El coraje despierta a España
La selección consigue doblegar a Noruega (25-27) tras una mala segunda parte que evidencia las carencias en ataque
España se metió en la segunda fase del Europeo tras levantarse de su peor pesadilla. Ante el rival más asequible que se iba a encontrar por el camino, la campeona del mundo desplegó el muestrario de los horrores en un segundo acto que resultó un calvario. Solo en la recta final del partido, a base de casta, del pundonor que le otorgan las dos estrellas en el pecho, pudo sobreponerse para sellar algo más que dos puntos. El empate de Hungría e Islandia (27-27) en el otro partido del grupo pone a España ante una situación idílica de cara a lo que viene a partir del sábado. De vencer el jueves a Islandia, los de Cadenas dejarían de otear la lucha por las medallas para sentirla más cerca. Para ello, deberá tomar buena de lo sucedido ante los nórdicos.
En el segundo tramo, el equipo de Cadenas expuso sobre el 40x20 todas sus carencias. Los problemas en el ataque posicional resultaron alarmantes. Hasta la recta final, Jorge Maqueda, de dulce en el Nantes, anduvo tan obcecado en el lanzamiento como errático se mostró en prácticamente todas las acciones Gurbindo, recambio de última hora ante la baja de Alex Dujshebaev. Por suerte, la casta del lateral quereño no tiene límites. Palió su desacierto en la puntería con un ímpeto del que se contagió el resto del bloque. Ante Hungría nadie se acordó de él, pero esta vez sí se añoró la figura de Julen Aginagalde. Sin casi opciones en el tiro lejano, España se ha malacostumbrado a contar con uno de los jugadores más determinantes de este deporte.
NORUEGA, 25; ESPAÑA, 27
Noruega: Erevik; Bjornsen (2p), Reinkind (1), O'Sullivan (1), Kjelling (1), Tvedten (-) y Myrhol (7) -equipo inicial- Dahl (ps), Sagosen (-), Lund (-), Mamelund (1), Tonnesen (3), Lindboe (4), Gullerrud (-), Lokkebo (1) y Hansen (4)
España: Sierra; Víctor Tomás (8, 1p), Raúl Entrerríos (2), Gedeón Guardiola (1), Morros (-), Antonio García (-) y Ugalde (5) -equipo inicial- Pérez de Vargas (ps), Gurbindo (-), Rocas (1), Maqueda (2), Sarmiento (-), Andreu (1), Cañellas (7, 5p), Ruesga (-) y Rivera (-)
Marcador cada cinco minutos: 2-2, 3-5, 5-8, 7-9, 8-10 y 8-12 (Descanso) 11-13, 14-15, 18-16, 21-20, 22-23 y 25-27 (Final)
Árbitros: Dentz y Reibel (FRA). Excluyeron por dos minutos a Myrhol, Lund, Gullerrud, Lindboe y Hansen por Noruega; y a Maqueda, Gurbindo, Víctor Tomàs, Ugalde y Morros por España.
4.000 espectadores en el Gigantium de Aalborg
Si España no sucumbió en el primer tramo se lo debe agradecer enormemente a José Manuel Sierra. No había ángulo por el que el onubense dejara pasar un balón. El meta del PSG, relegado siempre a un segundo plano por la mala suerte de ser coetáneo de los Hombrados, Sterbik, también del eterno Barrufet, y porque a los torneos internacionales solo puedan ir dos porteros, firmó un primer acto desquiciante para la defensa nórdica. Las estadísticas rezaban un 65% de lanzamientos repelidos por Sierra al descanso. Solo 8 goles firmó Noruega, por los 12 de España, cuatro de ellos marca de Victor Tomàs. No parece existir más freno para el capitán del Barça que los agresivos brazos rivales que le golpean partido tras partido. Disparado en el extremo, como si jugase sobre una moto, es una inyección letal al contraataque, se come la portería a bocados si es necesario con tal de que el balón termine dentro.
Al recital de Sierra, que terminó con un 50% de acierto, se sumó Erevik en la portería noruega (45%). El exguardameta del Ademar, conocedor de los jugadores españoles, puso el cerrojo entre sus tres palos y desnortó al equipo de Cadenas. Tres penaltis detenidos resultabó demasiado castigo para un equipo que comenzó a apresurarse. Las pérdidas se acumularon y los cimientos se tambaleaban. Noruega consiguió voltear los cuatro goles de desventaja del descanso. La muralla que hizo claudicar a Hungría resultó en muchos tramos plastilina.
No encontraba España la forma de abrir la defensa rival. Solo Raúl Entrerríos y Joan Cañellas evitaron que la avalancha nórdica no se fuese por más de dos goles. El central que se marchó al Hamburgo víctima del difunto Atlético dio un recital de lo que es echarse un equipo encima. Acaso porque es él el jugador más completo, con permiso del capitán. Uno de esos a los que gusta llamar jugón. Porque hace de todo. Y todo bien. Ataca, defiende, pasa, anota… y no le tiembla el pulso. No ante Noruega. Después de fallar tres de los cuatro penaltis de los que dispuso España, Cañellas se encargó de transformar los últimos cinco. Un chute de confianza y adrenalina del que se impregnó todo el equipo. El coraje les despertó a tiempo.
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