La cuadratura del aro
Los clubes femeninos pierden pujanza en Europa, pero la selección crece con el impulso de las emigrantes y los nuevos talentos ● Seis de los equipos de la final a ocho de la Euroliga que arranca hoy en Ekaterimburgo tienen presencia española
El 10 de abril de 2011, Salamanca se convirtió en la capital europea del baloncesto femenino. Ese día, el Perfumerías Avenida conquistó la Euroliga y puso fin a casi dos décadas donde el palmarés español a nivel de clubes había sido un páramo. Desde que las pioneras del Dorna Godella se proclamaran campeonas en 1992 y 1993, ningún equipo había logrado la corona. Cuatro de los grandes artífices de aquel éxito de 2011 y a la vez pilares de la selección española campeona de Europa el pasado verano: Alba Torrens, Sancho Lyttle, Silvia Domínguez y el entrenador, Lucas Mondelo, triunfan ahora en el exilio. Las dos primeras brillaron en la capital castellana al frente del potente Galatasaray turco, que certificó la eliminación del conjunto salmantino del torneo; Silvia aguarda en el lujoso Ekaterimburgo ruso la opción de alzar su cuarto título continental seguido; y el seleccionador ganó el mes pasado su segunda liga china con el Shanxi.
Su trayectoria es la metáfora perfecta del baloncesto femenino en España donde los clubes han perdido pujanza por la marcha de sus mejores jugadoras, tentadas por las ofertas económicas y deportivas de potentados clubes extranjeros, pero la selección se ha relanzado por la doble oportunidad que supone la emigración. Mientras las figuras contrastadas se curten compitiendo en las grandes ligas, las jóvenes aceleran su proceso formativo en los clubes nacionales que apuestan antes por su talento. Hoy arranca la final a ocho de la Euroliga femenina en Ekaterimburgo. No hay ningún conjunto español en ella (tres equipos rusos, tres turcos, uno francés y uno checo), pero en seis de ellos hay presencia española (seis jugadoras y un técnico —Roberto Íñiguez del Fenerbahçe).
“La oportunidad de estar arriba y competir con las mejores ahora está fuera. Jugar en grandes equipos junto a estrellas mundiales te hace crecer y madurar. Además, abrimos camino y dejamos paso a las más jóvenes”, cuenta Alba Torrens en su visita a Salamanca. “Hace unos años, salir era una opción remota. Ahora todo te empuja a decir que sí. Económicamente es una oportunidad y además nos ofrecen formar parte de grandes proyectos deportivos. Emigrar es una aventura que te completa como profesional. Te hace más fuerte”. Torrens certificó en el playoff ante el Perfumerías la distancia actual entre el Galatasaray (cinco millones de presupuesto) y el equipo salmantino (un millón: el más alto de España, pero el cuarto más bajo de los 23 equipos que iniciaron la Euroliga).
“La oportunidad ahora está fuera. Crecemos y además abrimos paso”, cuenta Alba Torrens
La crisis forzó el repliegue en el verano de 2012. Aquel curso, España presumía de la primera final europea de su historia con el enfrentamiento entre el Rivas Ecópolis y el Ros Casares; pero, tras aquel éxito, la carroza se convirtió en calabaza. Después de conquistar la Euroliga y tras 13 temporadas en la élite, el conjunto valenciano, referente de la Liga española, anunciaba su desaparición incapaz de amortizar el pretencioso presupuesto de siete millones de euros que proyectó para alcanzar el trofeo. En esa temporada 2012-13, la Liga se redujo a 11 equipos en lugar de los 14 habituales. “Hace unos años la liga española estaba a un gran nivel. Ahora Turquía y Rusia están claramente por encima”, refrenda Torrens, de 24 años. Allí está el dinero con gigantes como el Ekaterimburgo —con 12 millones de euros de presupuesto por el respaldo de UMMC, la mayor productora de cobre de Rusia, que paga a su jugadora franquicia, Diana Taurasi, cerca de 900.000 euros anuales y presume de avión privado— o los equipos turcos bajo el respaldo de sus clubes de fútbol. Turquía es además la organizadora del próximo Mundial femenino, en septiembre —donde la España de Mondelo se medirá a Brasil, República Checa y Japón en la primera fase—. Sin embargo, la afición ofrece paradojas como el hecho de que en el Abdi Ipekçi de Estambul apenas 500 personas sigan al Galatasaray, mientras que en Salamanca 2.600 parroquianos apoyan con fidelidad al Perfumerías.
“La inversión en baloncesto femenino en España es una isla”, confirma Jorge Recio, presidente del Perfumerías. “Apostamos por la formación, por cuidar la cantera y por fichar juventud para ofrecerles proyección. Fichar estrellas es fácil. El mérito está en verlas antes. Ahora nos las quitan por dinero porque fuera las cuadriplican el sueldo. Pero el recambio de las actuales campeonas de Europa ya está fogueándose en la Liga. El baloncesto femenino español tiene salud y futuro”, apuesta Recio que presume de apuestas como la de Marta Xargay y de la vinculación entre su equipo y la ciudad. Los datos respaldan su teoría. El baloncesto es el deporte con más licencias femeninas en España (142.923, casi el 20% del total) a gran distancia del golf (segundo deporte con 95.034) y con más del triple que el fútbol (39.023). Coincidiendo con los triunfos de la selección, se ha producido además un crecimiento del 38% (39.550 licencias más que en 2006) en los últimos siete años, periodo en el que las selecciones femeninas han logrado casi una treintena de medallas en todas sus categorías.
En España, solo Perfumerías y Rivas rondan el millón de presupuesto, el salario medio es de 50.000 euros —120.000 para las mejores y los contados fichajes extranjeros— y la liga se nutre de jóvenes promesas por vocación y necesidad. El 75% de las jugadoras son españolas, la mitad de ellas sub-22 y el talento se consolida con precocidad para mayor gloria de la selección —6ª en el ránking FIBA; 2ª tras Estados Unidos en categorías de formación—, afincada en la élite mundial gracias a sus cinco medallas en categoría absoluta en la última década. Siete de las 12 campeonas de Europa jugaban en el exilio. “Las jugadoras españolas hemos dado un paso adelante”, afirma Torrens, elegida la mejor jugadora joven de Europa en 2009 —Astou Ndour, jugadora del Gran Canaria de origen senegalés, recogió su testigo en el galardón de este año—. “Ahora cuando nos juntamos hay aún más ganas de selección. La Federación está en contacto permanente con nosotras. Somos un equipo. Me hace ilusión probar algún día la experiencia de la WNBA, pero mi prioridad en los veranos es la selección. Me tira más. Sin Amaya [Valdemoro] ni Elisa [Aguilar] nos toca a nosotras mantener y transmitir el carácter competitivo”, cierra Torrens.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.