Las derrapadas de Honda
Márquez fue descalificado en Australia por la falta de comunicación en su equipo, el tercer error de la temporada
Vio la bandera y el número 93. Seguramente, hubiera dado un paso crucial para proclamarse campeón de MotoGP en Japón con solo 20 años. Pero tenía que abandonar la carrera. Regresó a su taller, se bajó de la moto y cuando pudo articular palabra, con todo el equipo alrededor, preguntó: “¿Cuándo he cambiado de moto?”. Y tuvo que repetir la pregunta, el rostro serio, el tono severo, hasta que el vicepresidente de Honda, Shuhei Nakamoto, le respondió: “Después de la décima vuelta”. Y Marc Márquez, el chico que siempre sonríe, que tenía el protector del pecho en la mano, lo lanzó con rabia al suelo y se largó. Poco después lamentó haber recibido una sanción, en su opinión, demasiado dura; pero su rival por el título lo tenía claro. Massimo Meregalli, jefe del equipo Yamaha, visitó a Mike Webb, director de carrera, la mañana del domingo para preguntarle qué podría ocurrir si Lorenzo, tan despistado como es, entrara tarde a cambiar de moto. “Bandera negra”, le respondió. Lo tenían todo milimetrado. Por eso Lin Jarvis, director de Yamaha Motor Racing, se fue a buscar a Webb para pedirle la sanción en cuanto advirtió la equivocación del líder.
Las cuentas
Entre las múltiples combinaciones por las que Marc Márquez puede ser campeón del Mundial de MotoGP en Japón este domingo (6.00, Telecinco), las primeras son:
• Si gana y Lorenzo termina tercero o peor.
• Si es segundo y Lorenzo termina quinto o peor.
• Si es tercero y Lorenzo termina octavo o peor.
• Si es cuarto, Lorenzo termina 11º o peor y Pedrosa no gana la carrera.
• Si es quinto, Lorenzo termina 13º o peor y Pedrosa no gana la carrera
Había practicado Márquez cómo dar el salto de una moto a otra por la mañana. La primera vez le salió bien. La segunda, no tanto. Y al final, ya en carrera, optó por dar un giro en redondo sobre sí mismo para pasar de la primera moto a la segunda lo más rápido posible. Le salió perfecto. La lástima para él es que entonces aquella maniobra ya no servía de nada. Apenas unos minutos antes su equipo ya se había percatado de que había cometido un error (garrafal) que le complica el campeonato. Los pilotos debían hacer una parada obligada en el pasillo de garajes antes de completar el décimo giro; el líder del Mundial entró en el 11º. Y cuando salió, escopetado, para recuperar la segunda posición, sus mecánicos observaron aquel neumático trasero destrozado, con hasta tres agujeros, desintegrado por la enorme abrasión del asfalto, tan peligroso. Aquel fue el motivo de que hubiera que hacer una parada a mitad de una prueba ya reducida de 26 a 19 vueltas.
Aquel fue el primer error del fin de semana. Lo cometió Bridgestone, la fábrica suministradora de los neumáticos para MotoGP. Y recibió duras críticas por no testar las gomas antes del gran premio en un trazado con el asfalto nuevo. El segundo error lo cometió Honda. Nadie advirtió que las cuentas se habían hecho mal, aunque Christian Gabarrini, supervisor de Honda Racing Corporation y ex técnico jefe de Stoner, indicó con gestos que estaban muertos nada más observar que Lorenzo entraba al pit lane y Márquez se pasaba de largo. Durante largos minutos reinó la confusión. Livio Suppo, que también sabía que Pedrosa paraba en la vuelta nueve, asumió la responsabilidad como jefe del equipo por la falta de comunicación en Honda. El error fue definitivo. Y ya es el tercero de esta temporada.
El primero terminó con las pocas opciones de pelear por el Mundial de que disponía el otro piloto del equipo oficial, Dani Pedrosa. Ocurrió en Alcañiz, donde Márquez, con un ligero toque a la moto de su compañero en plena carrera, cortó un cable vital de la Honda: sin información sobre la velocidad de giro de la rueda trasera, el control de tracción no entiende qué debe hacer; pero debería haberse activado inmediatamente el modo de seguridad en la moto de Pedrosa —como admitió Honda— y eso hubiera evitado que al abrir gas sin control la máquina le lanzara por los aires, como pasó.
El director de Yamaha se fue a buscar al director de carrera para pedirle la sanción al ver el error
Hace unos días, durante los entrenamientos del viernes del Gran Premio de Australia, la hipersensibilidad de Pedrosa al manillar evitó otro accidente: salió a rodar con su segunda moto y en cuanto inclinó la Honda a la izquierda empezó a notar que algo no iba bien: se había salido uno de los ejes que sujetan el motor, una especie de tornillo que atraviesa la máquina de lado a lado; al menos 15 centímetros de dicho eje sobresalían de la parte baja de la RC213V. Pedrosa rozaba con algo el asfalto. Lo notó y se paró en una escapatoria. “Podría haberse desmontado todo el motor”, explicó el piloto, que también vio cómo se esfumaban sus opciones de título el año pasado como consecuencia de otro fallo de sus mecánicos en medio de una situación crítica, después de que se abortara la salida en Misano: Pedrosa tuvo que salir el último y no completó ni una vuelta. Fue arrollado por Héctor Barberá; Lorenzo ganó la carrera y logró una ventaja en la clasificación que sería definitiva.
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