Lorenzo no mira al pasado
El piloto de Yamaha, que empezó la temporada con una caída, confía en la remontada: “Hay que ser optimistas”
No empezó el fin de semana de la mejor de las maneras. Y lo terminó peor. No esbozó una sonrisa. Y hasta perdió los modales: en el taller, con su equipo. Nunca encontró la confianza necesaria con la goma trasera y aquello le llevó de cabeza desde el jueves al mismo domingo, cuando, raro en él, no tuvo en cuenta todos los factores implicados en el pilotaje de su Yamaha. Y se fue al suelo. En la primera vuelta. No había empezado así un Mundial desde que era un enano. En 2003, su segundo año, con 16, sumó un cero. Entonces la primera carrera era la de Japón. Desde el 2006 (el último año que el Mundial empezó en Jerez) hasta este curso Jorge Lorenzo no se había bajado del podio en la cita inaugural de la temporada. Había ganado en los últimos dos años. Es la de Qatar una pista que le gusta. Pero cometió un error. “Siempre tiene que haber una primera vez, he errado en la primera carrera como me he equivocado otras tantas veces”, espetó, pragmático. Pero tan tempranero fue ese fallo que puede arrastrarlo todo el curso.
“Será difícil, nunca se ha enfrentado a un reto así”, conceden en su equipo. Aunque al mismo tiempo admiten que si hay un piloto capaz de remontar una situación adversa como esta ese es el mallorquín. Se crece en esas circunstancias, opinan. “Como el año pasado”, recuerdan. Se fracturó la clavícula en Assen y dos días después (casi recién salido del quirófano) corrió y terminó en quinto lugar. Se la volvió a fracturar en Sachsenring y pese a la complicada recuperación llegó a Valencia, la última cita del año, con opciones de ganar el título. Le pone empeño. Y a tozudo no le gana nadie.
Simplemente me concentraré en llegar cerca de mi límite sin sobrepasarlo"
Así que llega a Austin con la cabeza repleta de arengas propias de un libro de psicología: “Yo no miro al pasado, porque no se puede cambiar. Y el futuro es imprevisible, así que como estamos en Austin lo que voy a hacer es concentrarme en esta carrera”, dijo cuando se le preguntó por cómo condiciona la temporada y la forma de afrontar las carreras un error tan madrugador. Pero añadió: “Hay que ser optimistas. Vale demostró en un circuito diferente como el de Catar –Rossi fue segundo– que con esta moto se puede ganar. Con el cambio de marchas seamless y una moto mejor en frenada todo el posible”. No quiere ni pronunciar en voz alta el de Yamaha, aspirante al título y dos veces campeón de MotoGP, que sabe bien que no le quedan comodines para gastar en las 17 carreras que quedan. Quedó demostrado el año pasado que los ceros se pagan muy caros cuando la competencia es tan alta.
“Simplemente me concentraré en llegar cerca de mi límite sin sobrepasarlo, como hice en Catar”, apuntó el piloto, que afirma no haberle dado más vueltas al asunto de la caída desde que entendió por qué se había caído: “La goma trasera tenía tan poco agarre que cargábamos todo el peso en la goma delantera, por eso hubo tantas caídas en carrera al perder el control de la rueda delantera. Deberíamos de haber tenido todos más precaución”, concluyó. Y así puso punto final a la historia en una jornada en la que el paddock recibió emocionado el anuncio de la despedida de Colin Edwards, todo un clásico. Cumplió 40 años en febrero. Y se retirará a final del curso. Como buen tejano, eligió Austin para dar la noticia. “¡Empezó el Mundial cuando yo tenía dos años!”, espetó el campeón del mundo, Marc Márquez, y todos estallaron en una carcajada. “Cuando llegué al Mundial, con 15 años, ya me conocía. Es uno de esos tipos que se interesa por las motos. Puede estar orgulloso”, añadió. A su lado, Valentino Rossi: “Le echaremos de menos”.
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