoa con una mano prodigiosa. La segunda ocasión clara vino de una jugada de estrategia, matada con el pecho por Thiago Silva a David Luiz en la que Ochoa achicó bien para tapar el remate del central. Su actuación fue memorable con otras dos intervenciones salvadoras cuando Brasil atacaba a la desesperada en una descarga final alborotada. Neymar volvió a estrellarse contra el meta en otro centro lateral y Thiago Silva también se topó con el pecho del inspirado Ochoa en un cabezazo franco.

Eso fue lo que más pudo crear Brasil, sometida por la presión y el intenso ritmo de México, que jugó sin complejos y con sencillez. En medio de los industriales centrocampistas brasileños emergió Vázquez, un mediocentro liviano y bajito que gobernó el partido con tanta sencillez como agudeza en el pase. De él partían los circuitos del balón que potenciaban a Aguilar y Herrera en la derecha y a Layun y Guardado en la izquierda. Herrera y Vázquez probaron varias veces a Julio César desde lejos, favorecidos por la movilidad de Peralta y Giovani dos Santos. El trabajo de la dupla de ataque mexicana fue admirable, en el trabajo de zapa y en la búsqueda de los espacios. Siempre fueron una amenaza que mantuvo en vilo a Thiago Silva y a David Luiz.

En el otro área, Márquez dio una lección de colocación y temple, bien escoltado por Héctor Moreno y el Maza Rodríguez. Esa defensa de tres centrales sepultó a Fred y fue un muro para Neymar cada vez que intentó superarla con arrancadas individuales. Scolari, que metió algo más de fútbol cuando dio entrada a Bernard por Ramires tras el descanso, levantó los pulgares festejando el empate. Chicharito y Raúl Jiménez, en el descuento pusieron al borde de una derrota que hubiera generado un terremoto.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_