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Nadal, a cuartos con ampollas

El número uno gana 7-5, 7-6 y 7-6 al japonés Nishikori y se cita en octavos con Dimitrov

Juan José Mateo
Nadal celebra su triunfo sobre Nishikori.
Nadal celebra su triunfo sobre Nishikori.DAVID GRAY (REUTERS)

El día es ventoso, y para Rafael Nadal está lleno de torbellinos. El número uno llega a los cuartos del Abierto de Australia, donde le espera el búlgaro Dimitrov (6-3, 3-6, 6-2 y 6-4 a Bautista), tras derrotar 7-6, 7-5 y 7-6 a Nishikori en un encuentro que le ve agarrarse la rodilla izquierda, caerse, romper una zapatilla y ser tratado dos veces por el fisioterapeuta de las ampollas sangrantes que tiene en la mano izquierda, que es con la que sujeta la raqueta. Perdido el filo del drive por las llagas que amenazan con abrirse, y adormecido el tacto por el vendaje que las recubre, el campeón de 13 grandes compitió agarrado al corazón, imponiéndose por fuerza al liviano número 17 del mundo. El mallorquín, que perdió breaks de ventaja en la primera y la tercera manga, por la que llegó a sacar Nishikori, fue castigado en esta con la pérdida de un primer saque por tomarse más tiempo del reglamentario (20 segundos) entre servicio y servicio. Venció porque frente a las dificultades no tiembla, mientras que su contrario duda.

“Siempre tengo problemas de ampollas en las manos. No es doloroso, pero puede ir a peor sin protección”, dijo el ganador. ¿Y la sanción de la juez de silla, que llegó con 40-40 y 4-4 en la tercera manga y acabó llevándole a ceder un break que dejó a Nishikori sacando por el parcial? “Suelo tener buen autocontrol”, contestó el número uno. “La decisión llegó en un momento crítico, pero la respeto”, añadió, antes de resumir con precisión el partido: “La bola me volvía muy rápido y me costaba coger la posición dentro de la pista. Estuve muy cerca de perder los tres sets. Tuve que correr mucho".

Nishikori luchó como los fuertes y se diluyó como los débiles. En situaciones de igualdad, intentó aprovechar su movilidad y coordinación, que le permiten atacar la pelota con la velocidad de un rayo. Sin tiempo para recuperar la posición, el mallorquín sufrió de un lado a otro. El japonés, sin embargo, no supo gestionar las ventajas que se procuró en el marcador, como el break con el que se adelantó en la segunda manga o el que le dejó sacando por la tercera, ni explotó las señales de debilidad que transmitía su contrario: la mano vendada, el cuerpo rodando por el cemento tras una caída, la zapatilla rota, el viaje al vestuario en busca de un par nuevo… nada de eso aprovechó el aspirante para consolidar su ventaja e hincarle el diente al partido.

Siempre tengo problemas de ampollas en las manos. No es doloroso, pero puede ir a peor sin protección

A Nishikori, también tratado de ampollas en un pie, le pudo la leyenda de Nadal. En desventaja, el campeón de 13 grandes hizo lo que suele. Agarrarse a la pista y enseñar los dientes. Disparar esos tiros pesados que a cada acometida llevan una tarjeta de visita en la que se lee que sigue habiendo partido. Poner la consistencia por encima de la belleza para recordarle al rival que el camino es largo, agotador y lleno de curvas. Tirar y tirar con el drive, incluso cuando le falta filo, para decirle a Nishikori una cosa: ‘Soy el tenista que gana con sol y con lluvia, en la salud y la enfermedad, haga calor o frio’.

El mensaje, telegrafiado también con el saque (12 aces) y el revés cruzado, llegó alto y claro al número 17, que solo convirtió cuatro de las diez bolas de break que tuvo y se ahogó en los errores no forzados (51). Gracias a su velocidad y a sus buenas manos, Nishikori fue capaz de dominar la pelea sobre los segundos saques y los intercambios de fondo: Nadal, que había ganado el 57% de esos debates en los partidos anteriores, no llegó a sumar el 20%. El número uno se impuso porque atacó con valentía y decisión los peloteos clave. Su actuación, sin embargo, no tuvo la misma consistencia que en tercera ronda, ante Gael Monfils, y dejó una incógnita: cuánto le mediatizan esas ampollas ahora que comienzan los partidos que deciden el título.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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