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El ataque masivo del Atlético

De los 13 jugadores de campo utilizados por Simeone ante el Getafe, solo Alderweireld no remató a puerta ● Los siete goles rojiblancos fueron fruto de siete pasadores distintos

Ladislao J. Moñino
Raúl García celebra con Koke uno de los goles al Getafe.
Raúl García celebra con Koke uno de los goles al Getafe.luis sevillano

“Mira qué linda, mira qué linda”, le gusta decir a Simeone cuando observa un buen centro durante los ejercicios destinados a perfeccionar el remate. En ellos, el entrenador rojiblanco es capaz de memorizar los goles que lleva cada uno de los jugadores que intervienen. Si alguno acierta poco, se lo recuerda cantándole la cifra que lleva. Le da igual que sea un defensa central, un lateral o un centrocampista defensivo.

Pocas cosas seducen más a Simeone como el gol entendido desde la máxima concreción del juego, como verdad incuestionable de los partidos cuando mira al marcador. Cualquier futbolista del Atlético es trabajado semanalmente para mejorar su relación con el gol y optimizar las llegadas al área independientemente de su demarcación. El Cholo puede dedicar casi una sesión entera a esa tarea si lo cree conveniente. Y la intensidad es máxima, jaleada por él mismo y sus ayudantes.

El crecimiento del equipo también tiene que ver con esa soltura colectiva frente a la portería contraria. Desde la temporada 57-58, el Atlético no alcanzaba los 38 goles en las 14 primeras jornadas de Liga. El curso pasado, el primero con Simeone desde el inicio, alcanzó los 29 a estas alturas de campeonato.

La goleada endosada al Getafe resultó de un ataque masivo e incesante. Una descarga brutal de llegadas en las que solo dos de los futbolistas del Atlético alineados se fueron sin probar suerte en el remate. Uno fue Courtois y el otro el central Alderweireld. El partido fue una bacanal rematadora del Atlético (27), casi una decena más de lo que promedia este curso. En ningún partido de lo que va de temporada se había prodigado tanto en el remate. Lo más parecido que se ha visto esta temporada fue ante el Austria de Viena (24) y el Celta (23).

Cada rojiblanco recibe indicaciones para mejorar su relación con el gol

Villa y Raúl García, los dos bigoleadores del derbi, remataron cinco veces cada uno. Adrián, en media hora, lo intentó tres veces. Juanfran y Filipe Luis, además de una batería de buenos centros e incursiones, dispararon dos veces cada uno, las mismas que Tiago y Arda. Gabi, Diego Costa, Óliver, Miranda y Koke lo hicieron una vez. “Fue el partido perfecto”, resumió Adrián en una noche en la que el Atlético superó los cinco goles que el Madrid le hizo al Almería y los cuatro que le marcó el Barcelona al Granada. Los siete goles tuvieron siete pasadores distintos. El Atlético se desató y protagonizó un ataque de ambición goleadora. Apoyado en combinaciones rápidas y precisas, hubo muchos ataques en los que seis y siete jugadores rojiblancos se descolgaban en busca del gol o de darlo.

Desde que se hizo cargo del equipo, va ya para dos años, una de las tareas en la que más empeño ha puesto Simeone ha sido la de democratizar el gol, que no fuera una parcela exclusiva de los delanteros. Él mismo fue un gran llegador, un centrocampista que cuando su equipo tenía el balón nunca corría hacia atrás. Siempre buscaba el espacio libre cuando soltaba la pelota, bien para pisar área, bien para generar un espacio con un movimiento de distracción. La misma decisión con la que él se desenganchaba para asomarse al área trata de impregnar en un plantel que no duda de él porque lo que trabaja en los entrenamientos suele reproducirse en los partidos.

Hay mucho del Simeone futbolista en el juego ofensivo del Atlético, en el aprovechamiento de los espacios a través de movimientos que favorecen la llegada de los centrocampistas por el carril del medio. No cuenta con dos delanteros al uso. Diego Costa y Villa no ejercen de referencias fijas en el área. Uno suele partir ligeramente caído a la derecha y el otro a la izquierda. Eso propicia huecos para los llegadores de la segunda línea y mucho desconcierto en las defensas rivales, principalmente en los centrales, que muchas veces quedan divididos y alejados entre sí por las maniobras de Villa y Diego Costa fuera y dentro del área.

Si hay un futbolista que interpreta bien la llegada desde la segunda línea ese es Raúl García, que entre Liga y Champions suma ya siete goles. Si la temporada pasada Costa se agrandó como jugador número 12, en esta es el navarro el que aprovecha cada minuto que se le concede. En este sentido, el partido con el Zenit en San Petersburgo, para el que Simeone no ha contado con medio armazón (Villa, Diego Costa, Tiago, Arda, Godín y Filipe Luis) será una de esas pruebas en las que el técnico medirá aquello que le importa de verdad: la capacidad competitiva de los no habituales, a los que añadió a los juveniles Lucas, Ndoye y Alex Díaz.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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