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ANÁLISIS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Y si España jugara al contraataque?

Ni el Cholo ni Carletto pregonan el ‘estilo’ español. Pero ganan. Y los que dicen defender la filosofía de La Roja les aplauden

Los jugadores de la selección española en un amistoso ante Italia.
Los jugadores de la selección española en un amistoso ante Italia.EFE

El fútbol, reflejo fiel de la sociedad, no es ajeno a modas y tendencias. Más bien lo contrario. Y, por lo general, se rige por una lógica absolutamente simple y lineal: se copia al último ganador.

Ha sido así siempre, desde la WM del Arsenal, cuando solo existía la transmisión oral de la información, hasta la actual era 2.0. Y no existe mejor ejemplo que el fútbol español para demostrarlo. La revolución que planteó Johan Cruyff en 1988 la prolongaron Jorge Valdano-Ángel Cappa a principios de los 90 y se fue haciendo carne en los entrenadores más jóvenes, tuvo recorrido porque logró resultados, títulos. Más adelante, cuando se afianzó en el Barça con Pep Guardiola se transformó en estilo. En 2008 llegó a la selección de la mano de un reciclado Luis Aragonés, adalid del contraataque que apenas un par de años antes en Alemania había preferido la teórica eficacia rocosa de Albelda a la joven magia de Iniesta.

En aquel año, Vicente Del Bosque se subió a un tren que ya iba a toda marcha. Impuso su sentido común, su criterio, su habilidad en el manejo de los grupos humanos, hizo algunos retoques y trasladó el reinado imperial del Barcelona a La Roja, dos equipos elogiados de forma casi unánime en el mundo y ampliamente merecedores de los títulos conseguidos, dos equipos que han creado escuela. Ahí están sus hijos directos para comprobarlo: sus trazos son apreciables de la Juventus al Liverpool y de Alemania a Bélgica o Suiza, más allá de las peculiaridades de cada cual.

Cabe preguntarse entonces qué hará Del Bosque en el Mundial, ahora que la locomotora parece haber modificado su dirección

Así, el fútbol español quedó imbuido de un estilo. ¿Todo el fútbol español? No. Basta con preguntar a los hinchas del Atlético y del Real Madrid si les importa algo tener el balón, ganar posiciones en el campo a partir de un progreso asociado y paulatino, o respetar la estética del toque corto y preciso durante los 90 minutos. O con saber las cataratas de elogios que reciben Simeone y Ancelotti. Uno, básicamente por contagiar fe y exprimir al máximo las opciones de una plantilla en teoría inferior a muchas otras; el otro, por infundir cordura y tranquilidad en un club tan poderoso como sísmico sin cambiar sustancialmente la forma de jugar. Ni el Cholo ni Carletto pregonan el estilo español. Pero ganan. Y los mismos que dicen defender a muerte la filosofía de la Roja se calientan las manos de tanto aplaudirles. Cabe preguntarse entonces qué hará Del Bosque en el cercano Mundial, ahora que la locomotora parece haber modificado su dirección.

A primera vista parece haber dos opciones. La primera es mantener la línea seguida hasta aquí. Para ello habrá que confiar en la recuperación de Xavi y apostar a que sea capaz de jugar al máximo nivel cada 4-5 días, esperar que Busquets, Cesc e Iniesta rescaten sus mejores versiones, apostar a que el esfuerzo físico no le pase factura a Xabi Alonso y a que Silva retome el nivel que tenías antes de su última lesión. Y, por supuesto, rezar para que Diego Costa se acople rápido a una forma de jugar que desconoce para aportar los goles que se ha llevado Villa. Es decir, tiene sus riesgos, porque los intérpretes no pasan por sus momentos más brillantes.

¿Recibiría Del Bosque tantos palos como Martino en el Barcelona por "traicionar el estilo"? ¿Hasta dónde el hincha común —y el periodismo en general— valoran el estilo?

La otra posibilidad es volver a coger el tren en marcha y transformar el sistema en un 4-4-2 o incluso un 4-4-1-1 que no se fije como meta ganar la posesión sino los espacios, tal como hacen el Madrid y el Atlético (o Brasil y Uruguay, para hablar de selecciones), que aproveche la velocidad de Pedro/Navas, y que se adapte a las características de Diego Costa para jugar al contraataque. Es decir, cambiar el sentido, renunciar de alguna manera a lo hecho en los últimos años y seguir la tendencia más reciente. En tal caso surgirían los interrogantes: ¿lo aceptarían la hinchada y la prensa? ¿Recibiría Del Bosque tantos palos como Martino en el Barcelona por "traicionar el estilo"? ¿Hasta dónde el hincha común —y el periodismo en general— valoran de verdad el estilo?

Muy probablemente todo dependería de los resultados. Como por otra parte ha sido siempre, desde los tiempos de la WM del Arsenal. En todo caso, ya tenemos un motivo más para debatir antes de que empiece el Mundial.

Rodolgfo Chisleanschi (@rodochisleanchi) es periodista argentino afincado desde hace 25 años en España.

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