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Courtois decide para el campeón

El portero del Atlético detiene a un Valencia al que condenó otra vez un error de Guaita, su meta

Ladislao J. Moñino
Godín marca el primer gol.
Godín marca el primer gol. PIERRE-PHILIPPE MARCOU (AFP)

Las eliminatorias tienen casi siempre un espacio reservado para los porteros, menos ruidosos en la regularidad de la Liga. Tiene mucho que ver con la épica del héroe y con el drama del que falla. En este doble enfrentamiento, los dos guardametas han sido decisivos en el desenlace final. Courtois ya evitó una derrota del campeón en Mestalla con cuatro paradas prodigiosas, mientras que Guaita tuvo mucho que ver en el gol de Raúl García. Anoche también el portero del Valencia empezó a certificar la eliminación de su equipo al no hacer suyo un córner pasado al segundo palo que cabeceó Godín. Reclamó falta que el colegiado no sancionó y quedó señalado como el resto de su defensa, que se despistó con el central uruguayo. Enfrente, de azul oscuro, emergió Courtois por cuatro veces para asegurar el pase de su equipo. Será difícil que los jugadores de Pizzi olviden la figura del belga, crucial para que el Atlético siga en competición.

ATLÉTICO, 2; VALENCIA, 0

Atlético: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis; Sosa (Koke, m. 60), Gabi, Tiago, Arda (Cebolla Rodríguez, m. 84); Raúl García y Diego Costa. No utilizados: Aranzubia, Adrián, Villa, Alderweireld y Guilavogui.

Valencia: Guaita; Barragán, Ricardo Costa, Mathieu, Bernat; Feghouli (Piatti, m. 67), Javi Fuego, Parejo, Míchel, Fede (Paco Alcácer, m. 57); y Helder Postiga (Pabón, m. 79). No utilizados: Diego Alves, Vezo, Oriol Romeu y Ever Banega.

Goles: 1-0. M. 54. Godín. 2-0. M. 89. Raúl García.

Árbitro: Estrada Fernández. Expulsó por doble amarilla a Parejo (m. 90) y amonestó a Barragán y Míchel.

Unos 30.000 espectadores en el Calderón.

Primero fue una mano que le metió a un disparo alto y duro de Bernat en las postrimerías del descanso. Luego, cuando el Valencia apretó durante unos minutos, cosió dos estiradas monumentales. Una a disparó de Helder Postiga, raso y ajustado, y otra, la mejor de la noche, a remate de Míchel, que buscaba la escuadra. Allí voló Courtois, elemento sin el que es imposible comprender a este Atlético ganador. Cuando lo ha necesitado ha marcado diferencias. Ya fue clave en la conquista de la Copa en el Bernabéu.

A su edad, 21 años, es difícil encontrar un portero que domine la posición con esa solvencia y esa seguridad. Es casi un niño con trazas de portero de toda la vida. Alto, elástico y con una rapidez de movimientos que le han disparado hasta la élite mundial de los porteros. Su continuidad es complicada, pero el club y la grada han contemplado en este tiempo a un portero que marcará tendencia en los próximos años. En un partido de baja calidad, las intervenciones de Courtois devolvieron el precio de las entradas. Atlético y Valencia firmaron bastantes minutos de esos que desesperan a la grada y cuestionan la categoría de los jugadores. Eso y ciertos aires de ritmo funcionarial arrojaron fases de fútbol tedioso. Sobre todo en el primer tiempo. Con ese paisaje, hubo dos futbolistas de campo sobre los que recayeron los focos. Uno fue Juanfran, que está de dulce en ataque. Seguro en las elecciones de cada subida, en la aplicación del catecismo del buen lateral. Suyas fueron dos combas muy tocadas, una por arriba y otra por abajo a las que no llegaron Arda y Raúl García. El otro futbolista a seguir fue Sosa. El reclamado y anhelado fichaje de Simeone. Enseñó hechuras, aunque también se apuntó a la tónica general del error en las entregas. Sus mejores acciones fueron un globo de volea tras un despeje de cabeza de Guaita, un pase a un toque a Diego Costa y otro a Raúl García, poco antes de ser cambiado en el segundo tiempo, que el navarro estrelló en el palo con esa pegada de pelota tan demoledora que tiene.

La otra gran aportación que se pudo apreciar en Sosa es que pareció mezclar bien con Juanfran, que acostumbra a tener la banda para él solo. Combinaron bien a un toque en un par de ocasiones y dejaron la sensación de poder formar una pareja interesante. Donde no estuvo tan certero el volante argentino fue en las jugadas a balón parado. Le precede la fama de buen centrador, pero le costó levantar el balón.

Ante esa falta de precisión en el saque Gabi decidió ser el ejecutor de los saques de esquina. En el primero, ya Godín avisó con un remate picado que palmoteó Guaita por encima del larguero. Y de ese segundo córner consecutivo nació la condena del meta y la incipiente eliminación de su equipo. Gabi sacó un globo cerrado al segundo palo y allí emergió el uruguayo para cruzar la pelota sin apenas ángulo.

Fue tras el gol encajado cuando apareció el mejor Valencia, que parece lleno de buenas intenciones con Pizzi, pero que padece uno de los mismos males que tenía con Djukic: no tiene un delantero contundente. Postiga pasa por los partidos de puntillas. Se encontró el Valencia en esa ráfaga corta con un Courtois crecido.

También fue Gabi el que ejecutó el centro que remató Raúl García para hacer el segundo tanto. Si el primero condenó a Guaita, el segundo a toda su zaga. El Calderón le rindió tributo a su capitán, incombustible, con muy poco descanso en lo que va de curso porque su entrenador lo utiliza como ejemplo de resistencia en cada reto que afronta el equipo.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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