El paseo del mejor equipo del mundo
El Bayern logra el Mundial de Clubes ante un discreto Raja de Casablanca y Guardiola es el primer técnico en ganarlo tres veces
Busca la excelencia el Bayern Múnich y no la encontró en Marrakech, por falta de competencia básicamente. Sin embargo, sí se llevó el reconocimiento y el trofeo como mejor equipo del mundo. Y, por extensión, su técnico, Pep Guardiola, será recordado por un estilo irrenunciable y unos éxitos sin parangón. Con la victoria ante el Raja de Casablanca, sorprendente finalista tras vencer al Atlético Mineiro, el catalán, de 42 años, es el único que, como jugador o entrenador, ha ganado tres veces el Mundial de Clubes, las dos primeras veces con el Barcelona (2009 y 2011).
Saltó al campo el Bayern con intención. Tocaba. Exhibía paciencia. Por mucho que el entrenador hubiera insistido a sus jugadores sobre la importancia de no subestimar al rival —“Jugamos contra un país, no contra un equipo”, les dijo—, las diferencias entre uno y otro eran palpables. Tardó cuatro minutos Kroos en olfatear la portería. Y siete Dante en perforarla. Ocurrió tras un saque de esquina y un centro a la olla: el jugador se quedó solo y ejecutó un control exquisito. Disparo y gol. Fácil. Como lo fue el encuentro.
BAYERN, 2 - RAJA, 0
Bayern: Neuer; Rafinha, Boateng, Dante, Alaba; Lahm; Shaqiri (Goetze, m.80), Thiago, Kroos (Javi Martínez, m.59), Ribery; y Muller (Mandzukic, m.75).
Raja: Askri; El Hachimi, Moutouali, Chtibi (Mabide, m.50), Oulhaj; Hafidi (Kachani, m.88), Iajour (Soulaimani, m.78), Karrouchy, Benlamalem; Guehi y Erraki.
Goles: 1-0, m.7: Dante. 2-0, m.22: Thiago. Árbitro: Sandro Ricci (BRA). Amonestó a Guehi (68) y Soulaimani (79) por el Raja Casablanca.
38.000 en el estadio Marrakesh.
Tuvo el Bayern la pelota y las ocasiones, aunque no necesitara exigirse en demasía. Posesión, posición y orden. Además de los nombres que no tiene el Raja. El intervencionismo de Thiago —autor del segundo gol con un disparo magnífico—, el acierto de Alaba en cada movimiento, las ganas de Ribéry de demostrar que merece el Balón de Oro, y hasta un error, impropio, de Neuer que terminó en bronca de Guardiola —por rifar el balón en lugar de sacarlo jugado desde atrás— fueron algunas de las claves de una victoria cómoda a la vez que histórica.
Nunca perdió la cara al encuentro el conjunto germano, con una posesión del 73% y rondos propios de un entrenamiento: toque y toque, posesiones de hasta dos minutos que, cierto es, no llevaron a ninguna parte probablemente por la escasa exigencia, la falta de presión, la debilidad del rival. Sufrió en los últimos minutos (si se le puede llamar sufrir) por su propia inapetencia el equipo dirigido por el técnico de Santpedor.
No en vano el futbolista del equipo anfitrión que más intervino en el juego fue el guardameta, curiosamente una de sus estrellas. Khalid Askri es aquel portero que se hizo mundialmente conocido por una vergonzante pifia: en la tanda de penaltis de la final de la Copa marroquí detuvo el lanzamiento decisivo. La euforia, sin embargo, le hizo olvidarse del balón, que terminó colándose en su portería mientras él celebraba una victoria que nunca logró.
No tuvo nada que celebrar esta vez. Sacó una mano milagrosa ante un disparo de Shaqiri tras el descanso. Pero no le sirvió de mucho. Como tampoco le sirvió a su compañero Iajour un cabezazo preciso ante Neuer, la ocasión más clara de los locales en el segundo tiempo. Ni siquiera con el meta casi vencido encontró la portería Moutouali, cuando ya perecía el partido y el Bayern se aburría de su sombra.
Guardiola, el entrenador mejor pagado del mundo —17 millones al año—, dice un estudio de la consultora brasileña Pluri, hizo lo que le exigía su caché: completar la obra magnífica de Jupp Heynckes, que ya llevó al Bayern a ganar la Champions, la Bundesliga y la Copa alemana. Con el de Santpedor sumaron la Supercopa de Europa en este magnífico 2013 en el que el club germano solo perdió una final, la de la Supercopa alemana contra el Borussia Dortmund (4-2). Y con el quinto título se queda cerca, muy cerca de los seis que logró el Barcelona en el 2009. Guardiola tuvo la culpa.
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