Volantazo rumbo al espíritu del 98
Antes de la repesca, el presidente de la Federación, Davor Suker, fichó como entrenador a Niko Kovac, compañero suyo en la mejor generación croata, la que fue tercera en el Mundial de Francia
Mediada la fase de clasificación camino al Mundial, Croacia entró en un atolladero. Tras sumar cinco victorias y un empate en las seis primeras jornadas, a la selección ajedrezada le sobrevino una crisis de juego y resultados que a punto estuvo de dejarla sin billete para Brasil. Con un solo punto en los últimos cuatro partidos, los croatas se vieron abocados a la repesca como mal menor tras ser adelantados por la pujanza de Bélgica. Un día después de terminar dicha fase de grupos, Igor Stimac renunció a su cargo de seleccionador justo un minuto antes de que el presidente de la Federación, Davor Suker, le anunciara su destitución.
Para liderar la catarsis, enderezar el rumbo y conseguir el pasaporte mundialista, Suker recurrió al espíritu del 98, el mayor logro de Croacia en el que fue su debut en la Copa del Mundo. Encomendó la pizarra y la tarea de superar a Islandia en la repesca (0-0 en Reykjavic y 2-0 en Zagreb) a su compañero de generación Niko Kovac, que en ese instante entrenaba a la sub 21. El volantazo surtió efecto. El máximo goleador de la historia de la selección reclutaba al sexto jugador con más internacionalidades. Un alemán de padres croatas que hizo carrera como sólido centrocampista en la Bundesliga y la liga austriaca y que a los 42 años afrontaba su primera experiencia como entrenador al máximo nivel tras concluir su etapa como jugador en 2009. Kovac disputó dos Mundiales (2002 y 2006) y dos Eurocopas (2004 y 2008), pero una lesión le apartó de capitanear la epopeya croata en Francia 98. En aquella ocasión una sobresaliente mezcla de hambre y talento llevó a la selección balcánica al podio de la Copa del Mundo (terceros tras vencer a Holanda en la final de consolación). Solo la anfitriona y a la postre campeona fue capaz de derrotar en semifinales al equipo de los Suker, Boban, Jarni, Prosinecki, Stimac y compañía. Ahora en Brasil, Kovac tendrá la oportunidad de volver a reivindicar a un equipo en clara dinámica ascendente.
Tras no alcanzar la clasificación para el Mundial de Sudáfrica en 2010, Croacia demostró en la posterior Eurocopa de Polonia y Ucrania de hace dos años que cuenta con mimbres para intentar otra hazaña. En aquella ocasión, compartiendo grupo con España e Italia, los dos finalistas del torneo, pelearon su clasificación para la segunda fase hasta el último instante y cayeron derrotados por La Roja con un gol de Navas en el minuto 88. La base de aquel equipo con Pletikosa, Srna, Corluka, Pranjic, Modric, Rakitic y Mandzukic, tendrá en Brasil otra ocasión para lucirse.
Pieza clave en el Madrid de Ancelotti, Luka Modric será el arquitecto y metrónomo, motor y cerebro de la apuesta croata, que cuenta con la mezcla ideal de juventud y experiencia y un buen puñado de jugadores curtidos en las grandes ligas europeas. Mandzukic, que fue expulsado en la vuelta de la repesca, se perderá el primer partido del Mundial al que no podrá acudir el central Simunic, sancionado por la FIFA con 10 partidos de suspensión por proferir gritos fascistas durante la celebración de la clasificación. Los de Kovac se encontrarán en la primera fase a la anfitriona, Brasil, México y Camerún.
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