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El deporte visto por Manolo

Mito, política, memoria, identidad y negocio: ingredientes del pensamiento deportivo de Manuel Vázquez Montalbán expresado en más de 700 textos

JORDI OSÚA QUINTANA
Manuel Vázquez Montalbán.
Manuel Vázquez Montalbán.Marcel· lí Saenz Martinez

Hace un poco más de 10 años, el 18 de octubre de 2003, un ataque al corazón arrebató la vida a Manuel Vázquez Montalbán. Se encontraba en el aeropuerto de Bangkok haciendo escala de un vuelo procedente de Australia, donde había impartido diversas conferencias. Se dirigía a su casa en Barcelona para presenciar, junto a su familia, el partido entre el Barça y el Deportivo.

Novelista, poeta, ensayista y periodista, autor de casi 150 libros y más de 9000 artículos, su talento le valió premios tan prestigiosos como el Nadal (1979), el Nacional de Literatura (1991), el Nacional de la Crítica (1995) y el Nacional de Narrativa y de las Letras (1995). Su obra abarca campos como la política, la gastronomía, la literatura o la música. Pero también nos ha dejado más de 700 textos dedicados al deporte. Tal volumen de escritos demuestra la importancia del deporte para Vázquez Montalbán a la vez que su lectura y análisis nos confirma la existencia de un discurso propio.

Ya en sus primeros trabajos abordó esta temática, pero no fue hasta la publicación en 1969 de la serie Crónica sentimental de España en la revista Triunfo y, en especial, del artículo “Barça! Barça! Barça!” que alcanzó un notable protagonismo dentro del periodismo deportivo al revolucionar una profesión devaluada y sometida al franquismo.

Su personalidad periodística se caracteriza por una visión particular del fútbol y del deporte, muy novedosa en esa época para los sectores antifranquistas. Dos factores influyeron decisivamente en la gestación de este pensamiento original: la experiencia en la cárcel de Lleida y las tertulias en su casa después de los partidos del Barça.

Manuel Vázquez Montalbán tuvo que cumplir condena en la prisión de Lleida desde junio de 1962 hasta septiembre de 1963. Durante este periodo pudo realizar una síntesis entre la cultura popular, asimilada en el barrio de El Raval de Barcelona, y el pensamiento académico, aprendido en su paso por la universidad. Esta síntesis se fue consolidando en las reuniones celebradas en su casa de Les Corts, próxima al Camp Nou, tras los partidos del Barça. Asistían amigos de la familia, todos ellos intelectuales progresistas y barcelonistas: profesores universitarios, así como personalidades del mundo editorial y de la política. En estas conversaciones acabó de cocinar, a fuego lento, una concepción del fútbol y del Barça, que hizo posible la integración de sus raíces populares con los posicionamientos ideológicos de la izquierda progresista, superando así los prejuicios de la interpretación marxista más ortodoxa que asociaba el deporte a los movimientos totalitarios.

En esos años, la censura mantenía un férreo control de la información política nacional e internacional; en cambio, los artículos deportivos no estaban sujetos a una vigilancia tan estricta. Vázquez Montalbán aprovechó esta coyuntura para denunciar, desde la revista Triunfo, la manipulación política del deporte español ejercida tanto por el Gobierno como por los medios de comunicación afines.

Al principio, firmaba los artículos con su nombre, una prueba de su compromiso político e intelectual. Posteriormente, ideó un alter ego, Luis Dávila, un cronista deportivo que le permitió analizar el deporte, el fútbol y el olimpismo desde un punto de vista crítico distanciándose de su propia afición. Sus artículos publicados entre 1969 y 1973 en Triunfo hicieron de Vázquez Montalbán un reconocido especialista en temas deportivos.

A partir de entonces, el deporte se convirtió en un ingrediente habitual de sus escritos periodísticos y literarios. No dudó en denunciar la continuidad de algunos dirigentes deportivos franquistas en plena Transición, así como la instrumentalización política y mediática del fútbol. También manifestó su desencanto frente a una izquierda que se había acomodado en el poder y que, tras la concesión de los Juegos Olímpicos a Barcelona, comulgó con la ideología olímpica, sucumbió ante los intereses de los especuladores y renunció a su espíritu crítico. Durante los Gobiernos de José María Aznar, advirtió de la recuperación del significado político de la selección española de fútbol y del Real Madrid, tal como había sucedido en el franquismo. Con el paso de los años, se convirtió en un referente para el periodismo internacional y recibió diversos encargos para escribir sobre cuestiones relacionadas con los Mundiales de Fútbol, el Barça y los Juegos de Barcelona 1992.

Como consecuencia de su repentina muerte, el artículo Di Stéfano, Kubala, Suárez…, publicado el 22 de septiembre de 2003 en la sección de deportes de EL PAÍS, se convirtió en el punto y final de su obra deportiva. Lo escribió a propósito del 50º aniversario de la llegada de Alfredo di Stéfano a España con el fin de recordar a los lectores el trasfondo político-deportivo oculto tras los acontecimientos que acabaron con el fichaje de este excepcional jugador por el Madrid.

Curiosamente, este último escrito deportivo cerraba un círculo iniciado 34 años antes. El 27 de septiembre de 1969 publicó en Triunfo Cuando Di Stéfano y Kubala llenaban los estadios, la tercera entrega de su Crónica sentimental de España. En este artículo argumentaba que, tras la resolución favorable de este litigio para el Real Madrid en perjuicio del Barcelona, “las impugnaciones que Cataluña guarda contra el poder central desde los tiempos de Isabel y Fernando, derivaron al terreno futbolístico”.

Estos dos artículos dedicados al caso Di Stéfano constituyen un prólogo y un epílogo de su obra deportiva y reflejan los objetivos de su pensamiento deportivo. Primero, inmortalizar una sentimentalidad popular construida a partir de los mitos futbolísticos y deportivos. En segundo lugar, denunciar la utilización del fútbol por parte del poder político para canalizar las tensiones sociales e identitarias y fomentar el patriotismo español. En tercer lugar, mantener viva la memoria histórica de los vínculos de algunos dirigentes e instituciones futbolísticas y deportivas con el régimen franquista. En cuarto lugar, explicitar el simbolismo político y social del FC Barcelona, criticando a su vez el victimismo identitario barcelonista y catalán. Y, finalmente, constatar la transformación posmoderna del fútbol en un negocio globalizado que utiliza a sus ídolos como un reclamo publicitario.

Esta mirada singular alejada del discurso partidista y articulada alrededor de estos grandes ejes le permite interpretar los procesos sociales a partir de los datos obtenidos en la observación de la práctica deportiva y, a su vez, comprender el deporte como un reflejo de la realidad política, económica y social. En esta vinculación tan estrecha entre deporte y sociedad probablemente se halle la clave para entender su pensamiento deportivo.

Jordi Osúa es autor de la tesis doctoral El deporte en la vida y en la obra de Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003).

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