El ocaso súbito de un subcampeón mundial
Sergio Sánchez, plata en el mundial de 3.000 metros en pista cubierta en 2010, se va a Alemania tras dar positivo por EPO
El 1 de abril de 2011, viernes, el atleta leonés Sergio Sánchez, que un año antes se había proclamado subcampeón mundial de 3.000 metros en pista cubierta, realizó unas declaraciones en una entrevista en Radio Cantabria que le costaron una sanción de un mes impuesta por la federación española de atletismo. Entre otras cosas, dijo lo siguiente:
“Soy subcampeón mundial, tengo dos récords de Europa y no tengo una beca ADO. Mucha gente involucrada en la Galgo sí tiene beca. Solo espero ganar una medalla y que me venga Lissavetzky [secretario de Estado para el Deporte desde 2004] a darme la mano. Le pegaré un tortazo con la medalla en toda la cara, pum, y le diré todo esto lo he conseguido gracias a la ayuda de mierda que me has dado, que es nada. Aquí tienes la medalla de un español nacido en España, blanco como la leche (…) El año pasado cuando Bezabeh [atleta nacido en Etiopía y nacionalizado español que fue sancionado dos años por la Operación Galgo] quedó campeón de Europa de campo a través fue recibido en el CSD como un auténtico rey, pero cuando Ruth, Natalia y yo ganamos medalla en los Mundiales, que tiene más mérito, no nos recibió nadie. ¿Por qué? Porque es todo política, a nosotros no nos habían nacionalizado en tres meses. (…) La realidad es la realidad. Este hombre vino para España, lo nacionalizaron los políticos y encima le dopan. Le están dopando los políticos. Pero cuando le pillan, en vez de dar la cara la gente que lo nacionalizó, lo que hacen es decir que no sabía hablar español y que hay que perdonarle. Pues ahora sales Lissavetzky, das la cara y dices que a este tío lo nacionalizaste tú (…) Si Bezabeh corre, no corremos nadie. Ellos pueden sancionar y perdonar a quien quieran, pero nosotros también podemos correr contra quien queramos. Es la forma de expresar nuestra justicia”.
Un tribunal ha anulado su sanción de un mes por menospreciar a Jaime Lissavetzky
Pocas semanas después de que la federación sancionara al atleta por el artículo 37 de su reglamento disciplinario (“protesta ostensible o en forma airada a las decisiones de autoridades deportivas, así como cualquier gesto o acto que entrañe simple desconsideración a esas personas”), y no por sus declaraciones, de claro tinte racista, contra Bezabeh, el Comité Español de Disciplina Deportiva ratificó el castigo de un mes. Más de dos años después, el magistrado Rafael Molina Yeste, del Juzgado Central contencioso-administrativo número 2, el pasado viernes 8 de noviembre, ha anulado la sanción pese a considerar que en efecto, las declaraciones del atleta evidenciaban “un manifiesto menosprecio y desconsideración hacia el señor Lissavetzky, siendo de todo punto innecesarias para expresar una opinión crítica sobre la política deportiva en materia de dopaje”. La razón de la anulación es bien simple: ese mismo día 1 de abril de 2011 el Consejo de Ministros había acordado el cese de Lissavetzky, quien se presentaba candidato a la alcaldía de Madrid, por lo que técnicamente, en el momento de las declaraciones de Sánchez, ya no ostentaba ningún cargo, ya no era “autoridad deportiva”, por lo que el artículo 37 era inaplicable.
Lo más curioso, sin embargo, lo deja el juez para el último párrafo de su sentencia, en el que reprocha a la federación española que no considere “infracción” las declaraciones de Sánchez referidas a Bezabeh. “Causa sorpresa que tales declaraciones (…) sean calificadas en la resolución sancionadora como ‘rudas y groseras’ y que el atleta no ha incurrido en ‘manifestaciones injuriosas o calumniosas’ (…), cuando la jurisprudencia es unánime al considerar que el insulto que profiere respecto al mismo no resulta solo desconsiderado (…) sino que es calificable de injurioso”.
En agosto pasado Sergio Sánchez y el injuriado Alemayehu Bezabeh compitieron juntos, sin gran fortuna, en el Mundial de Moscú. Allí, el leonés que ha curado el miedo a volar aprendiendo a pilotar aviones declaró que para nada quería mal al español de origen etíope, antes al contrario, y que no era racista, que estaba casado con una atleta marroquí y que dentro de nada sería padre, y que había invitado a Bezabeh a pasarse unos días entrenando con él en León. Pocos días después, después incluso de su paternidad, Sergio Sánchez, de 30 años, conoció una noticia que hizo imposible la invitación y que le acercó más aún de lo que le habría gustado a las vicisitudes de Bezabeh: había resultado positivo por EPO en los campeonatos de España disputados el 27 de julio. Pocas semanas después, coincidiendo con la noticia de que el contraanálisis confirmaba el positivo, y mientras la policía investigaba el origen de la EPO con que se había dopado, Sergio Sánchez dejó el piso en que habitaba en manos del banco, vendió a toda prisa el Audi A5 Coupé que conducía y abandonó León para establecerse, con su esposa y su hija, en Alemania, donde sus suegros, que allí viven, le han encontrado un trabajo. Antes, para defenderse y alegar en el proceso abierto por la federación española, que concluirá probablemente con una sanción de dos años, Sergio Sánchez, aconsejado por el aventurero leonés Jesús Calleja, contrató como abogado a Andy Ramos, el letrado personal de Alberto Contador.
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