Italia saca a Zidane de sus casillas
Italia llegó a Alemania 2006 como le gusta, en las peores condiciones. Acorralada por los escándalos de los amaños de partidos del calciopoli, la cadena de fraudes arbitrales en el calcio entre 2005 y 2006, sancionados como consecuencia de ello el Juventus, el Milan, el Fiorentina, el Lazio y el Reggina. Como ya hizo en el Mundial de 1982, la Azzurra se unió contra el mundo y en torno a su entrenador, en este caso Marcelo Lippi, afianzándose a partir de la solidez defensiva de Buffon y Cannavaro, la creatividad de Pirlo y Totti en la medular y el instinto de Del Piero para rematar. El fútbol procedía de Francia y de un Zidane pletórico aunque en sus últimos coletazos, capaz de tumbar a España en octavos y a Brasil en semifinales. Le esperaba Italia en la final de Berlín. Y un villano inesperado, Materazzi, que sacó a Zidane de sus casillas, insultándole hasta que el francés, en un arranque de furia incontenible, arremetió contra el defensa italiano como un ariete: golpeándole con la cabeza en el estómago. Su expulsión desinfló la superioridad francesa y le dio en la tanda de penaltis el cuarto título mundial a Italia (1934, 1938, 1982 y 2006).
ENTREVISTA A ALBELDA |
Internacional con España entre 2001 y 2008
“El cambio de estilo ya se hizo en Alemania”
Entonces no lo sabía, pero la España de Luis Aragonés estaba incubando a la mejor selección de su historia. Sin embargo, aquella cita de Alemania 2006 fue una decepción más dentro de la fatídica marcha de España en los torneos internacionales, alimentada por la Copa del Mundo anterior, en Corea y Japón 2002, cuando el combinado de José Antonio Camacho se sintió víctima de una conspiración arbitral. España llegó en plena metamorfosis a Alemania. Barrió a Eslovenia en la repesca (6-2, un gran Luis García, el del Liverpool) y se paseó en la primera fase ante Ucrania (4-0, una actuación impresionante), Túnez (3-1, dos goles de Torres y uno de Raúl) y Arabia Saudí (1-0). Apareció Cesc Fàbregas como el debutante más joven de un Mundial. Pero España volvió a chocar contra el muro de Francia, más fuerte, experimentada y letal. Al gol inicial de Villa, de penalti, respondieron Ribéry, Viera y Zidane. David Albelda (La Pobla Llarga, 1977) estuvo allí. A los 29 años, se sentía en plena madurez, líder del Valencia, aunque se quedó fuera del partido de octavos de final ante Francia, primera víctima del imparable camino hacia el tiqui-taca. Retirado al final del curso pasado, Albelda dice estar "formándose" en el mundo empresarial mientras practica una de sus aficiones favoritas: la bicicleta. Su padre y su tío fueron ciclistas profesionales.
Pregunta. ¿Qué recuerdo tiene de aquel Luis Aragonés?
Respuesta. Una persona íntegra, sincera, apasionada de su trabajo, muy pendiente de cada entrenamiento. Era muy frecuente que en cada entrenamiento se encarara con alguien como hizo con Reyes. Es quien hizo crecer a la selección, le marcó el camino.
P. ¿Cuándo cambia todo?
R. Fue en la concentración previa al Mundial de Alemania 2006. Luis cambia el esquema y el estilo, aunque quizá el torneo le llegó demasiado pronto, con Xavi recién recuperado de una grave lesión de rodilla. Pero él ya tenía ese cambio en la cabeza.
P. Y después de Alemania decide prescindir de Michel Salgado, Raúl y Cañizares.
R. Tenían mucho peso, eran veteranos con mucha experiencia, sobre todo Raúl, uno de los mejores jugadores de la historia de España. Pero no pasó nada y creo que Luis lo decidió sobre la marcha.
P. El partido clave fue el cruce en octavos contra Francia. ¿Cómo lo vivió?
R. No lo jugué porque Luis prefirió un equipo más de ataque, más técnico. Pero Francia, con Makelele en la contención, nos ganó a la contra. Después se pensó que quizá nos hubiera venido bien un stopper en el centro del campo. Francia impuso su veteranía y una mayor presencia física.
P. ¿Zidane estaba en su esplendor?
R. No, quien estaba en su esplendor era Ribéry. Zidane ya era veterano entonces y había sido todavía mejor dos Mundiales antes [Francia 98] y en la Eurocopa de Bélgica y Holanda 2000.
P. ¿Recibieron muchos palos tras la derrota?
R. Sí, muchos, porque había mucha ilusión en España. Recuerdo salir a coger el autobús y ver a los aficionados españoles muy enfadados y desilusionados.
P. ¿Cuánto tiempo más sigue contando para Luis?
R. Hasta el 15 de enero de 2008 cuando ganamos 1-0 precisamente a Francia. Es mi último partido con la selección. Luis contaba mucho conmigo, pero yo desaparezco porque Koeman lo decide [el técnico holandés, entonces al frente del Valencia, aparta del grupo a Albelda, Cañizares y Angulo]. Muchos quieren relacionar mi salida con el cambio de estilo, pero no tiene nada que ver.
P. Pero hay quien piensa que la entrada de Senna en su lugar benefició el juego de España.
R. Tonterías se oyen en todas partes, pero un jugador no cambia todo pese a que Senna hizo una Eurocopa de Austria y Suiza tremenda. Pero la selección ya tenía el mismo estilo de juego cuando yo jugaba. Hay que recordar la exhibición ante Inglaterra en Manchester (0-1) con el gol de Iniesta. En ese partido se ve claramente el cambio de estilo.
P. ¿Y qué le pareció la final?
R. Un partido muy físico en el que Italia le hizo a Francia lo que Francia nos había hecho a nosotros. Italia controló defensivamente el partido, llegó a los penaltis y le salió bien.
P. ¿Dejó muchos amigos en aquella selección?
R. Coincidí muchos años especialmente con Xavi, Puyol e Iker Casillas. La convivencia fue muy buena. Y había entonces un goteo de jugadores de Valencia en la selección: Marchena, Baraja, Angulo, Cañizares y después llegaron Silva, Villa, Joaquín... Ahora ya no pasa.
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