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“El fútbol es una religión en Nápoles”

Callejón, el extremo español del equipo de Rafa Benítez, analiza a sus compañeros Reina, Albiol e Higuaín y la final de la Copa italiana ante el Fiorentina de Joaquín y Borja Valero

Callejón celebra uno de sus goles con el Nápoles en el Calcio.
Callejón celebra uno de sus goles con el Nápoles en el Calcio. CIRO DE LUCA (Reuters)

Inmerso el calcio en una depresión sin fin, superado hasta por la Liga portuguesa en la clasificación de la UEFA, el estadio olímpico de Roma acoge este sábado una final de Copa (21.00) bendecida por el Papa Francisco, atractiva por ser contendientes de clase media alta alejados del poder tradicional, el Nápoles y el Fiorentina, y animada por protagonistas españoles (el técnico Rafa Benítez, el portero Pepe Reina, y el volante Callejón en los napolitanos; el mediocampista Borja Valero y el extremo Joaquín por los toscanos). Para rematarlo, un napolitano, Vincenzo Montella, preside el banquillo viola.

El inquieto goleador José Callejón (Motril, Granada, 27 años) se mueve feliz en una ciudad tan caótica como Nápoles, valorado por una afición que ha disfrutado de sus 13 tantos en 34 partidos. Solo ha sido una vez internacional sub-21 y ninguna en la absoluta. Pero no parece molesto: “Del Bosque lleva a gente de gran nivel, hay mucha competencia”.

“Los aficionados napolitanos son muy pasionales. Para ellos el fútbol es una religión. Prefieren ir al estadio a comer o a cualquier cosa de la vida. Aman el fútbol y nos debemos a ellos. Sin ellos, no seríamos gran cosa. Estoy muy feliz y espero seguir creciendo. Jugaré la final en banda derecha”. Lo hará junto a Gonzalo Higuaín, su excompañero en el Real Madrid. “Nos complementamos tácticamente y nos entendemos. Lo conozco muy bien”, dice.

Un excedente atacante en contraste con la sequía en la Fiore, golpeada todo el curso por las lesiones de Giuseppe Rossi y de Mario Gómez. Joaquín se verá obligado a actuar en punta. “El Fiorentina juega un 4-3-3, con un centro del campo muy fuerte, con mucha posesión de balón. Nuestras armas serán la velocidad y defender muy bien”, detalla Callejón, pese a que el Nápoles, extrañamente en un equipo de Benítez, ha encajado muchos goles. “Hemos cometido muchos errores”, reconoce.

“Nos complementamos tácticamente y nos entendemos”, dice del argentino

Rodeado de compatriotas, Callejón destaca el liderazgo de Reina en el vestuario desde su llegada en verano. “Lo de Reina es genética suya, ya veis las que monta en la selección. Lo lleva dentro”. Y el compromiso de Albiol. “Es un gran defensor sin faltas, ha jugado muchísimo. Aunque esté cansado, siempre está bien”. Sobre sus rivales este sábado en Roma, Callejón considera a Borja Valero un jugador “de selección” que “lleva el peso de la Fiore”, y al exbético Joaquín, “puro arte”.

Puestos a comparar, se atreve a cotejar las virtudes de su extécnico en el Madrid, José Mourinho (“Mou es un motivador, destacan sus charlas y sus análisis de los rivales”), con su actual entrenador: “Benítez trabaja mucho lo táctico y lo técnico”. ¿La técnica en futbolistas de élite? “Sí, sí, a mí, por ejemplo, no se me da muy bien el remate de cabeza y lo trabajo mucho con él. A otro es la pierna izquierda. Y así”.

El Nápoles pagó por Callejón al Madrid 10 millones en verano. “Llegó Rafa [BENÍTEZ]y me llamó. Convenció al presidente [Aurelio di Laurentiis] y están muy contentos con mi rendimiento. Los dos primeros meses me costó hacerme con el idioma. Fue un cambio brusco, lejos del Madrid, del club de siempre. Me desvinculé para poder jugar más”, explica.

“Mourinho es un motivador y analiza muy bien a los rivales”, afirma de su extécnico

Fue su segunda ruptura con las raíces. A los 14 años, el Madrid les echó el lazo a él y a su gemelo, Juanmi, ahora en el Bolívar boliviano de Xabier Azkargorta. “Dejamos la familia y el colegio para cumplir un sueño de niños. Mis padres lo tuvieron muy claro y no nos hemos arrepentido. Siempre juntos, mi hermano y yo, desde los 14 hasta los 21 años, cuando él se fue al Mallorca y yo al Espanyol”.

Atrás quedó Motril. “Desde los tres o cuatro años siempre con balones y cromos, en la calle y en el colegio. Con el equipo de los amigos, en una Liga provincial de Granada, fuimos creciendo. Jugábamos en un torneo de Andalucía en el que salimos campeones cuando vino el Madrid. Mi padre trabajó en el mercado municipal de Motril, tenía un puesto de frutas, pero fue capitán del Motril en Segunda B. Mi ídolo era Savio, un brasileño zurdo del Madrid. Después, cuando me hice mayor, Ronaldo. Alguna vez lo veíamos entrenarse en la ciudad deportiva”.

Su hermano triunfa a su manera en Bolivia. “Está haciendo muchos goles. Él juega por banda derecha, aunque le gusta más de mediapunta. A mí, en todos los sitios de ataque, con libertad. En el Castilla, en Tercera y Segunda B, jugué de delantero centro. Marqué 24 goles con Juan Carlos Mandiá. Después me fui reconvirtiendo”. Hasta convertirse en un extremo con alma de goleador, un privilegiado intérprete de la pasión napolitana por el juego.

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