Diego Costa Club de Fútbol
El Atlético se aferra al espíritu solidario de todo el plantel, con su estrella como primer ejemplo, lleva al límite a las dos grandes fortunas de la Liga y evidencia que no todo es dinero
Muy seguro de sí mismo, Diego Costa comentaba en el viaje de vuelta de Bilbao el destrozo que había hecho a San José y a Laporte. Contaba, sin darse demasiada importancia, cómo había percibido que en velocidad ninguno de los dos centrales del Athletic podía alcanzarle a la carrera. En sus palabras había tanta naturalidad como cuando explica a sus amigos que no hace mucho, en la zona VIP del Calderón, nadie le pedía autógrafos o le pedía una foto.
Nada que ver con lo que sucede ahora, convertido en el icono de esa rebelión del Atlético frente a Madrid y Barcelona que explica que el dinero no garantiza la pelea por los títulos (120 millones frente a más de 500 de sus dos grandes rivales). A punto de medirse con el Barça en los cuartos de final de la Liga de Campeones, Costa abandera una manera de entender lo que es un equipo que, donde no llega con el presupuesto ni con messis o cristianos, llega desde el esfuerzo colectivo, el cholismo lo llaman. El goleador rojiblanco expresa en sí mismo los valores inculcados por Simeone. Pase lo que pase, de aquí al final de curso, el técnico ha demostrado que el fútbol no tiene por qué responder siempre a meras ecuaciones económicas.
Los de Simeone demuestran que hasta lo que parece imposible puede pelearse
Costa jugó en Bilbao con el convencimiento de que solucionaría el partido a nada que el equipo le interpretara los desmarques. A partir de sus carreras al espacio, el Atlético creció hasta imponerse en un encuentro que le nació torcido por un madrugador gol en contra. Su exhibición del sábado ha deparado en el vestuario el reconocimiento del liderazgo que ha adquirido. Algunos de sus compañeros, como Tiago, ya lo aventuraban en el inicio de curso: “Diego es nuestro líder, pero aún no lo sabe”. “Diego es nuestra alma, es el que nos da todo. A veces las cosas no salen y abre el partido con su fuerza y técnica”, apunta Godín. Los últimos cuatro partidos el Atlético los ha resuelto en el segundo tiempo y en todos ha marcado. Es esa capacidad de resolución en duelos trabados la que le señala como cabecilla. Su ascendencia ha ido de la mano de una progresión y una madurez para entender el juego. Cuando llegó de Brasil para probar en el fútbol portugués sus conocimientos tácticos eran escasos. Traía los vicios del juego callejero y del futbol-sala. “Cada vez es más completo. No es un jugador egoísta, no piensa en meter más y más goles, por eso ahora levanta más la cabeza”, abunda Filipe Luis, uno de los futbolistas que más se emocionó con la charla previa al partido que el equipo escuchó por boca de Irene Villa, según revelaron los diarios As y Marca.
“Yo siempre he sido un jugador colectivo”, se rebela Costa cuando se le inquiere por esa manera de conducir el balón, con la cabeza agachada que, a veces, le impide ver los desmarques de sus compañeros. El propio Simeone, cuando le ha visto asistir a un compañero, no ha dudado en traducir sus pases de gol como gestos que “hablan de la madurez y el crecimiento de un futbolista”.
En la explosión goleadora de Costa, 25 tantos en Liga, 30 en total, ha tenido mucho que ver el diseño de la idea de juego plasmada por Simeone. “Él determina nuestro juego por lo que puede darnos”, asegura el técnico.
“Cuando nos replegamos pasamos a jugar en más metros, autocréandonos espacios para Costa. Es intencionado”, analizan en la caseta, donde se planea, ante la ausencia de Raúl García en Barcelona, una alineación con cinco centrocampistas y Costa como única referencia arriba. Su madurez, “ahora también pelea, pero no se mete en líos”, dice Filipe Luis, parece ir en paralelo a la del equipo, que suma ya dos defensas consecutivas del liderato. A falta de siete jornadas, el Atlético ha mostrado que hasta lo que parece imposible puede pelearse con elementos que no son tan tangibles como el dinero, pero sí igual de valiosos y efectivos.
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