Cristiano alivia a un Madrid desteñido
El equipo de Ancelotti, sin chispa, vence a un impetuoso Málaga gracias a un gol del portugués
Mal asunto para casi todo adversario que pretenda discutir con el Real Madrid un partido en las áreas. Le sucedió al voluntarioso Málaga, que como era de suponer perdió en el golpe a golpe, aunque llegara con el partido a la vista hasta el último suspiro. Donde no llegaron Santa Cruz y Amrabat, sí lo hizo Cristiano Ronaldo, que por su cuenta es capaz de mandar a la lona a cualquiera. Genios como él no precisan de una actuación gremial, se las apañan solos. En una noche sin mucha gracia, el Madrid se aferró al noqueo de CR. No produjo el fútbol necesario para cerrar el partido con suficiencia y ante un rival de mucho empeño llegó al cierre con la guardia en alto. El equipo de Ancelotti cedió más campo del debido y se la jugó a una contra, suerte que domina como nadie. Pero esta vez no hizo bingo y encontró más resistencia de lo que aparentaba el cartel. Cristiano alivió el apagón general de un Madrid desteñido.
MÁLAGA, 0 - R. MADRID, 1
Málaga: Caballero; Angeleri (El Hamdaoui, m. 85), Sergio Sánchez, Flavio, Antunes; Camacho, Tissone (Portillo, m. 68); Samuel (Iakovenko, M. 68), Duda, Amrabat; y Santa Cruz. No utilizados:Kameni; Casado, Pablo Pérez y Juanmi.
Real Madrid: Diego López; Carvajal, Pepe, Varane, Marcelo; Modric (Illarramendi, m. 90), Xabi Alonso, Isco (Jesé, m. 63); Bale, Benzema (Di María, m. 32) y Cristiano. No utilizados: Iker Casillas; Coentrão, Nacho y Morata.
Gol: 0-1. M. 23. Cristiano bate a Caballero con un derechazo dentro del área.
Árbitro: Martínez Munuera. Amonestó a Antunes y Duda.
Unos 25.000 espectadores en el estadio de La Rosaleda.
Golear es un asunto rutinario en gente como el portugués, en La Rosaleda muy bien enchufado por Bale, más activo que en otras jornadas. Suyo fue el cambio de juego hacia CR que derivó en el tanto visitante. Una jugada repetida de inicio una y otra vez por el galés y siempre mal defendida por los de Schuster, que en la basculación de costa a costa dejaban a Angeleri cara a cara con el luso. Por lo general nadie acudió al auxilio del lateral argentino, como si Cristiano no mereciera mayor arresto. Poco después del gol madridista, en un trance similar, con Bale atinado como punto de partida, CR estuvo a un dedo de superar de nuevo a Caballero, pero la incomunicación con Benzema resultó fatal para los de Ancelotti. No hubo diana y, encima, el francés recibió un golpe de Ronaldo y a la media hora pidió irse a la enfermería. Extraña decisión la del técnico italiano, que echó el lazo a Di María, del que había prescindido de entrada para evitarle una tarjeta que le condenara en el clásico del próximo domingo. Por el banco estaban Jesé y Morata, pero Ancelotti se la jugó como no quiso hacerlo 30 minutos antes.
El refugio inicial de Di María dio paso a Isco, que en su vuelta a casa solo estuvo de paso, sin rastro. El malagueño arrancó como volante, al costado izquierdo de Xabi Alonso y ya sin Benzema hizo de ariete, posición donde mejor le vislumbra Ancelotti. Jugador que flirtea bien con el gol y con clase y recursos de sobra para asistir desde el eje del ataque a Cristiano y Bale. Justo el papel que de maravilla asume Benzema. Pero Isco anda extraviado, se le han apagado las velas del inicio de curso y ahora se busca y no se encuentra. Cuestión de confianza, cuestión de tiempo, cuestión de que encuentre su rol en todo un Real Madrid. Talento tiene, y mucho, pero en equipos de altísimo rango se precisa otro plus, la autoconfianza, el competir sin remilgos, siempre al máximo, con descaro y pujanza. Un jugadón de Di María al inicio del segundo acto pudo reanimar a Isco, pero en solitario ante Caballero pateó el balón a las nubes. No tardó en ser relevado y el chico se fue con el gesto frustrado. Tampoco Jesé dejó migas.
Al Madrid le costó anclar el partido en el medio campo, lo que le hubiera procurado mayor gobierno. Se hizo más de un nudo para catalizar el juego y recurrió en demasiadas ocasiones al pase dislocado. El Málaga se mantuvo en pie al cortocircuitar el juego rival, al cerrarle las líneas de pase. No fue la jornada de Alonso, que por una vez no logró que el juego gravitara a su alrededor. Tampoco apareció el lujoso Modric de los últimos meses. El equipo estuvo impreciso, con más pérdidas de lo habitual y cierto descontrol. Sin tránsito por el centro de mando, sus delanteros debieron buscarse la vida a su aire. Tampoco el Málaga sacó provecho de la palidez visitante. Le puso el coraje que le demandaba su hinchada, que se puso de gala para la ocasión, pero es un equipo de corte raso, al que todo le cuesta un mundo. El alboroto de Amrabat, la vía aérea de Santa Cruz, la delicada zurda de Duda y poco más. No son pocos los avatares que ha sufrido el equipo, rebajado por los recortes, tan vulnerable a la inestabilidad institucional. Aun así, de forma meritoria llegó con aire al tramo final, por su tesón y entrega, y el poco articulado fútbol del Madrid.
El conjunto blanco estuvo impreciso, con más pérdidas de lo habitual
Cierto que Diego López apenas tuvo que despeinarse, pero el líder se movió por el alambre, con un marcador ajustado, con el riesgo del azar. Confiado en su extraordinaria capacidad para demoler al contragolpe, en La Rosaleda no acertó con su distinguida vía. Schuster se la jugó con todo y acabó con tres defensas. No encontró el consuelo que en jornadas sin luces sí conceden futbolistas como Cristiano. Con él a lo suyo, el Madrid llega más suelto al gran clásico.
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