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FÓRMULA 1
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La sangre del motor

La concatenación de desgracias que se acumularon en el fin de semana más negro de la historia de la fórmula 1

Ayrton Senna, en 1990
Ayrton Senna, en 1990Mike Hewitt (Getty Images)

Es absolutamente normal que la muerte de Ayrton Senna provocara un estremecimiento a nivel mundial y monopolizara la atención, pero los que estuvimos en Imola en aquel Gran Premio de San Marino de 1994 recordamos no solo el terrible accidente de Ayrton, sino la concatenación de desgracias que se acumularon en el fin de semana más negro de la historia de la fórmula 1. Fue terrorífico.

El viernes, Rubens Barrichello se salió de la pista antes de entrar en los talleres y su coche terminó en la grada, que afortunadamente estaba vacía. El sábado, Roland Ratzenberger perdió el control de su monoplaza al rompérsele un alerón en la curva Villeneuve, y el choque acabó con su vida. Aquello dejó a todo el paddock absolutamente afectado, y de forma especial a Ayrton. La sangre de la F-1, o sea los pilotos y los técnicos, pasa de un equipo a otro, y por eso duelen tanto las pérdidas. El domingo, la salida se tuvo que dar hasta tres veces, aunque él ya no tomaría parte en la tercera. En la primera, a JJ Lehto le embistieron y varias piezas de las suspensiones del Benetton fueron a parar al público causando heridos. En la segunda se produjo la muerte de Ayrton. Todos sabíamos que la cosa era grave pero no nos imaginábamos hasta qué punto, y los inputs que llegaban de la organización tampoco llevaban a pensarlo. En definitiva, que el espectáculo tenía que continuar.

Al reanudarse la prueba definitivamente, el Minardi de Michele Alboreto perdió una rueda cuando salía del box, y hay que tener en cuenta que en aquella época la velocidad en los garajes no estaba regulada y se circulaba a toda pastilla. Finalmente ganó Schumacher pero nadie celebró nada. De hecho, la mayoría de equipos decidieron quedarse un día más, hasta el lunes, por miedo a subirse a un avión aquel mismo día.

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