Tata, ni mártir ni verdugo
La Copa, punto de partida de Pep y Cruyff, marca la trayectoria de los técnicos del Barça
Alrededor de Tata Martino se cuentan muchas historias, alguna buena y la mayoría no tanto, como si tuviera una doble personalidad o su figura fuera mitad realidad y mitad ficción, nada extraño si se atiende a la manera en que llegó al Camp Nou. El nombre del técnico rosarino fue sugerido por Sandro Rosell en verano, cuando Tito Vilanova recayó de su enfermedad, y su teléfono no fue facilitado por los servicios técnicos del Barça, ni por los del Málaga o la Real, clubes que negociaron sin éxito su incorporación, sino por el presidente de Paraguay, la selección que había dirigido después de su paso por Newell's. El fichaje fue avalado después de varias videoconfererencias por el director deportivo azulgrana Andoni Zubizarreta y el entonces vicepresidente Josep Maria Bartomeu.
A una contratación sorprendente ha seguido una trayectoria desconcertante. Martino ha pasado de ser un técnico de club por excelencia a tener que defender su currículo, mancillado por la crítica, que le ha convertido en un muñeco de pimpampum, fácil de ser sustituido por cualquier técnico que se plantea cambiar de equipo como Jürgen Klopp. Al Tata de nada le ha servido apelar a su voluntad de cumplir un contrato que expira en 2015 porque el propio acuerdo contempla la posibilidad de no de ser cumplido por cualquiera de las dos partes por una cláusula de penalización. El drama de Martino es que el precio que pagaría por desvincularse del segundo año pactado con el Barça sería más alto que el dinero percibido en la temporada que está a punto de acabar: alrededor de 4,5 millones de euros.
El club defiende al rosarino, desde Bartomeu a Zubizarreta, y también los jugadores, y hasta ha recibido el escudo protector de Johan Cruyff, que apunta directamente al consejo directivo como responsable del desconcierto en el Barça. La duda está en saber si se reclama un mejor trato al hombre o se apoya su trabajo como técnico, que se desconoce en qué consiste propiamente: ¿Tenía que hacer la revolución o se imponía una evolución? ¿A qué se comprometió o por qué se fichó a Gerardo Martino? Tata se ganó la confianza de la plantilla cuando no firmó altas ni bajas y se entregó a los pesos pesados de la misma manera que ha perdido su complicidad por no dar respuestas tácticas consecuentes con una cultura futbolística azulgrana que se suponía había entendido por ser admirador.
Los títulos del Tata
4 Torneos Apertura (3 con Libertad y 1 con Cerro Porteño)
3 Torneos Clausura (2 con Libertad y 1 con Newell's Old Boys)
1 Supercopa de España (con el Barcelona)
Martino se refiere a sus jugadores por su nombre y no por el apellido, síntoma de familiaridad si no fuera porque quienes mal le quieren difunden que una vez confundió a dos futbolistas. También incorporó a los técnicos de Vilanova para que no se le acusara de sectario y, sin embargo, solo atendería a los consejos de sus colaboradores más directos, Pautasso y Paulorrosso, cuya metodología sería anticuada. Aunque ha reiterado la necesidad de mezclar el juego sin perder la identidad, ha provocado cierta confusión sobre el estilo, agravada con alineaciones y cambios sorprendentes, siempre a partir de la ortodoxia, nunca del 3-4-3 propio del Barça. Y se ha contado incluso que Martino es muy suyo y no le gusta que le den consejos, y menos los futbolistas, ayer aduladores, hoy desconcertados.
A juzgar por los partidos disputados, su trabajo táctico ha sido escaso, y se mantiene siempre a la defensiva, de su obra o de su club, como ayer: “Más allá de lo que pase mañana [por hoy]”, afirmó ayer, “mi análisis de la temporada no será positivo. Es lógico que se hable de mi marcha. También se dijo que no llegaría a comerme los turrones. Es el precio a pagar por estar aquí. He aprendido a valorar las opiniones e informaciones. Busco seguir creciendo como profesional y tengo que aprender a vivir con todas estas cuestiones”.
Martino denuncia que se le trataría diferente si hubiera sido catalán u holandés, seguidor de Cruyff o de Guardiola, y sin embargo no sabe explicar en qué consiste su plan de juego, como si hubiera un Martino argentino y un Martino del Barça. No queriendo ser verdugo, ahora sería víctima.
“Más allá de lo que pase en la final, la temporada no es positiva”, dice Martino
A veces parece incluso que Tata no era el entrenador que se sentaba en el banquillo del Barcelona cuando su equipo ganó al Madrid en el Camp Nou y el Bernabéu. El vencedor era Messi o Neymar y, en cambio, el perdedor siempre es Martino. Hoy tiene la oportunidad de reivindicar su protagonismo en una final, la de Copa, especialmente simbólica con los entrenadores del Barça. La historia de Guardiola, que conquistó 14 títulos sobre 19, empezó (2008) y acabó (2012) con una final de Copa contra el Athletic. Amenazado de despido por Josep Lluís Núñez, Cruyff levantó su reinado con la Copa lograda ante el Madrid en Mestalla (1990). A Menotti se les recuerda por la Copa levantada ante el Madrid en la Romareda (1983). Y Luis Aragonés salvó al Barça después del motín del Hesperia por la Copa de 1988.
La Copa ha tenido un valor terapéutico para los entrenadores y para el club en años difíciles: 1932, 1942, 1951, 1957, 1963, 1968, 1971, 1978 y 1981. Ahora la puede tener con Martino, ya ganador de la Supercopa, aspirante a cumplir su contrato hasta 2015 o a recurrir a la cláusula que le permitiría regresar en mayo a Rosario y volver a almorzar en Pan y Manteca. Asegura alguno de sus amigos que se irá del Barça, que no se integra en Barcelona, que está cansado de Camp Nou. ¿A qué vino? se preguntan quienes no le entienden. El hilo conductor del Barça no son los técnicos ni los presidentes sino el equipo de Messi. Nadie se ha atrevido a tocar un pelo de los jugadores sino que quienes se van es por iniciativa propia como Puyol y Valdés. Igual les imita Martino o se convierte en un nuevo Cruyff.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.