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La Real, por las nubes

El equipo blanquiazul marca tres de sus cinco goles de cabeza a un Osasuna que jugó casi un tiempo con diez futbolistas

Ansotegi celebra su tanto con José Ángel.
Ansotegi celebra su tanto con José Ángel. Juan Herrero (EFE)

La Real se define por su juego vertiginoso, por su toque sutil, por su aprovechamiento de los espacios. Tipos como Griezmann, Vela, Rubén Pardo, Chory Castro son futbolistas que se gustan jugando con la velocidad como principal argumento. Es decir, la Real es un equipo al que le gusta jugar a ras de suelo, peinando la hierba, acariciándola más que pisándola. Y hete aquí que el fútbol se le sube a la cabeza ante Osasuna, un equipo presuntamente aguerrido y capaz en el fútbol que viene por las nubes, y consigue tres goles de cabeza, los tres a balón parado, con una precisión asombrosa en el pase y una facilidad pasmosa en el remate. De lo primero se ocupó Rubén Pardo, con tres asistencias sensacionales fruto de un pie derecho, mitad seda, mitad colonia; de los segundo, los dos centrales, Ansotegi e Iñigo Martínez y un futbolista, Griezmann, que olfatea el gol ya huela a hierba o a nube.

Osasuna tenía la consigna de ser un equipo de buenos amigos, es decir, de estar juntos convirtiendo Anoeta en un estadio estrecho y corto. Cuanto menos pudiera correr la Real, mejor. Más aún cuando el técnico blanquiazul, Arrasate, había dispuesto un conjunto sin delantero centro (Agirretxe y Seferovic estaban en el banquillo) y optado por intercambiar las habilidades de Carlos Vela y Griezmann, para remover la defensa rojilla. Es decir, la Real quería volar bajo, combinar, distraer a un equipo, como el de Javi Gracia, que presume no solo de entrega sino de orden. Todo estaba pensado en Osasuna para resistir y sorprender.

REAL SOCIEDAD, 5; OSASUNA, 0

Real Sociedad: Bravo; Carlos Martínez, Ansotegi, Íñigo Martínez, José Ángel; Rubén Pardo, Elustondo; Chory Castro, Zurutuza (Xabi Prieto, m. 63), Griezmann (Agirretxe, m. 72); y Carlos Vela (Seferovic, m. 72). No utilizados: Zubikarai, Mikel González, De la Bella y Markel Bergara

Osasuna: Andrés Fernández; Oier, Loties, Arribas (Puñal, m. 60), Damià; Lolo, Silva; Cejudo (Miguel Flaño, m. 51), De las Cuevas y Roberto Torres; y Oriol Riera (Manu Omwu, m. 76). No utilizados: Riesgo, Joan Oriol, Loé y Ariel Núñez.

Goles: 1-0. M. 34. Ansotegi. 2-0. M. 47. Íñigo Martínez. 3-0. M. 55. Griezmann. 4-0. M. 81. Chory Castro. 5-0. Seferovic.

Árbitro: Del Cerro Grande. Expulsó a Loties (m 49) por roja directa. Amonestó a Griezmann, Elustondo

25.918 espectadores en Anoeta. Recaudación: 64.660 euros

Pero la sorpresa la dio Ansotegi, un central que juega cuando alguno de los otros dos descansa o se recupera. Nacido en el mismo pueblo que su técnico, Ansotegi es un veterano con más de 170 partidos de Liga a sus espaldas y una implicación absoluta con la Real, pese a ser vizcaíno. A la media hora, cuando el partido estaba tontorrón, casi palaciego, aburrido como un té en cualquier corte de cualquier rey, Ansotegi, elevó un palmo su corpachón, el defensa de Osasuna se arrugó, y su cabezazo violentó la red. Remató con la misma fuerza que un central despeja el balón, pero con la dirección de un remate, no de un despeje.

El gol le dio a la Real la fe que buscaba y a Osasuna se la quitó. La poca que le quedaba se le escurrió entre los dedos cuando de la bota de Rubén Pardo surgió un centro tan dirigido como golpeado desde el saque de esquina que cabeceó el otro central, Íñigo Martínez, elevándose más y sorprendiendo a Loties, el más aguerrido central de Osasuna. Le quedaba a los rojillos unos gramos de esperanza, pensando que también el Valladolid había resucitado contra la Real cuando parecía muerto. Pero la autoestima se le esfumó dos minutos después porque Loties derribó a Vela al borde del área cuando encaraba a Andrés Fernández. Dos goles en contra y un hombre menos se antojaba una adversidad insuperable frente a un equipo que ya se había soltado la melena y buscaba goles y más goles para alegrarse el día y presentarse el martes frente al Manchester con algo más que ilusiones.

Tan cruel puede ser el fútbol que te premia y te castiga en menos de un minuto. El portero osasunista, Andrés Fernández despejó de puños un disparo, Rubén Pardo, que seguía con el terciopelo en la bota disparó con violencia y el portero voló para meter un par de dedos que desvían el balón. Paradón por todo lo alto. Y ¡zas!, Andrés Fernández que se come el saque de esquina de Rubén pardo y Griezmann mete la frente a 30 centímetros de la línea de gol. El francés mantiene intacto su romance con el gol y se llevan citando de forma continuada en los cuatro últimos partidos.

Por todos los sitios andaba circulando Rubén Pardo, sin un error, con los volantazos justos para alterar el tránsito de Osasuna, que ya cabizbajo asumió el castigo. Chory Castro y Seferovic cerraron la goleada. Lo que nació por obra y gracia de la cabeza de un central, acabó en las piernas de un delantero centro. El fútbol nunca ha sido cartesiano y la Real hurgó en todos los cajones del gol. Osasuna, desarbolado, solo pudo ver cómo su rival encontraba dos cabezazos, un gol de pillo, otro de Chory, pura ansia, y un quinto de tiralíneas. Cundo el partido acabó, Osasuna respiró.

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