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Un antiácido para el Giro

Quintana controla como sin esfuerzo la llegada a la cima de Panarotta y calma los ardores de los rivales

Carlos Arribas
Nairo Quintana al comienzo de la 18ª etapa del Giro.
Nairo Quintana al comienzo de la 18ª etapa del Giro.AP

Aunque son humanos, o eso parece, los directores de los equipos son seres poco dados a la poética, a los asuntos del alma. En Belluno, la ciudad mortecina y somnolienta de la torre esbelta y Dino Buzatti, no era cuestión de preguntar por los tártaros que nunca llegaron, que nunca llegarán, entre otras cosas porque, siendo como son, más que dejarse preguntar, la mayoría exigía una sola pregunta, y a Buzatti y a sus crónicas del Giro, y al sentimiento épico que alienta el ciclismo desde siempre, que le den. Solo querían que se les preguntara: ¿cuál es su nivel de indignación contra el Movistar y Quintana por atacar bajando el Stelvio cuando la dirección del Giro dijo que había que bajar despacito?

Clasificaciones

ETAPA:

1. Julian Arredondo (Colombia / Trek) 4:49:51"

2. Fabio Duarte (Colombia / Colombia) +17"

3. Philip Deignan (Ireland / Team Sky) +37"

4. Franco Pellizotti (Italy / Androni Giocattoli) +1:20"

5. Edoardo Zardini (Italy / Bardiani Valvole) +1:24"

GENERAL:

1. Nairo Quintana (Colombia / Movistar) 77:58:08"

2. Rigoberto Uran (Colombia / Omega Pharma - Quick-Step) +1:41"

3. Pierre Rolland (France / Europcar) +3:29"

4. Fabio Aru (Italy / Astana) +3:31"

5. Rafal Majka (Poland / Tinkoff - Saxo) m.t.

Como son seres vivos, y tienen órganos, la mayoría de los directores —todos los que perdieron el Giro bajando el puerto más alto entre la niebla y la nieve, todos a los que se les quedó cara de tontos en la meta— respondieron a la pregunta con una cara que asustaba, que revelaba un dolor de estómago tremendo, o al menos una acidez insoportable hija de una indigestión. Eran como el Grillo que perdió las elecciones el domingo y exhibió en su página un anuncio de Maalox, el antiácido (como el Almax, aluminio y magnesio) que se recomienda para las digestiones pesadas. Pero los directores, en realidad, para calmarse, para entender la vida, para saber de qué va este Giro de verdad, no necesitaban un almax sino, más bien, un Nairo en plena posesión de sus medios y magisterio: el Nairo que de punta en rosa (lo que causa cierta grima y hace revolverse en su tumba a los clásicos que solo entendían el ciclismo con culotte negro riguroso y calcetines blancos de primera comunión) que manejó como quien maneja con autoridad a una pandilla de chavales revoltosos, a todos sus rivales en los últimos kilómetros de la subida al Refugio Panarotta, a tiro de piedra de Trento, el primero de los tres finales en alto seguidos que decidirán un Giro ya prácticamente decidido.

También habrían calmado sus ardores escuchando cómo narraba Julián Arredondo, el colombiano (paisa como Urán, pero de Ciudad Bolívar, 25 años) que ganó la etapa, el descenso del Stelvio, cómo peleó sin quejarse para recuperarse. "Al final del descenso vi que era el último del pelotón y estaba congelado, y pensé que mi Giro se acaba ahí", dijo Arredondo. "Pero mi entrenador y director, Josu Larrazabal, me metió unos minutos en el coche con la calefacción a tope, entré en calor ahí y pude terminar la etapa". Al día siguiente, cuando vio a Nairo en el podio de firmas, Arredondo le dio un fuerte abrazo y la enhorabuena.

Mas ninguno atacó a Nairo directamente, sino que más bien se atacaban todos entre sí, peleando por los puestos de honor tras el intocable colombiano

Sin embargo, fue mejor la lección de Quintana, quien después de que su Movistar condujera al pelotón toda la etapa se quedó solo en los últimos kilómetros rodeado de todos los principales de la general (salvo de Cadel Evans, que se diluye día a día) esperando que le atacaran. Mas ninguno le atacó a él directamente, sino que más bien se atacaban todos entre sí, peleando por los puestos de honor tras el intocable colombiano. "Yo controlé lo que me correspondía a mí, y dejé a los otros que se preocuparan de lo que les correspondía a ellos", explicó Quintana, quien solo intentó irse con su pareja habitual, el francés Pierre Rolland, al principio (pero Urán se movió rápido y mostró que sería difícil soltarlo), y después observó cómo a los intentos de Kelderman, más de Rolland y Aru, respondían con sus gregarios Majka y Urán. Él solo apretó para esprintar detrás de Aru, una cuestión de honor, entrar delante de los demás.

Hoy le toca la cronoescalada del Grappa (28 kilómetros), el monte no solo del aguardiente sino de los miles de muertos en la Gran Guerra. La cronoescalada es un ejercicio que le gusta al líder. Con una cronoescalada, en Risoul, ganó el Tour del Porvenir en 2010, y este año la Vuelta a San Luis. Y, quizás, cerrará el Giro antes del Zoncolan. "Estoy en un gran nivel", dijo, con su sinceridad de siempre, que a veces irrita y acidifica en vez de calmar: "Haré una buena crono y seguiré de rosa sin perder tiempo".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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