La maldición de Carmela
Carmen Martín, que se lesionó durante los Juegos, se rompe un dedo de la mano derecha y se pierde lo que queda del Mundial
Carmen Martín tendida en el parqué azulón de la Caja de Cobre de Londres, abrazada a la delegada, Noelia Oncina; el rostro de la extremo empapado en lágrimas en el banquillo español; los gestos de cariño de sus compañeras tras sellar el pase a cuartos ante Suecia. Son algunas de las imágenes de la selección que, más allá del bronce, aún perduran entre los seguidores del balonmano de la cita olímpica. En una jugada tonta, a Carmela se le cayó encima una rival: rotura en el ligamento lateral interno de la rodilla izquierda. Adiós al sueño.
La situación no se podía volver a repetir. No al menos con ella. Lo repetían este domingo desde la concentración de la selección en Serbia. En el debut ante Noruega (cayó España 22-20), Silvia Navarro había despejado un lanzamiento de Anja Hammerseng-Edin y el balón quedaba muerto. Sin pensárselo, Martín se lanzó a por él. El forcejeo con una jugadora noruega obligó a la almeriense a forzar un giro con el cuerpo. Al caer, la desgracia. “No noté ningún crujido, pero sí bastante dolor”, explicaba la jugadora desde Serbia. “Pensé que igual podía ser una fracturilla, pero tenía el dedo salido, eso lo vi en el momento”. Rotura del segundo metacarpiano de un dedo la mano derecha. Ocho semanas de baja. Adiós al Mundial.
Apenas se había cumplido el minuto 25. Eran, en realidad, los primeros compases de la extremo en el torneo. Martín fue la última en aterrizar en la concentración. Una lesión en un hombro le tuvo entre algodones hasta el último suspiro. Jorge Dueñas llegó a dar una lista de 15 jugadoras a falta del alta médica de la almeriense, de 25 años. “La estoy esperando, el puesto será para ella si está recuperada”, confesó entonces el técnico. Y así fue. Paro más inri, ya concentrada en Madrid, su equipo, el Krim, esloveno, se negaba a que participase en el Mundial. Aún con el alta médica. Ella, apoyada por la federación española, lo tenía claro.
Dueñas la reservó en el torneo previo de Dinamarca, pero antes de partir hacia Serbia disipó cualquier duda sobre su papel. “Está muy centrada, completamente recuperada, no va a necesitar demostrar nada porque es una de las más competitivas”. Todo parecía haberse solucionado. Hasta la pelea por el dichoso balón que quedó muerto.
“Ahora solo quiero que dejen de preocuparse por mí, que no estén tristes, he tratado de hacerles ver que mi ausencia no les puede afectar”. La voz de Carmela, mejor extremo derecho en el último Mundial, suena serena por teléfono. Hay momentos en los que ríe, trata de bromear. Los peor, admite, ya han pasado. Son sus compañeras las que lo llevan peor. Y es ella la que trata de animarles. “Hay una dinámica muy buena, tenemos muchas opciones de lograr algo, estoy segura”.
A Martín la sustituye Jessica Alonso, la autora del gol que certificó en Londres la victoria ante Corea del Sur. El bronce olímpico. Un triunfo que, como el que esperan dedicar en Serbia, iba para Carmela.
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