Rayos gemelos a 52 kilómetros por hora
Holanda, con los hermanos Mulder, sigue arrasando en patinaje y ocupa por primera vez todo el podio de la velocidad
Son ya los Juegos de los hermanos. La fraternidad olímpica llevada al extremo. Tras el oro y la plata de Justine y Chloe Dufour-Lapointe en el esquí de baches, aparecieron rayos naranja sobre el hielo, y gemelos, para apurar aún más. A 52 kilómetros por hora, los Mulder, Michel y Ronald, de 27 años (el próximo día 27 cumplirán 28), fueron oro y bronce en otro día histórico del patinaje. Su compatriota Jan Smekens, plata. Incluso hubo emoción absoluta al final, pues pareció que los 34,72s de éste le daban el oro en la suma de las dos mangas que componen la prueba. Así lo celebró tras cruzar la meta. Pero tras los ajustes electrónicos, Michel pasó de la decepción a la alegría. Las sumas de tiempos se dieron en milésimas para que no hubiera dudas: 69,312s frente a 69,324s. Ronald, 69,46.
Holanda, gran potencia general, ganó así por primera vez los 500 metros, la prueba más rápida, el equivalente a los 100 en atletismo. Y lo que es más asombroso, copó el podio que menos se esperaba. Solo había logrado una plata Jan Ykema en Calgary 88. El dominio holandés se preveía de nuevo esta vez, e incluso mayor que en Juegos anteriores. Los resultados en los cuatro años de olimpiada previa así lo anunciaban. Pero está siendo abrumador. Tres pruebas, dos podios completos en hombres y sólo han dejado escapar la plata y el bronce en los 3.000 femeninos. Siete medallas de nueve posibles.
Los Mulder son los segundos gemelos que se suben a un podio invernal tras los estadounidenses Phil (el más ilustre) y Steven Mahre, oro y plata en el eslalon de esquí alpino en Sarajevo 84. Entonces 21 centésimas les separaron en la nieve. Ayer, 15, otro suspiro en el hielo. En verano, los tenistas estadounidenses Bryan fueron oro en el doble de Londres 2012 tras el bronce de Beijing 2008. Los Borlée, atletas belgas de 400, sólo lo han rozado. Pero si se recuerda hermanos el récord imbatible lo tienen siempre los cuatro suecos Peterson, plata en México 68 en la desaparecida prueba ciclista de 100 kilómetros contra reloj. Tres de ellos ganaron ya el bronce en Tokio 64.
Ronald perdió sus posibilidades en la primera manga al ser el que menos bajó de los mágicos 35 segundos. Hizo 34,97s. y el tiempo más rápido en la segunda 34,49s, lo que suponen 52,19 kilómetros por hora. Michel fue más regular, 34,63s y 34,67s, frente a Skemens, 34,59s y 34,72s. La prueba, que supone una recta de 100 metros y una vuelta completa al óvalo de 400, fue un encuentro Holanda-Asia. En cada encuentro por parejas, los holandeses fueron dejando en el camino al surcoreano Mo, oro en Vancouver 2010, y a los japoneses Kato, bronce, y Nagashima, plata. Ayer, cuarto, quinto y sexto. La marea naranja fue un vendaval.
Los Mulder se mostraron fríos nada más terminar, con sus padres en la grada. Michel, con algo de barba. Ronald sin ella. Ambos rubios y con un corte de pelo similar. Michel 1,84 metros, 82 kilos. Ronald, 1,86, 84. Ronald, sentado tras haber patinado ya, movió la cabeza al terminar su hermano la última manga y no pudo evitar un gesto de rabia al comprobar que le superaba. Cambió pronto el semblante, pero le dolió confirmar que él era mejor hasta el año pasado y aunque ganó la primera prueba de Copa del Mundo esta temporada en Calgary (Canadá), Michel venció en la más reciente de Berlín y apenas hace tres semanas en el Mundial de sprint, que combina los 500 y 1.000 metros. Era y estaba mejor.
Más baches canadienses
La reacción de las hermanas canadienses Dufour-Lapointe tras su éxito del sábado fue mucho más entrañable. Incluso hubo reparto de alegría con la mayor, Maxime, descartada para las medallas. La que lloró de tristeza fue la estadounidense Hannah Kearney, que no pudo repetir el triunfo de Vancouver por un fallo tras el primer salto. Entre lágrimas reconoció que no podría seguir cuatro años más. Quizá es que todo queda en casa canadiense, como sucedió también ayer en los hombres, donde Alexandre Bilodeau repitió su triunfo de hace cuatro años ante otro canadiense, Mikael Kingsbury, que era incluso más favorito. Pero Bilodeau volvió a ser el más fuerte en la rapidez (24,81s por 25,25s), en los virajes entre las dunas, y en los dos saltos. En el gran momento olímpico le volvió a empujar su hermano mayor Frederic, con parálisis cerebral y al que considera su héroe. Por eso ya emocionó aún más a todo Canadá en Vancouver cuando en su presencia ganó su primera medalla en casa.
Hoefl-Riesch, una de dos
La alemana Maria Hoefl-Riesch, doble oro en Vancouver, cumplió en su primer examen. Ganó el tercero olímpico en la supercombinada del esquí alpino, la primera prueba femenina, al recuperar magistralmente en el eslalon el segundo largo que había cedido en el descenso inicial. Repitió así el triunfo de 2010 y confirmó su título mundial de 2013. Le faltará hacer lo mismo en el eslalon, pues no lo tendrá tan fácil en el resto de modalidades. Ex amiga de la gran ausente, la estadounidense Lindsey Vonn, con quien dice haberse distanciado, de momento es ya la gran protagonista. La incombustible estadounidense Julia Mancuso hizo al revés, y mantuvo al menos el bronce con la ventaja sacada en la prueba de velocidad. Fue su cuarta medalla olímpica tras el oro en gigante de Turín y las platas en la misma supercombinada y en el descenso de Vancouver. Hoefl tuvo mucho recelo de la peligrosa pista de Sochi para la velocidad, que ya asustó a los hombres con sus tres saltos, uno de ellos de casi 80 metros. Pero en la habilidad sacó más de un segundo y medio a Mancuso. Austria volvió a sumar medalla con la veterana Nicole Hosp, plata ocho años después de la conseguida en el eslalon de Turín 2006. Tuvo que remontar aún más tiempo, pero el eslalon suele decidir casi siempre.
Hamelin, rey de la pista corta
Tiene apellido de flautista, pero es real. Patina sobre hielo con magia, rapidez y habilidad. Los hermanos Grimm difícilmente lo hubieran imaginado. El canadiense Charles Hamelin lleva años en la cumbre del patinaje de velocidad en pista corta y a sus 29 nadie puede dudar ya que ha sido un martirio siempre para los surcoreanos y de chinos más tarde. Ayer lo demostró otra vez al ganar los 1.500 metros, la primera prueba, su tercer oro olímpico tras los de 500 y el relevo que logró en 2010. Con su barba y pelo largo inconfundibles pese a los cascos, hizo valer su experiencia y su mayor físico para salvar como nadie las peripecias habituales que se dan en la pequeña pista ovalada de 111,2 metros de cuerda. A ocho vueltas del final atacó uno de los favoritos, el bronce en 2010, el estadounidense Celski (que nunca encantará como Apolo Ohno, ahora comentarista), pero Hamelin se puso en cabeza a falta de dos y no la dejó. Viktor An, oro para Corea del Sur en 2006 como Ahn Hyun Soo, se aprovechó de la caída del británico Whelbourne y dio el bronce a Rusia, donde se nacionalizó tras un desencuentro con su país de origen. Pero no pudo ya con uno de los chinos, Tianyu Han, plata. China se llevará más medallas, como en los saltos del esquí acrobático.
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