No hay quien se apiade del Betis
El Barça, destensado, vence con un gol en propia puerta y dos penaltis absurdos del equipo de Calderón, de lo más competitivo en el Camp Nou
No hay Dios que se apiade del Betis por muy bien que le caiga a todo el mundo, a excepción, claro, del Sevilla. Esta vez perdió en el Camp Nou después de meterse un gol en propia puerta y tomar dos penaltis muy tontos, faltas que se pitan a los equipos que están en caída libre cuando enfrentan a los grandes. La soga del descenso acabará por ahorcar a los chicos de Calderón. Imposible animarse, arrancar a bailar o cantar “Viva er Beti manque pierda” ante tanta fatalidad. El Barça fue un simple espectador de la desgracia bética en una jornada más social que futbolera por el referéndum del Camp Nou.
Vive el Barça en el punto de penalti desde su salida del Bernabéu. No perdona Messi, ni que sea en el rechazo, como en el segundo de este sábado después de la parada de Adán. El 10 marca los goles y las jugadas las pone Neymar. El brasileño ha sido el protagonista de la mayoría de acciones que han acabado en los 11 metros —los árbitros han pitado cinco penas máximas a favor del Barça en las cuatro últimas jornadas—. Su entrada coincidió con el 3-1, a cinco minutos del final, momento decisivo porque el gol rondaba sin parar la portería de Pinto. A falta de fútbol y muy desfigurado el equipo, relajado Iniesta, volvieron a valer las jugadas en el Barça en un encuentro malo y pastoso.
BARCELONA, 3; BETIS, 1
Barcelona: Pinto; Alves, Bartra, Mascherano, Adriano; Xavi (Song, m. 88), Busquets, Iniesta (Cesc, m. 79); Pedro (Neymar, m. 79), Messi y Alexis. No utilizados: Oier; Montoya, Sergi Roberto y Tello.
Betis: Adán; Juanfran, Amaya, Jordi Figueras, Juan Carlos; N'Diaye, Lolo Reyes; Cedrick (Rubén Castro, m. 61), Nono, Vadillo (Jorge Molina, m. 61); y Leo Baptistao (Braian, m. 82). No utilizados: Sara; Chica, Paulão y Ceballos.
Goles: 1-0. M. 15. Messi, de penalti. 2-0. M. 66. Jordi Figueras, en propia puerta. 2-1. M. 68. Rubén Castro. 3-1. M. 86. Messi aprovecha el rechazo del penalti que le para Adán.
Árbitro: Iglesias Villanueva. Mostró la cartulina amarilla a Lolo Reyes y Amaya.
81.978 espectadores en el Camp Nou.
El partido nunca despertó, seguramente porque el sol tibio y reluciente invitaba a la siesta, había muchas familias a mitad de camino de la zona de votación del estadio y la cancha y los dos equipos no tenían ninguna prisa, ni por ganar ni perder, como si el resultado ya estuviera escrito. Aguardaba el Betis en su cancha con tres medios para inutilizar el juego interior azulgrana y el Barça no daba pie con bola hasta que apareció Alexis.
Ya se sabe de la agresividad e intervencionismo del chileno, decisivo para entender las opciones azulgrana en la Liga. Alexis domó con un control excelente un balón despedido en un rechazo de Bartra, y empezó un carrusel de recortes, por dentro y por fuera, sin saber muy bien hacia dónde apuntaba, hasta que metió la pierna Jordi Figueras. El árbitro pitó penalti y Messi venció a Adán con el mismo temple que con anterioridad había conseguido que doblaran la rodilla Diego López y Casilla.
Infalible desde los 11 metros, en el Bernabéu, en Cornellà y en el Camp Nou, el 10 amagó y tiró a la derecha de Adán, para contar su gol 16 en los últimos 11 choques. El ritual de cada partido, el penalti de rigor, desequilibró una contienda muy mansa, sin intensidad, discontinua, nada nuevo en el Barça. El equipo azulgrana se estira en exceso, se distrae a menudo, el juego se ralentiza constantemente y le cuesta asegurar el resultado, incluso en su feudo. La victoria ante el Betis parecía tan sencilla que los delanteros se recrearon sobremanera ante Adán.
Había excesivos regates, muy poco ritmo y la concentración y tensión abonaban las transiciones del Betis, las más problemáticas resueltas por la capacidad de rebanar la pelota de Busquets. La hinchada se puso incluso a corear el nombre de Busquets después de su contencioso con Pepe en Chamartín de la misma manera que nada más empezar había aplaudido la grandiosa pancarta institucional de “La Masia no se toca”.
Acabado el homenaje a Busquets, la afición reclamó el 2-0, que tardó en llegar, tanto por las buenas intervenciones de Adán como por la pereza de las estrellas del Barcelona. No se aplicaban mucho Iniesta ni Messi y tampoco era el día de Pedro, sin ritmo, fuera de las alineaciones de gala. A pesar de atacar con tres delanteros, dos extremos bien abiertos, no fluía el fútbol sin el alborotador Neymar ni el llegador Cesc. Tampoco apretaba el Betis. El encuentro se puso tan aburrido y tonto que algunos niños reclamaban a los padres el regreso a las actividades dispuestas con motivo del referéndum del Camp Nou.
Incluso aparecieron los pitos de los socios más exigentes cuando la pelota pasó a ser propiedad del Betis. No salían los azulgrana de su cancha, reiterativos incluso en patear en largo la pelota, nada de jugar en corto, como demanda la carta de naturaleza del equipo. Los reproches se sucedían en los jugadores del Barça. Calderón vio que el partido estaba muy abierto y no tardó en dar entrada a Jorge Molina y Rubén Castro. La dinamita del Betis exigió un mayor rigor defensivo en el Barcelona.
Ausente Piqué, no había manera de salir del área con el balón, de manera que el partido pasó a ser del Betis. Jordi Figueras se metió en propia puerta el 2-0, después de interceptar un centro de Adriano para Pedro, y acto seguido Rubén Castro rubricó una entrada de N’Diaye: 2-1. Paralizado Martino, el Camp Nou no se sacaba el pánico de encima, más atento a Pinto que a Messi, hasta que se asomó Neymar. El brasileño se ha convertido en el jugador estrella del Barça. Aparece de forma decisiva en cada partido, ya sea en Madrid, en Cornellà o en Barcelona, como esta vez, cuando un centro suyo desde la izquierda dio en la mano de Amaya, el árbitro silbó otro penalti y de nuevo marcó Messi.
El 10 necesitó un doble remate porque su tiro inicial a la izquierda del meta fue rechazado por Adán. El rechazo, sin embargo, quedó a merced del argentino y el Barcelona contó el 3-1. Al Betis, definitivamente, le ha mirado un tuerto, derrotado de mala manera, desafortunado en las áreas, también en la de Pinto. Ninguno de los muchos rebotes de que dispusieron los verdiblancos en las faltas que lanzaron cayó a uno de sus delanteros y en cambio cada intercepción de sus defensas supuso un gol del Barça, muy disperso, escaso en el tiro, nada serio, pendiente seguramente del partido del miércoles en el Calderón.
La Liga se lleva, más o menos bien, igual que le pasó al Atlético con el Villarreal. Europa, en cambio, exige esfuerzo, determinación y aplicación, atributos ausentes este sábado del Camp Nou, protagonista de la jornada por encima del propio Barça.
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